"La arquitectura debe ser una respuesta. No una imposici¨®n"
Uno esperar¨ªa poco m¨¢s que un anacoreta. Un tipo sensible e introvertido centrado en sus casas longitudinales y casi anclado en la tierra ¨¢rida de Australia. Pero en el hall del hotel aparece un hombre risue?o, contagiosamente alegre y simp¨¢tico. Tan vehemente en sus afirmaciones que esa pasi¨®n eleva el tono de su voz y su rostro cuando responde. Su discurso es did¨¢ctico. Delata que est¨¢ acostumbrado a hablar a estudiantes y revela que, cuando no est¨¢ en su granja de canguros o entretenido construyendo una casa, Glenn Murcutt (Londres, 1936) est¨¢ curioseando o dando conferencias por el mundo.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ ha elegido no crecer, formar un estudio de una sola persona?
RESPUESTA. Porque me gusta lo peque?o. Porque valoro la independencia y, sobre todo, porque he podido permit¨ªrmelo.
"Mis casas son una manera de pensar. No necesito hacer grandes edificios para sentir que soy importante"
P. ?Por qu¨¦ sigue haciendo viviendas? Habitualmente los arquitectos al ser reconocidos abandonan una tipolog¨ªa tan problem¨¢tica y tan poco rentable.
R. Mis casas son una manera de pensar. Yo debo de ser uno de los pocos arquitectos con amor a la humanidad. Es cierto, la arquitectura dom¨¦stica exige un esfuerzo enorme y paga mal, pero determina nuestra vida. No necesito hacer grandes edificios para sentir que soy importante. No creo que lo mayor sea lo mejor. Mi padre me dio un consejo: "No tengas prisa por llegar al ¨¦xito. Y si llegas, ten mucho cuidado". Podr¨ªa haber hecho un hotel de 75 habitaciones hace treinta a?os.
P. ?Por qu¨¦ no lo hizo?
R. Porque no estaba preparado. No me gustar¨ªa tener que hacer algo para lo que no me siento preparado. El arquitecto espa?ol Jos¨¦ Antonio Coderch fue fundamental en mi vida profesional. Me liber¨® de mis propias ataduras. Como arquitecto, yo me cre¨ªa algo tonto porque no acertaba a dise?ar con rapidez. Todos los proyectistas que conoc¨ªa dise?aban m¨¢s r¨¢pido que yo. Tomaban las decisiones con gran eficacia. Y yo no lo consegu¨ªa. Los nuevos proyectos me pon¨ªan nervioso. Me causaban ansiedad. Visitaba el terreno durante el d¨ªa. Durante la noche. En d¨ªas soleados para ver los ¨¢ngulos de incidencia del sol y cuando soplaba el viento. Ol¨ªa la tierra, comprobaba su nivel de agua, la geolog¨ªa. Yo siento mucho respeto hacia la tierra y antes de ir a meter mi mano tengo que auscultarla. Una casa en el paisaje debe mejorarlo y si no lo mejora debe, al menos, asimilarse a ¨¦l, debe verse lo menos posible. En 1973 gan¨¦ un premio que me permiti¨® viajar durante cuatro meses. Llegu¨¦ a Barcelona. Yo era un joven sin obra. S¨®lo ten¨ªa dudas y miedos. Y Coderch me dedic¨® un d¨ªa y medio. Era casi un anciano y me dijo que cada proyecto nuevo le quitaba el sue?o. Eso me liber¨®. Al regresar a Australia comenc¨¦ a discutir con el arquitecto que me ten¨ªa empleado. Decid¨ª independizarme. Se me junt¨® todo: recesi¨®n, falta de trabajo y dos ni?os. Result¨® ser un momento ¨®ptimo. Aprend¨ª a vivir con frugalidad. Y luego he pasado a creer que la mejor arquitectura nace de la frugalidad.
P. ?Podr¨ªa trabajar en alg¨²n lugar que conociera menos que Australia? ?Sus casas necesitan el paisaje australiano?
R. Todos podemos trabajar en muchos sitios. La cuesti¨®n es si queremos o no hacerlo. Me he dado cuenta de que la mayor¨ªa de los que llamamos arquitectos internacionales no toman en cuenta lo local. Para hacer un edificio, uno necesita conocer dos cosas, el terreno y la cultura del terreno. El terreno puede llegar a conocerse. La cultura es m¨¢s dif¨ªcil, cuesta a?os. ?C¨®mo se puede construir una casa en Espa?a sin hablar espa?ol? El idioma y la cultura crean estilos. Las culturas distintas producen cosas distintas. Yo no creo que un edificio apropiado para Nueva York lo sea tambi¨¦n para una ciudad espa?ola. Tampoco me interesan las diferencias por ser diferentes. Me importa muy poco amanecer los lunes con nuevas ideas. Si las diferencias nacen del conocimiento y el entendimiento de un lugar, de una tecnolog¨ªa, perfecto. Lo dem¨¢s no me interesa. Claro que podr¨ªa construir fuera de mi pa¨ªs. Si la arquitectura resultase apropiada o no es otra cuesti¨®n.
