Dragones y princesas
En una China que corre hacia la modernizaci¨®n, los 850 alumnos de la legendaria Escuela de la ?pera de Pek¨ªn se preparan con f¨¦rrea disciplina y m¨¦todos ancestrales para preservar la esencia del arte nacional, una bell¨ªsima mezcla de teatro, m¨²sica, danza y acrobacia que llega en julio a Espa?a.
Es media ma?ana de un d¨ªa primaveral. Nos encontramos en Pek¨ªn, en el bullicioso -pero qu¨¦ rinc¨®n de la capital china no lo es- barrio de Fengtai, a poco m¨¢s de media hora en coche de la Ciudad Prohibida, frente a un impersonal y austero edificio que bien podr¨ªa ser un instituto de secundaria de cualquier suburbio occidental. La verja que protege el recinto deja entrever a lo lejos a adolescentes vestidos con pantalones de ch¨¢ndal y zapatillas de deporte, lo que corrobora la impresi¨®n inicial. Pero s¨®lo hace falta cruzar la puerta met¨¢lica y caminar hacia el patio de recreo para desecharla. De all¨ª llega el sonido de unas voces agudas, de falsete, entonando melod¨ªas repetitivas que m¨¢s bien parecen lamentos. A medida que uno se acerca va cayendo en la cuenta de que s¨ª estamos en un colegio, puesto que son escolares quienes est¨¢n ejercitando sus cuerdas vocales. Seguramente un conservatorio, dada la actividad musical. Pero, en todo caso, no se trata de una escuela al uso, y eso no s¨®lo se adivina por las relucientes cabezas rapadas de los muchachos. La aparente modernidad de la arquitectura de las aulas y de la ropa de los j¨®venes choca con la atm¨®sfera del lugar, un ambiente que transporta al visitante a aquel perfumado Jard¨ªn de los Perales que el emperador Hsuan Tsung, en tiempos de la dinast¨ªa Tang, hace m¨¢s de mil a?os, fund¨® como centro de formaci¨®n de actores. Nos hallamos en la Escuela de la ?pera de Pek¨ªn, heredera directa de aquella legendaria academia.
La ¨®pera de Pek¨ªn ('jingju' en mandar¨ªn) es una de las alrededor de 300 manifestaciones del g¨¦nero -amalgama de m¨²sica, danza, m¨ªmica, acrobacia, artes marciales?- que coexisten en el pa¨ªs. Naci¨® como tal en el siglo XVIII, algo m¨¢s tarde que Calder¨®n de la Barca, Moli¨¨re y el kabuki japon¨¦s, y se nutre de las formas m¨¢s ancestrales del teatro chino, as¨ª como de los argumentos de su fant¨¢stica mitolog¨ªa, poblada por dragones, guerreros, monos, emperadores, concubinas, princesas, hadas? Leyendas que reviven a diario en las clases de la Escuela de la ?pera de Pek¨ªn, fundada en 1952, tan s¨®lo tres a?os despu¨¦s de la revoluci¨®n china, por tres afamados actores de la ¨¦poca, Wang Yaoqing, Hao Shouchen y Mei Lanfang. Destaca en el centro la impronta de este ¨²ltimo, fallecido en 1961, especializado en papeles femeninos (dan, en la terminolog¨ªa del jingju, reservados a los hombres hasta la d¨¦cada de 1920), que despert¨® en los a?os treinta -a ra¨ªz de una gira por Europa, la URSS y EE UU- la admiraci¨®n de personalidades del calado de Stanislavski, Eisenstein, Meyerhold y Brecht. De ese exitoso periplo, as¨ª como de su fe revolucionaria y de sus veleidades art¨ªsticas, se conservan testimonios fotogr¨¢ficos y documentales en su casa-museo -una planta baja con luminosas habitaciones alrededor de un silencioso patio-, situada en uno de los pocos hutong (barrio tradicional) de Pek¨ªn que la piqueta preol¨ªmpica a¨²n no ha derribado. Ah¨ª vivi¨® quien fue el m¨¢s apreciado int¨¦rprete de una de las piezas cl¨¢sicas del repertorio, Adi¨®s a mi concubina -su encarnaci¨®n de la favorita, Yuji, cuentan los m¨¢s viejos, era conmovedora-, cuya historia inspir¨®, en 1992, al director Chen Kaige una delicada versi¨®n cinematogr¨¢fica.
