Novedades dinosaurios
Hay que pintarlos de otra manera, cada vez con m¨¢s plumas. Nuevos f¨®siles ayudan a reescribir la historia de los dinosaurios, de los que ya se conocen 600 especies. Las ¨²ltimas sorpresas: unos huevos en China y una pata de tiranosaurio en EE UU con tejidos con vasos sangu¨ªneos.
Puede que los creadores de monstruos del episodio III de La guerra de las galaxias hayan derrochado creatividad, pero ni aun as¨ª consiguen hacerle sombra a la evoluci¨®n. Hay criaturas m¨¢s extra?as en el registro f¨®sil que en todas las pel¨ªculas y libros juntos. La evoluci¨®n ha inventado un sinf¨ªn de estructuras -patas, escamas, picos, alas, hojas, plumas, dedos me?ique, flores?- que ha combinado y reciclado de mil maneras. L¨¢stima que a estas alturas la mayor parte de las especies producto de tanta creatividad se hayan extinguido, l¨¢stima que no haya zoos temporales donde ver vivos a un iguanodon y un velocirraptor. Pero mientras Parque Jur¨¢sico siga siendo ficci¨®n -y tal vez no sea siempre as¨ª- s¨®lo queda un consuelo: cada vez hay m¨¢s datos para reconstruir el pasado de forma fiable. Los paleont¨®logos est¨¢n hilando cada vez m¨¢s fino, y lo que encuentran corrige no s¨®lo peque?as pinceladas en el cuadro de los dinosaurios, sino cuestiones que alteran el imaginario general. ?Un tiranosaurio? Resulta que hay que imaginarlo cubierto de plumas, como una supergallina, o casi. Y tambi¨¦n cambia eso de que todos los dinosaurios se extinguieron. Unos muy concretos sobrevivieron, y est¨¢n hoy entre nosotros. Mire por la ventana, puede que vea uno. Son las aves.
Pero no ser¨¢ s¨®lo la pinta de los protagonistas lo que tendr¨¢ que cambiar en las pel¨ªculas de dinos. Los investigadores est¨¢n resolviendo tambi¨¦n viejas dudas respecto a, por ejemplo, c¨®mo se mov¨ªan, a qu¨¦ velocidad crec¨ªan e incluso c¨®mo se comportaban. Y lo est¨¢n haciendo con m¨¦todos que nadie hubiera predicho hace menos de dos d¨¦cadas y que ayudan a exprimir cada vez m¨¢s informaci¨®n de los f¨®siles: ordenadores, esc¨¢neres, microscopios y hasta t¨¦cnicas de biolog¨ªa molecular se usan hoy para leer m¨¢s y mejor en los huesos. Los resultados son sorprendentes. Ahora mismo hay un grupo estadounidense trabajando con tejidos blandos de Tyrannosaurus rex, tejidos que, de alguna forma que nadie consigue explicarse a¨²n, han sobrevivido 70 millones de a?os a la degradaci¨®n. Los investigadores no descartan extraer material gen¨¦tico de las muestras?, y por ah¨ª empezaba precisamente Parque Jur¨¢sico.
Volando alto en el cielo de Los Cayos, en Cornago (La Rioja), hay a menudo dinosaurios; buitres, en concreto. Sobrevuelan un suelo pisoteado por muchos de sus antepasados, en sentido literal. Las rocas de Los Cayos exponen centenares de huellas de estos seres, llamadas t¨¦cnicamente icnitas, algunas tan perfectas que parece que los animales pasaron ayer. Si hay lugares mejores que otros para imaginar el pasado, ¨¦ste es muy bueno. Y por mucho que se visite no deja de sorprender. "Siempre que vengo tengo la misma sensaci¨®n. Algo as¨ª como ?madre m¨ªa!", dice tras un silencio el paleont¨®logo Joaqu¨ªn Moratalla, del Instituto Geol¨®gico y Minero de Espa?a, que tiene las huellas de Los Cayos y otras muchas impresas en el cerebro. Lleva viniendo aqu¨ª desde hace dos d¨¦cadas; una parte del yacimiento de Los Cayos la descubri¨® ¨¦l.
