Olor de pinos en Cameros
Un paseo por las vaguadas y cumbres de la sierra riojana
La riojana sierra de Cameros oficia hoy de pariente pobre frente a las m¨¢s copetudas de la Demanda y la Cebollera. Antes no fue as¨ª: Cameros result¨® capital durante la trashumancia, y en el siglo XVIII llegaron a ramonear por sus alturas 400.000 merinas. Tal necesidad de pasto explica la tala de bosques y el aspecto desnudo de unas cumbres que, por su morfolog¨ªa redondeada, con frecuencia amesetada, hablan de por qu¨¦ las buscaban los ganaderos. En el siglo XIX, aquel mundo se vino abajo arrastrando consigo la industria textil asociada -los famosos pa?os cameranos- y produciendo el despoblamiento de la sierra.
Hoy la situaci¨®n se ha estabilizado gracias al turismo y a otra manera de practicar la ganader¨ªa que ha transformado las antiguas v¨ªas pecuarias en pistas para veh¨ªculos que se ofrecen como latigazos en la sierra. Con la primavera se renuevan las ganas de andar, y por uno de estos caminos ganaderos ascenderemos al monte San Crist¨®bal, escuchando el pezu?eo fantasma de los reba?os de la Mesta.
Ortigosa, punto de partida.
El paseo comienza en Ortigosa de Cameros (1.052 metros de altitud) -figura ya en el voto de Fern¨¢n Gonz¨¢lez: "Omnes villae de ambobus Cameris, Orticosa..."- visitando el espectacular cortado del arroyo Alberco desde el viaducto que arranca junto a la ermita de Santa Luc¨ªa, a la entrada del pueblo. Atravesamos Ortigosa hasta cruzar el otro viaducto que nos colocar¨¢ ante la iglesia de San Mart¨ªn, donde tomaremos las marcas rojas y blancas de la GR 93 hasta el puerto de pe?a Hincada.
El camino discurre por una pista pegada al arroyo Rioseco tapado por arces y arbustos pintarrajeados de liquen amarillo chill¨®n. Al cabo de 45 minutos se abandona la pista por un camino en el que aflora a ratos el empedrado que lo identifica como la antigua ruta al puerto.
A trav¨¦s de un hayedo entreverado por pinos silvestres que acabar¨¢n por imponerse conforme ascendemos, se progresa, ahora s¨ª m¨¢s francamente, entre los gorjeos de la volater¨ªa y el nerviosismo de las ardillas. Se alcanza pe?a Hincada, a 1.412 metros de altitud, a la hora y media de salir. El puerto toma su nombre de un moj¨®n -dicen que tambi¨¦n menhir- perfectamente visible.
A la derecha, al fondo, se distingue la cumbre de San Crist¨®bal y la pista que, desde la extrema izquierda, constituir¨¢ nuestra ruta. Por delante corre la carretera a Brieva, a la que habr¨¢ que salir tras haber salvado tres colinas sucesivas siguiendo las rodadas que arrancan junto al moj¨®n.
Las tres colinas
. La tercera, m¨¢s baja, se supera tirando hacia la izquierda hasta retomar el asfalto por el que ganaremos el arranque de la pista, unos 300 metros despu¨¦s, junto a unas bordas de ganado. Tambi¨¦n se puede venir por carretera desde el puerto (unos dos kil¨®metros).
La pista asciende suavemente. Poco despu¨¦s pasaremos junto a un cartel divertidamente contradictorio, pues proh¨ªbe una cosa que no se puede hacer si se cumple la primera: "Prohibido el paso y nadar". Desde?amos un desv¨ªo a la izquierda, y, m¨¢s adelante, cuando cambie de vertiente, se abandona la pista para tomar las rodadas que suben directamente a la cumbre junto a una alambrada. Habr¨¢ costado una hora y 10 minutos llegar desde pe?a Hincada hasta la cumbre del San Crist¨®bal, a 1.761 metros. Las vistas sobre la Demanda, Cameros y la Cebollera son impresionantes. Se sigue la l¨ªnea de cumbres a¨¦rea, alfombrada de hierba y salpicada de lapiaz, con la vista puesta en la antena que corona el alto de Agenzana (1.746 metros). El hambre de los jabal¨ªes se muestra en la tierra rasgada por sus jetas.
El collado de la Ca?ada.
Al cabo de 45 minutos de un hermoso y gratificante cumbreo, ganamos el amplio -y clave durante la trashumancia- collado de la Ca?ada de los Puestos del Chato, rebautizado como "donde Men¨¦ mat¨® el macho" para afear la conducta de alg¨²n jinete sin alma. Ante nosotros, un cortafuegos de tierra descarnada y gris sube como un tiro hasta el Agenzana. Justo al comienzo se encuentra, a la derecha, una puerta met¨¢lica rojiza. La atravesamos por la pista y para seguir al sureste desde?ando los ramales que surjan a izquierda y derecha. Comienza bajando ligeramente y luego sube hasta un cerrillo desde donde cae inscrita entre los pinos que oficia de cortafuegos.
A los 45 minutos de haber abandonado el Men¨¦ se desemboca en una pista m¨¢s importante, para seguirla unos cientos de metros y abandonarla por otro cortafuegos que desciende hacia el pueblo de El Rasillo, cuya avanzadilla son unos chal¨¦s que sortearemos por la izquierda hasta la carretera, que seguiremos con el rumbo puesto en la torre de la iglesia.
El olmo centenario.
En El Rasillo hay que visitar obligatoriamente el olmo centenario que crece delante de la iglesia, y que recibe mil y un cuidados, incluidos los ortop¨¦dicos. Hay buenas vistas sobre el embalse de Gonz¨¢lez de Lacasa, en cuyas orillas el club n¨¢utico ofrece con qu¨¦ disfrutar del agua. Rastrearemos junto a la iglesia las marcas de la GR, que nos devolver¨¢ a Ortigosa por la calzada romana que iba de Viguera al puerto de Piqueras.
Se entra en Ortigosa 22 minutos despu¨¦s por el mismo viaducto que visitamos seis horas antes, cerca de unas grutas que los amantes de la naturaleza, incluida la subterr¨¢nea, no deber¨ªan obviar. Como tampoco ser¨ªa bueno que marrasen la visita a Villanueva de Cameros, ya en coche, para contemplar el formidable nogal que envejece junto a la ermita de la Virgen de los Nogales. La caminata nos habr¨¢ ofrecido una bonita s¨ªntesis de esfuerzo, paisaje, accidentes geol¨®gicos, ¨¢rboles a?osos y cultura.
GU?A PR?CTICA
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