Desde su creaci¨®n se han diplomado en la escuela, que funciona en r¨¦gimen de internado, m¨¢s de 3.000 actores, entre ellos el rey de los saltimbanquis, Jackie Chan, aunque no es precisamente el disc¨ªpulo de quien los profesores, obsesionados por perpetuar la pureza del considerado teatro nacional chino, se sientan m¨¢s orgullosos. En la actualidad, el instituto acoge a 850 escolares -a raz¨®n de unos 40 por aula, que reciben, junto con las ense?anzas art¨ªsticas, asignaturas convencionales-, la mayor¨ªa de 12 a 16 a?os. Excepcionalmente pueden matricularse en ¨¦l alumnos menores, siempre que sus especiales aptitudes art¨ªsticas as¨ª lo aconsejen. Si Jackie Chan no es juzgado un estudiante modelo, s¨ª lo es, en cambio, la actual directora del centro, Sun Yumin -su nombre significa algo as¨ª como "bella inteligencia del cielo"-, nacida en una familia acomodada, hace 65 a?os, cerca de Shanghai. Ella pertenece a la primera promoci¨®n de la escuela, que funcionaba entonces en un antiguo y hermoso monasterio budista, m¨¢s tarde demolido para construir una carretera. La desaparici¨®n del convento dio paso en la d¨¦cada de los setenta al nuevo complejo educativo de Fengtai, cuyo titular es el Ayuntamiento de la ciudad.
Tras triunfar como actriz dan, Sun Yumin regres¨® a su conservatorio, primero como profesora y, desde hace 14 a?os, como directora, la primera mujer que ocupa el cargo. Los miembros del claustro -entre ellos su mano derecha, el profesor Li Lianzhong- comentan, cuando ella no puede o¨ªrlos, que fue una gran dama de la escena china. Pero, adem¨¢s, Sun Yumin ha hecho carrera pol¨ªtica como miembro de la Conferencia del Pueblo de Pek¨ªn. Impecablemente maquillada y peinada, la directora -?ah!, por cierto, una curiosidad: su m¨®vil suena con la sinton¨ªa del pasodoble Espa?a ca?¨ª sin que la elecci¨®n presuponga un homenaje al interlocutor- explica que aqu¨ª se imparten 12 disciplinas dram¨¢ticas tradicionales -jingju, kunqu, pingju, hebei bangzi, manejo de marionetas, acrobacia, m¨²sica, danza, maquillaje?, va enumerando- con los m¨¦todos pedag¨®gicos de siempre.
A las preguntas de una competente estudiante de espa?ol de la Universidad de Pek¨ªn, que hace las veces de int¨¦rprete, para que busque diferencias entre el sistema actual y el de cuando ella era ni?a, Yumin contesta: "Bueno, entonces la matr¨ªcula era gratis y ahora cuesta 6.000 yuanes [unos 560 euros]". O sea, que aunque el centro sea p¨²blico, las familias tienen que abonar por un curso -comida aparte- una cantidad tres veces superior al salario medio mensual. Lo propio sucede hoy en China con otras prestaciones sociales como la sanidad o la educaci¨®n -en general, servicios que el ciudadano tiene que costear-, una de las consecuencias de la compleja situaci¨®n del pa¨ªs, donde cohabitan un capitalismo cada vez m¨¢s voraz y un r¨¦gimen comunista desnaturalizado. La directora no oculta que el pago le parece injusto. "Es una pena, porque los chicos de familias pobres no tienen demasiadas oportunidades de estudiar aqu¨ª. S¨®lo pueden hacerlo mediante becas, pero hay muy pocas, s¨®lo para el 10% de los alumnos".
Otra cosa que ha cambiado en los ¨²ltimos a?os en la escuela, y que, en su opini¨®n, entorpece seriamente el aprendizaje, es la forma f¨ªsica de los adolescentes. "Los j¨®venes est¨¢n mucho mejor alimentados que antes, comen bien y engordan, y eso no es bueno para los ejercicios que han de practicar", se queja la directora.
La verdad, viendo el intensivo horario de clases al que son sometidos, de lunes a viernes, cuesta creer que ganen aunque sea un miserable gramo. El profesor Meng Xianda, experto en los personajes masculinos (sheng) de la ¨®pera, describe con minuciosidad c¨®mo se desarrolla una jornada t¨ªpica. Los escolares se levantan a las 6.30, se asean y hasta las 7.30 hacen ejercicios corporales de precalentamiento. A esa hora desayunan, y a las 8.10 empiezan las clases de las asignaturas art¨ªsticas. A mediod¨ªa comen, y a las 13.30 regresan a las aulas para recibir las materias de cultura general. A las 17.30 cenan, y desde las 18.30 hasta las 20.30, o hacen sus deberes, o realizan pruebas f¨ªsicas, o ensayan sus montajes. A las 21.30 se apagan las luces, y a dormir. Nada que ver con el relajo de la academia que recreaba la serie televisiva Fama. ?Un programa algo duro, no? El maestro Li Lianzhong -ning¨²n parecido tampoco con el profesor Shorofsky- responde que la disciplina es esencial para una buena formaci¨®n. "Los alumnos saben que vienen a aprender", lanza. "Si permanecen aqu¨ª es porque quieren; son conscientes de que el trabajo es pesado, y el que no abandonen demuestra que no est¨¢n dispuestos a dilapidar tanto esfuerzo", apostilla Meng Xianda.