Hace bochorno, aunque mucho menos que el d¨ªa en que se dejaron los rastros. El paisaje que ahora contempla Moratalla ha cambiado, como sus habitantes. Lo que hoy son valles con almendros eran hace 110 millones de a?os tranquilos lagos y riachuelos poco profundos. Hab¨ªa con¨ªferas, helechos, cicas y, en el agua, muchas algas, ¨²tiles hoy para datar el yacimiento. Hab¨ªa tambi¨¦n, por supuesto, peces, y cocodrilos, tortugas, reptiles voladores -los famosos pterosaurios, que no eran dinosaurios y volaban de manera muy diferente a las aves-. El terreno estaba cubierto de sedimentos arcillosos, un material id¨®neo para conservar los rastros para la posteridad. Surge una pregunta: que veamos ahora justo el sitio por donde pasaba un mont¨®n de dinosaurios ?es pura casualidad, o es que la poblaci¨®n de dinos era realmente enorme y vemos su rastro en La Rioja como podr¨ªamos verlo en tantos otros sitios en Espa?a si los estratos correspondientes quedaran expuestos?
Tal vez las dos cosas. Que Los Cayos fue una Gran V¨ªa dinosauriana est¨¢ a la vista. Paleont¨®logos de todo el mundo vienen hoy a visitar este yacimiento de icnitas, considerado de los mayores de Europa, y otros muchos en toda la cuenca de Cameros. Si una vez datados se apilaran en vertical todos los estratos con huellas en esta cuenca -una regi¨®n de unos 8.000 kil¨®metros cuadrados en Burgos, Soria y La Rioja-, medir¨ªan nueve kil¨®metros de altura; en tiempo, eso corresponde nada menos que a unos 30 millones de a?os.
En el subsuelo del planeta debe de haber f¨®siles de dinosaurios como para llenar infinidad de museos, desde luego much¨ªsimos m¨¢s que f¨®siles de humanos. Prueba de ello -una prueba no muy cient¨ªfica, se admite- es que Jos¨¦ Luis Sanz, paleont¨®logo de dinosaurios de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, ha nombrado ya una decena de especies, mientras que Juan Luis Arsuaga en Atapuerca s¨®lo ha bautizado a Homo antecessor, y ya es mucho m¨¢s de lo que podr¨¢ decir nunca la mayor¨ªa de los paleont¨®logos de humanos. No puede ser de otra manera. Ocuparon la Tierra durante 165 millones de a?os, hace entre 230 y 65 millones de a?os -despu¨¦s, los que no pod¨ªan volar se extinguieron por completo-. Se conocen alrededor de 600 especies agrupadas en unos 400 g¨¦neros, lo que significa que, en general, los f¨®siles son muy distintos entre s¨ª, y que, por tanto, vemos s¨®lo la punta de un inmenso iceberg. Si en la historia de la vida el cap¨ªtulo de los dinosaurios tiene 165 p¨¢ginas, el de los humanos no pasa de un par.
Pero, a pesar de lo anterior, la pen¨ªnsula Ib¨¦rica ha sido tradicionalmente poco explorada por los buscadores de f¨®siles de dinosaurios. Los primeros paleont¨®logos de dinos empezaron a trabajar en Espa?a hace dos d¨¦cadas. Eran s¨®lo dos grupos, en Madrid y Barcelona, que encontraron desde nidos excepcionalmente bien conservados hasta las primeras pruebas s¨®lidas del origen dinosauriano de las aves. El panorama est¨¢ cambiando. En los ¨²ltimos a?os, los grupos de investigaci¨®n se han multiplicado, y con ellos los yacimientos. Los hay en Teruel, Burgos, Levante, la cornisa cant¨¢brica, Andaluc¨ªa. En poco tiempo, la Pen¨ªnsula ha pasado de casi terra incognita a objetivo preferente para los cazadores de f¨®siles.
