La 'obispada'
Lo peor de todo, dec¨ªa el obispo Joan Carreras con su fina inteligencia, es que este tipo de cosas destruyen el car¨¢cter transversal de la Iglesia. La convierten en una Iglesia de partido y no en la gran familia de asociaci¨®n religiosa, m¨¢s all¨¢ de los partidos y las ideolog¨ªas, que debiera y aspira a ser. Cada vez que oigo declaraciones de miembros de la Iglesia catalana, con su racionalidad exquisita, me pregunto por qu¨¦ los voceros mesetarios de la Iglesia son tan contrarreformistas, tan apegados a una visi¨®n medieval y fundamentalista de la moral y de la sociedad. No es que tenga inter¨¦s en que la Iglesia se modernice, all¨¢ ellos con sus tiempos y su est¨¦tica, pero resulta chocante observar que lo mejorcito del pensamiento espa?ol intolerante tiene, en la obispada espa?ola, su m¨¢s entusiasta atalaya.
La manifestaci¨®n. Algunos elementos de an¨¢lisis m¨¢s all¨¢ de la tentaci¨®n de hacer puro humor negro con toda esta fauna purpurada que, adscrita a los 10 mandamientos, versi¨®n integrista, nunca pens¨® que el no matar¨¢s fuera motivo para manifestarse, pero s¨ª lo es manifestarse contra el amor y la convivencia. ?D¨®nde habr¨¢n estudiado los principios cristianos estos jerarcas de la cristiandad? La primera reflexi¨®n es necesariamente pol¨ªtica, en la l¨ªnea de la reflexi¨®n del obispo Carreras. Con esta manifestaci¨®n y con la decisi¨®n de la obispada de situarse en primera l¨ªnea de pancarta, la jerarqu¨ªa cat¨®lica espa?ola da un paso m¨¢s en su carrera por fusionarse con un partido y con una ideolog¨ªa. Probablemente muchos de los que ahora defienden abiertamente al Partido Popular, usando la grata influencia de su tel¨¦fono directo con el Alt¨ªsimo, tambi¨¦n son los que durante 40 a?os pasearon bajo palio al General¨ªsimo. No olvidemos que, mientras el ¨¢mbito pol¨ªtico ha hecho sus deberes con la democracia y ha intentado, globalmente, situarse fuera de la est¨¦tica golpista, el ¨¢mbito religioso no ha tenido que rendir cuentas a nadie. Algunos de los dirigentes actuales nunca pasaron la transici¨®n. En consecuencia, si durante a?os creyeron en el partido ¨²nico, ?c¨®mo no van a alinearse ahora con un solo partido? All¨¢ ellos y all¨¢ el PP, porque este pa¨ªs, que afortunadamente se complica por momentos y que es plural en acentos religiosos, culturales e identitarios, empieza a soportar mal las uniformidades. Puede que los obispos de la mani sean los mismos de la ¨¦poca del palio, pero Espa?a hace mucho que envi¨® el palio al museo de los horrores. Como sea, si uno es cristiano racional e ilustrado, y nunca am¨® las miserias de la Contrarreforma, debe llevar muy mal esta adscripci¨®n integral de la Iglesia al Partido Popular.
Lo segundo, lo social. Desde luego, me resulta dif¨ªcil comprender que una organizaci¨®n que no reconoce el matrimonio civil, y que condena a miles de parejas al estigma del pecado, se preocupa ahora por una reforma de dicho matrimonio. Si no reconoce la validez de los matrimonios heterosexuales, ?qu¨¦ pu?etas tiene que decir sobre los homosexuales? Veamos, ?no fue Rouco Varela quien cas¨® a nuestra querida Letizia, a pesar de su notable y alegre pasado pecaminoso, porque no la consideraba una mujer divorciada? Si hasta una princesa con vocaci¨®n de reina y pasado divorciado puede entrar por la puerta grande en la casa del Se?or, ?no puede hacerlo un simple terrenal homosexual? Entiendo perfectamente que la Iglesia, como todo lobby, quiera intervenir en las leyes que organizan una sociedad, pero tendr¨ªa que hacerlo desde una coherencia menos discutible. Mis queridos obispos purpurados y ahora pancarteros, ?por qu¨¦ prohibir los matrimonios civiles entre homosexuales si podemos prohibirlos todos? An¨ªmense, hombres, pidan la exclusividad del matrimonio religioso, heterosexual, opusdeico y familianumeroso, y as¨ª conseguir¨¢n la bondad de un Estado religioso. An¨ªmense, que la coherencia es un grado en la ascensi¨®n al para¨ªso.
Finalmente, la cuesti¨®n moral. La verdad es que no voy a sorprenderme ahora, despu¨¦s de mis a?os de escuela de monjas, del secuestro que la moral padece en boca de todos estos. Emulando a Paul Eluard, dir¨ªa que deben haber muchas morales y todas habitan en esta tierra. Personalmente siempre me ha molestado que se considere paradigma de la moralidad lo que, para m¨ª, es paradigma del fanatismo y la represi¨®n. Por ejemplo, hay mucha m¨¢s moral en una pareja que hace el amor, desde la colaboraci¨®n absoluta y la absoluta entrega, que en alguien que dice que el sexo es perverso. Mucha m¨¢s moral en el amor entre dos personas homosexuales que han escogido, con libertad y respeto, su forma de vida, que en los sicarios del miedo que los estigmatizan, los esconden en los armarios de la verg¨¹enza y les ense?an a odiarse a s¨ª mismo. Hay mucha m¨¢s moral en la libertad, que en los enemigos de la libertad. Los que hoy se manifiestan, en nombre de Dios, usando nuevamente el nombre de Dios en vano, no lo hacen por la trascendencia espiritual. Lo hacen por mor de sus miedos, sus odios, sus prejuicios y sus represiones mentales, y todo ello lo convierten en una moral religiosa. Dios es un paraguas que esconde todo tipo de frustraciones.
Lo m¨¢s bonito es que, dicho todo lo dicho, es igual. La obispada hace mucho que hace ruido, pero no consigue influir en nada. Los cristianos heterosexuales continuar¨¢n divorci¨¢ndose si se tercia, tomar¨¢n anticonceptivos cuando los necesiten, practicar¨¢n el sexo con alegr¨ªa salsera y, ahora, podr¨¢n ir a las bodas de sus amigos homosexuales, quiz¨¢ tambi¨¦n cristianos. Lo de hoy ya no da miedo. Lo de hoy da risa.
Pilar Rahola es periodista y escritora. www.pilarrahola.com
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.