Pero ?qu¨¦ lleva a unos chicos del siglo XXI a querer ser actores de la ¨®pera de Pek¨ªn? El profesor Lan Shichang, que ense?a a sus disc¨ªpulos los secretos para llegar a ser un gracioso chou (nuestro clown) -como Sun Wukong, protagonista de otra obra cl¨¢sica, El rey de los monos-, asegura que cada vez hay m¨¢s adolescentes interesados en el g¨¦nero. Su colega Meng Xianda a?ade que abundan en la ciudad las compa?¨ªas infantiles y juveniles, as¨ª como los concursos. Lan Shichang cita por fin los dos motivos principales por los cuales los ni?os piden ingresar en este exclusivo conservatorio: "O sus padres, o alg¨²n familiar pr¨®ximo, son actores o unos grandes aficionados a este arte".
Cierto. S¨®lo hay que preguntar a la chiquiller¨ªa para comprobarlo. Wang Xi tiene 13 a?os y procede de la provincia de Henan. Menuda y pizpireta, apenas hace un a?o que asiste a la escuela, pero ya se ha convertido en una de las alumnas de canto m¨¢s aventajadas. "Aprend¨ª en casa, con la radio y la televisi¨®n. A mi abuelo, con el que vivo, le encanta la ¨®pera, y a fuerza de escucharle cantar me aficion¨¦", cuenta con permiso de su profesora, Wu Jiming, una afamada cantante que imparte su lecci¨®n pr¨¢ctica sentada tras una sencilla mesa que va golpeando con la mano para marcar a sus disc¨ªpulas el ritmo de la composici¨®n. En otra aula, Liu Ranran, paisana de Xang Xi y de su misma edad, que lleva tres a?os en el centro, atribuye tambi¨¦n a su entorno m¨¢s pr¨®ximo, en su caso a su abuela, la iniciaci¨®n en el jingju. Junto a su amigo Tang Suyang ensaya un di¨¢logo. ?l da vida a un valeroso general; ella, a una fr¨¢gil princesa. El militar parece enfadado, la doncella da la impresi¨®n de querer apaciguarle. Acompa?a sus palabras con unos gr¨¢ciles movimientos de los dedos de las manos. "Cada gesto tiene un significado distinto", ilustra, a media voz para no romper la magia del instante, el profesor Li Lianzhong. En una de las paredes verdes de la clase, que van necesitando una mano de pintura, hay grabado un coraz¨®n que encierra la frase an¨®nima "I love you". Bonito decorado natural para una escena de amor.
Wang Hao, de 14 a?os, natural de Hebei y fan incondicional del futbolista del Bar?a Eto'o, es la excepci¨®n a la regla de que los antecedentes familiares resultan determinantes. ?l acab¨® aqu¨ª a causa de su car¨¢cter hiperactivo, una excelente cualidad para el papel de chou, su especialidad. "Siempre he sido muy inquieto, pero de peque?o no paraba un segundo. Era un ni?o muy travieso, por lo que mi madre, con la idea de que me desfogara, me mandaba hacer volteretas. Les pill¨¦ el gusto, y aqu¨ª estoy", relata, divertido, mientras se maquilla -esos maravillosos maquillajes semejan finas m¨¢scaras de porcelana- como Sun Wukong, el rey de los monos, su personaje preferido por las muchas acrobacias y brincos que le asigna el libreto.
Vi¨¦ndolos re¨ªr, bajar las escaleras de los dormitorios dando saltitos, saludando al extranjero con un dulce y ceremonioso nijao (hola), cuchicheando en corrillos, bromeando con los profesores durante los escasos recreos?, se dir¨ªa que estos chavales no est¨¢n nada traumatizados por la organizaci¨®n casi militar del centro. Misterios del alma china. "Les compensa el sacrificio", insiste Lang Shichang, "porque se han impuesto un objetivo: ser divos de la ¨®pera de Pek¨ªn". ?Todos? "Creo que al principio s¨ª lo ambiciona la inmensa mayor¨ªa, lo que no significa que lo logre; muchos acaban en el cine", contesta el maestro con cierto tono de piedad hacia estos ¨²ltimos, a quienes, por lo que se ve, considera casi unos fracasados. ?En el cine, igual que Jackie Chan? "No, no hay comparaciones posibles, el suyo es otro mundo", zanja.