Si Los Cayos es un para¨ªso paleontol¨®gico de huellas, Las Hoyas, en Cuenca, lo es de f¨®siles de dinosaurios avianos. Las Hoyas fue hace 120 millones de a?os un gran lago, hoy reemplazado por roca caliza que forma lascas. Los paleont¨®logos les dan un golpe seco en el canto y se abren como una ostra. "La mayor¨ªa de las veces no ves nada antes de partirlas. Lo haces como si fuera una loter¨ªa", dice Sanz. Una loter¨ªa que reparte muchos premios. El equipo de Sanz va all¨ª cada verano desde principios de los ochenta y en apenas unas semanas encuentra un millar de f¨®siles.
A mediados de los ochenta les toc¨® el gordo con la ayuda de un paleont¨®logo aficionado, Armando D¨ªaz Romeral, que les llev¨® el f¨®sil hoy estrella de Las Hoyas: Iberomesornis. Es el esqueleto de un pajarito no mayor que un gorri¨®n, con un f¨¦mur de unos 15 mil¨ªmetros. "Cuando lo vimos nos dej¨® impactados. Se ve¨ªa que aquello era importante", recuerda Sanz. El f¨®sil "apoyaba de forma clara lo que ya entonces empezaba a debatirse, el origen dinosauriano de las aves". La parte anterior del esqueleto es como la de las aves actuales, pero la pelvis pertenece a un dinosaurio. "Aquello fue un bombazo. Lo presentamos en 1987 en un congreso en Los ?ngeles y los popes nos dieron palmaditas en la espalda".
Desde entonces, Las Hoyas no ha dejado de producir. Se han encontrado otros dos dinosaurios avianos, uno de ellos con la primera ¨¢lula del registro f¨®sil, una sofisticada estructura que tienen las aves modernas y que produce un vuelo ya muy perfeccionado. Tambi¨¦n hay una egagr¨®pila, el nombre t¨¦cnico de un regurgitado de dinosaurio carn¨ªvoro, en el que se encuentran huesecillos de tres especies distintas, y el verano pasado se encontr¨® el primer f¨®sil de ave con cr¨¢neo, que a¨²n est¨¢ en estudio. Eso en cuanto a aves. Adem¨¢s hay dinosaurios no avianos, como Pelecanimimus, un omn¨ªvoro de entre 60 y 80 kilos que deb¨ªa de correr muy bien, y en general unas 120 especies de animales y 40 plantas. Hay peces, cocodrilos, insectos, lagartos, salamandras, gal¨¢pagos? "El cangrejo que hasta hace poco hab¨ªa en los r¨ªos espa?oles ya estaba all¨ª hace m¨¢s de cien millones de a?os", repasa Sanz.
Las Hoyas tiene un valor especial porque es uno de los pocos yacimientos en el planeta con f¨®siles de las primeras aves. Los otros est¨¢n en China meridional, en la provincia de Liaoning, en lo que era hace 130 millones de a?os un lago poco profundo con cenizas volc¨¢nicas en el fondo. Todo lo que cay¨® al lago debi¨® de quedar preservado en el lodo, y fue mucho. La regi¨®n ha producido m¨¢s de un millar de criaturas cubiertas con plumas o estructuras similares, tal vez protoplumas. Cuando empezaron a publicarse, a finales de los noventa, los expertos quedaron maravillados. No s¨®lo por los f¨®siles de aves primitivas, sino porque otros muchos restos de dinosaurios que no volaron nunca presentan caracter¨ªsticas hoy asociadas a las aves. Por ejemplo, las plumas.
En Liaoning hay carn¨ªvoros del linaje de los tiranosaurios, y otros m¨¢s peque?os emparentados con los velocirraptores, con plumas desarrolladas al menos en los antebrazos -en el resto del cuerpo tienen unas estructuras filiformes, quiz¨¢ protoplumas-. Un gran cambio de imagen para estos animales. El color de las nuevas plumas queda a la imaginaci¨®n del lector; su funci¨®n, a la de los paleont¨®logos: "Puede que sirvieran para regular la temperatura, o para el cortejo, o para amedrentar a posibles predadores. Pero es seguro que las plumas no nacieron para volar", explica Sanz.