P. ?Es m¨¢s f¨¢cil defender la sostenibilidad en un pa¨ªs como Australia, con ¨¢reas todav¨ªa v¨ªrgenes?
R. Probablemente. En muchos aspectos, somos los l¨ªderes mundiales en la construcci¨®n sostenible. Somos conscientes de la importancia de la flora porque no nos queda m¨¢s remedio: somos un gran pa¨ªs con poco agua. Sabemos que en sus primeros veinte a?os de vida, un ¨¢rbol recoge CO2 y suelta ox¨ªgeno. Cuando el ¨¢rbol tiene treinta a?os, su nivel de ingesta de CO2> y de desprendimiento de ox¨ªgeno se compensa. ?Qu¨¦ quiere decir eso? Que los bosques deben regenerarse todo el tiempo. No s¨®lo cuando sustituimos la madera que hemos cortado. En Australia hemos aprendido esa obligaci¨®n de una manera muy dura: donde no hay bosque no hay lluvia. Los cient¨ªficos han descubierto que en una de cada quinientas gotas de agua hay una mol¨¦cula que llega de los bosques, de la transpiraci¨®n de los ¨¢rboles. Los bosques producen lluvia y la necesitamos. El agua terminar¨¢ por convertirse en uno de los lujos del planeta y somos conscientes de que, si queremos vivir, necesitamos agua.
P. A qui¨¦n representan sus casas ?a Australia?, ?a usted?, ?a sus clientes?
R. A todo eso. Y a la tecnolog¨ªa y los materiales disponibles en un tiempo y un lugar. La arquitectura debe ser una respuesta. No una imposici¨®n. La mayor¨ªa de los arquitectos que construyen edificios extra?os asegura que lo hace porque ahora la tecnolog¨ªa lo hace posible. Eso me parece absurdo. Poder hacer una cosa no legitima hacerla. En miles de a?os las necesidades b¨¢sicas de la humanidad no han variado. Necesitamos soluciones para los problemas reales, no inventar problemas para poder epatar con nuevas soluciones.
P. ?Qu¨¦ buscan quienes est¨¢n dispuestos a esperar hasta cinco a?os a que les haga una casa? ?Y qu¨¦ le decide a usted a aceptar los encargos?
R. Acepto muy pocos encargos porque el tiempo no me da para m¨¢s. Una persona que acepta esperar entre tres y cinco a?os para empezar a hablar de una casa es, ya de entrada, un buen cliente. Si est¨¢n de acuerdo, los entrevisto. Yo a ellos, no ellos a m¨ª. De mis clientes me interesa todo: lo que piensan, lo que leen, lo que comen, si les gusta o no el arte y qu¨¦ tipo de arte.
P. ?C¨®mo pueden datos tan personales afectar a una vivienda?
R. Una casa es como un traje. Los mejores son a medida.
P. ?Qu¨¦ ocurre si cambian de vida, de familia, de prioridades?
R. El cambio est¨¢ previsto. Ellos llaman a mi puerta porque les gusta c¨®mo hago yo las casas. Y mis casas quieren ser como el paisaje: est¨¢n vivas.
P. Habla de una lecci¨®n aprendida en la infancia: la necesidad de hacerse amigo del paisaje. ?C¨®mo puede uno hacerse amigo del paisaje?
R. Un arquitecto noruego escribi¨® que hasta que no se es capaz de disfrutar del crujido de la nieve bajo una pisada no se llega a comprender el paisaje de su pa¨ªs. En m¨ª pa¨ªs, si no has o¨ªdo ni olido el cambio del d¨ªa de verano a la noche estival no conoces la tierra. Y conocer es querer.
P. Su enfoque arquitect¨®nico es biogr¨¢fico y biol¨®gico a la vez. ?La vida, la experiencia han alterado su escala de valores profesional?
R. Lo que yo valoro en la arquitectura lo aprend¨ª de mi padre. Un principio es un principio y los principios no son flexibles ni se hacen preguntas, son reglas fijas. Sin embargo, debes admitir el cambio si quieres encontrar mejores respuestas. Nunca pens¨¦ en la arquitectura como un objetivo a perseguir sino como algo a descubrir. No tengo la sensaci¨®n de crear cosas, pero s¨ª de descubrir maneras de hacer. Para m¨ª el mundo es un territorio por descubrir y lo que determina la obra del arquitecto es la manera en que trata de descubrirlo. A los estudiantes les doy siempre dos consejos: que sean pacientes porque la arquitectura necesita tiempo, y que observen. Quien observa termina por ver.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.