Un r¨¢pido sondeo entre los alumnos que se ponen a tiro vuelve a corroborar que, para los docentes, son casi di¨¢fanos. "Mi sue?o es ser una gran actriz de la ¨®pera de Pek¨ªn, una de las joyas de nuestro pa¨ªs, y difundirla por todo el mundo", enfatiza Liu Ranran. Id¨¦ntico futuro aguardan Wang Xi y la risue?a Zhang Zhetong, de 12 a?os, a la que fascina el papel de wudan (mujer militar), con sus aparatosos tocados de los que surgen largu¨ªsimas plumas. Y hasta Li Yiming -un renacuajo de 11 a?os, calzado con una especie de coturnos y engalanado con los pesados ropajes de un wusheng (var¨®n militar)-, que acaba de recibir una rega?ina del maestro Wang Daicheng por no esmerarse lo bastante, afirma no imaginar otro destino que el de seducir al p¨²blico con su arte.
Resulta extra?o que esta suerte de frasco de las esencias chinas que es la escuela -un p¨®ster de Benicio del Toro en la pared de una de las habitaciones de las chicas y el "I love you" en el coraz¨®n antes mencionado son las m¨¢ximas huellas de occidentalizaci¨®n que se perciben- pueda mantenerse anclada en el pasado, al margen de la radical transformaci¨®n, urbana y social, que est¨¢ experimentando Pek¨ªn -en parte, por la cita ol¨ªmpica de 2008- y de las modas juveniles occidentales. China, que se ha convertido en una potencia mundial exportadora, tambi¨¦n lo es en disc jockeys. Los m¨¢s renombrados festivales de m¨²sica tecno del mundo fichan a pinchadiscos chinos. Las discotecas pequinesas m¨¢s cool, como Cloud 9 o Tango, est¨¢n abarrotadas; la cultura hip hop arrasa, y, en otro estilo, los karaokes llenan cada noche.
El sin¨®logo franc¨¦s Fran?ois Jullien (La China da que pensar, editorial Anthropos) sostiene que la globalizaci¨®n ha obligado a China a "tomar conciencia de su fuerza" y a "sentirse orgullosa de la riqueza de su pasado". Y algo de eso debe de haber. La apertura al exterior de la Escuela de la ?pera de Pek¨ªn apunta a ello. Un grupo de sus alumnos fue autorizado a participar el verano pasado en la ceremonia inaugural de los Juegos Ol¨ªmpicos de Atenas, y a principios de este a?o, 26 de ellos llevaron al prestigioso teatro de Bobigny, en la conurbaci¨®n de Par¨ªs, tres singulares programas que incluyen una miscel¨¢nea de escenas de obras del repertorio cl¨¢sico y que muestran sobre el escenario el aprendizaje de los distintos caracteres del jingju. Este inusual trabajo vuelve ahora a Europa: a Barcelona, el pr¨®ximo julio, dentro del Festival Grec.
"Para nosotros es una gran oportunidad poder llevar la ¨®pera de Pek¨ªn fuera de China. El viaje a Par¨ªs fue muy fruct¨ªfero. Adem¨¢s de tener ocasi¨®n de difundir nuestro arte en el extranjero -gracias, en parte, al ¨¦xito que obtuvimos en Francia-, las autoridades chinas han abierto una reflexi¨®n sobre el g¨¦nero, que en los ¨²ltimos tiempos hab¨ªa perdido espectadores, y pretenden apoyarlo para cultivar nuevos p¨²blicos, sobre todo j¨®venes", se?ala la directora de la escuela. Lejos quedan las tesis de la Revoluci¨®n Cultural, en la que se prohibi¨® la representaci¨®n de las piezas tradicionales de la ¨®pera y s¨®lo se permit¨ªa escenificar las de contenido revolucionario. "Yo misma sufr¨ª esa ¨¦poca", evoca Sun Yumin. "Me toc¨® interpretar dos de las obras escritas por Chian Ching, la esposa de Mao. Pero muy pronto me qued¨¦ sin trabajo como actriz, ya que se prefer¨ªa a las int¨¦rpretes de origen campesino y a m¨ª me asignaron tareas de bur¨®crata. Por suerte, ¨¦stos son otros tiempos".
La Escuela de la ?pera de Pek¨ªn actuar¨¢ en el Mercat de les Flors de Barcelona del 5 al 10 de julio, dentro de la programaci¨®n del Festival Grec.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.