Y si a¨²n quedan dudas del parentesco entre dinosaurios y aves, los m¨¢s recientes f¨®siles chinos presentados en revistas cient¨ªficas contribuyen a despejarlas. Uno de ellos, tambi¨¦n de Lioaning, ha sido bautizado por sus descubridores "el drag¨®n durmiente". Es peque?o, de medio metro, y estaba colocado igual que un pato dormido, con la cabeza mirando hacia atr¨¢s recostada en el lomo. Los expertos lo consideran una pieza importante para entender c¨®mo los dinosaurios levantaron el vuelo. El otro hallazgo, del pasado abril, es de otro yacimiento. Se trata del primer dinosaurio hembra -y en realidad el primer vertebrado f¨®sil- con dos huevos con c¨¢scara a¨²n dentro de la pelvis. Eso coloca a los dinosaurios "en una transici¨®n entre los reptiles y las aves respecto a la reproducci¨®n", explica la coautora del trabajo, Darla Zelenitsky, canadiense. Los cocodrilos tienen dos oviductos funcionales y producen y ponen muchos huevos a la vez, mientras que las aves tienen un ¨²nico oviducto y deben expulsar el huevo formado antes de empezar a generar el siguiente. El nuevo f¨®sil parece indicar que los dinosaurios ten¨ªan dos oviductos (como los reptiles), pero no expulsaban todos los huevos a la vez, sino por parejas (como las aves). En los nidos de dinosaurio se han encontrado puestas con m¨¢s de una docena de huevos.
Otra novedad en la paleontolog¨ªa de dinosaurios es el uso de t¨¦cnicas hasta ahora poco habituales para extraer la informaci¨®n que contienen los f¨®siles. La inform¨¢tica, por ejemplo, est¨¢ resultando clave. "Las r¨¦plicas virtuales de huesos y conjuntos esquel¨¦ticos nos est¨¢n permitiendo ver c¨®mo funcionaban en vida estos animales. Las simulaciones por ordenador no est¨¢n sirviendo s¨®lo para hacer pel¨ªculas", explica Sanz, que se jacta de conocer todas las pel¨ªculas del g¨¦nero.
Una de las primeras de estas r¨¦plicas se hizo en el Museo Nacional de Historia Natural estadounidense, hace cinco a?os. Los investigadores escanearon la mayor parte del esqueleto y el cr¨¢neo de un triceratops, un herb¨ªvoro que vivi¨® hace 65 millones de a?os, de forma que ahora cualquiera que lo necesite puede pedir un hueso de triceratops por correo electr¨®nico. Despu¨¦s construyeron un modelo a escala y se dedicaron a jugar con ¨¦l hasta dar con la manera l¨®gica de colocar las patas, algo que "no ten¨ªamos nada claro", dice Sanz.
Tampoco se sab¨ªa, por ejemplo, c¨®mo hac¨ªan los saur¨®podos, gigantes herb¨ªvoros, para levantar sus cuellos, de m¨¢s de una decena de metros. ?C¨®mo el coraz¨®n de estos animales bombeaba sangre a un cerebro tan lejano y elevado? Pues seguramente no lo hac¨ªa. Dos estadounidenses reconstruyeron la estructura de las v¨¦rtebras de Apatosaurus y Diplodocus y las animaron con un programa inform¨¢tico: el cuello puede levantarse muy poco m¨¢s que el resto de la columna, simplemente porque las v¨¦rtebras chocan entre s¨ª. Adi¨®s a la escena de saur¨®podos comiendo apaciblemente de las copas de los ¨¢rboles.
Las r¨¦plicas virtuales han servido tambi¨¦n para esclarecer si la considerada primera ave volaba o no. Se trata de Archaeopteryx (Archie para los paleont¨®gos), un ave de hace unos 140 millones de a?os de la que se conocen s¨®lo siete f¨®siles en todo el mundo. Patricio Dom¨ªnguez Alonso, de la Universidad Complutense de Madrid, escane¨® el ¨²nico cr¨¢neo conocido de este animal, lo reconstruy¨® y sac¨® un molde del interior. As¨ª pudo inferir que Archaeopteryx ve¨ªa y probablemente o¨ªa de modo muy parecido a las aves hoy, y que "hab¨ªa adquirido las estructuras neurol¨®gicas necesarias para volar", escribe el paleont¨®logo espa?ol en la revista Nature.
