Imposturas
Lo que nos fascina de los impostores no es que lo sean, sino que los pillen. Porque todos somos, hemos sido o seremos, en alg¨²n momento de nuestras vidas, protagonistas de alguna falacia. Para ello no hace falta escribir novelas autobiogr¨¢ficas, diarios o memorias. Ni siquiera es necesario ejercer como columnista. Basta con enamorarse para convertirse en impostor. Es decir, el timo sobre lo que uno es se encuentra al alcance de todo el mundo.
Hay impostores que nunca se delatan, y los hay que caen por peque?as cosas. Por ejemplo, Michael Jackson, que con los a?os se ha convertido en blanco y ha vivido en Nunca Jam¨¢s, consigui¨® que eso no nos perturbara demasiado. Al fin y al cabo, s¨®lo representaba, llevada a sus extremos, el ansia de juventud y quir¨®fano que caracteriza a nuestras sociedades opulentas. Las cosas cambiaron al trascender que tal vez jugaba con mu?ecos vivientes, y ahora que sabemos que ni siquiera dej¨® pruebas s¨®lidas de ello: bueno, qu¨¦ decirles, menudo chasco.
Tomemos otro caso, el de Fr¨¦d¨¦ric Bourdin, de 31 a?os, que se hizo pasar por un hu¨¦rfano espa?ol de 15 a?os, y hasta fue admitido en un colegio de Pau. A este hombre, a quien la polic¨ªa, deseosa de resaltar los m¨¦ritos del delincuente para inflar los propios, califica de "muy inteligente", le han pillado por una memez. Por meterse en un liceo franc¨¦s y querer ser feliz. Si hubiera limitado sus aspiraciones a convertirse en un desdichado adolescente, no ten¨ªa m¨¢s que infiltrarse en un centro canario de menores. Y jam¨¢s nadie habr¨ªa dado con ¨¦l, nadie le habr¨ªa rescatado del maltrato institucional.
Luego est¨¢n aquellos de quienes nos molesta que carezcan de impostura. Fraga Iribarne, por ejemplo. No deber¨ªamos exigirle que se refiera a las mujeres con la correcci¨®n, pongamos, de una feminista gallega del MNG. Obviamente, don Manuel contin¨²a fiel a s¨ª mismo: sigue siendo un desprop¨®sito feudal. Mucho m¨¢s inquietante me parece, en la cinta de sus declaraciones acerca de nuestros ad¨²lteros disimulos, la espont¨¢nea y pelota carcajada que brota de una garganta femenina. Ah¨ª est¨¢ la verdadera timadora: alguien que le r¨ªe las gracias a Fraga, y que va de periodista, y de mujer. ?sa tiene peligro.
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