Puede que los dinosaurios que dejaron sus pisadas en Los Cayos estuvieran cubiertos de plumas, pero desde luego no volaban. Por una raz¨®n que Moratalla a¨²n no se explica, la mayor¨ªa eran carn¨ªvoros b¨ªpedos. Se sabe por sus tres dedos acabados en garras, que dejan una marca afilada. Hay huellas de m¨¢s de 40 cent¨ªmetros de largo, que corresponden a animales de unos ocho metros de largo; tambi¨¦n se puede estimar la velocidad del animal seg¨²n la distancia que separa dos pisadas del mismo pie.
Lo que no hay en Los Cayos, ni en ning¨²n otro yacimiento de icnitas, son huesos. Y a la inversa: donde hay huesos no suele haber huellas. Como en Teruel, que se ha convertido en los ¨²ltimos a?os en otro foco paleontol¨®gico en Espa?a. "En esta regi¨®n hay muchas rocas sedimentarias que en la ¨¦poca en que viv¨ªan los dinosaurios eran continentales, no marinas", explica Luis Alcal¨¢, director de la Fundaci¨®n Conjunto Paleontol¨®gico de Teruel. "Adem¨¢s hay buenos afloramientos porque el relieve es muy acusado; eso te da una perspectiva muy buena de las rocas".
Alcal¨¢ y su equipo, que llevan identificados en la regi¨®n 35 puntos con f¨®siles de dinosaurio, exponen sus hallazgos en el parque tem¨¢tico Din¨®polis. Pero uno de los m¨¢s espectaculares a¨²n tardar¨¢ en llegar a ojos del p¨²blico. Es el esqueleto de uno de los mayores herb¨ªvoros del planeta, un animal que pesaba entre 40 y 50 toneladas y vivi¨® en lo que hoy es Riodeva hace entre 110 y 130 millones de a?os. "Los huesos de este dinosaurio son de los m¨¢s grandes del mundo, y dentro de este grupo es de los esqueletos m¨¢s completos", dice Alcal¨¢. El h¨²mero de este gigante mide 1,81 metros y llevar¨¢ a¨²n varios meses sacarlo de la roca; el esqueleto entero, a?os.
Pero el descubrimiento que m¨¢s roza la ficci¨®n es el de vasos sangu¨ªneos a¨²n hoy flexibles en el interior del f¨¦mur de otro tiranosaurio. El f¨®sil mide 107 cent¨ªmetros y fue hallado en un yacimiento de Montana (EE UU); para trasladarlo en helic¨®ptero, los investigadores tuvieron que partirlo en tres trozos, lo que les permiti¨® acceder al interior del hueso. El especimen, muy bien conservado, "presentaba caracter¨ªsticas inusuales", explica en la revista Science Mary H. Schweitzer, del Museo de las Rocosas. Con diversos m¨¦todos se eliminaron los minerales del hueso, y qued¨® "un tejido vascular que demostr¨® gran elasticidad y resistencia a la manipulaci¨®n". Partes del tejido fueron incluso deshidratadas y rehidratadas de nuevo.
Nunca se hab¨ªa conseguido algo as¨ª, y la primera pregunta para Schweitzer es entender la "qu¨ªmica de la degradaci¨®n", seg¨²n afirma por correo electr¨®nico. "Las c¨¦lulas, tejidos y prote¨ªnas se supone que se degradan tras pocas semanas, desde luego tras varios cientos de a?os. Y sin embargo, en este caso no ha sido as¨ª. Surgen muchas preguntas. La principal: ?se podr¨ªa aislar material gen¨¦tico de estos tejidos? "Tal vez, aunque no es muy probable". Encontrar material gen¨¦tico ser¨ªa contradecir a los especialistas en ADN antiguo, que aseguran que esa mol¨¦cula no aguanta m¨¢s de 100.000 a?os. Pero ?qui¨¦n imagin¨® que aguantar¨ªan las c¨¦lulas? Otra cosa es para qu¨¦ sirve el ADN si realmente se encuentra. La respuesta que da Schweitzer es la seria: "Ayudar¨ªa a esclarecer las relaciones evolutivas entre los dinosaurios y otros grupos". La respuesta de Hollywood es Parque Jur¨¢sico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.