La casa amarilla de la amazona azul donde convivieron Gabriele M¨¹nter y Vasili Kandinsky
Una exposici¨®n en el Museo Thyssen trae el recuerdo de la vivienda que comparti¨® la pareja de artistas en Murnau, un pueblo a orillas del lago Staffel y al pie de los Alpes b¨¢varos
Entro en el Museo Thyssen de Madrid para ver la exposici¨®n de Gabriele M¨¹nter. Una de las grandes pintoras del expresionismo alem¨¢n, que por fin se sit¨²a en pie de igualdad con sus compa?eros masculinos. Ya desde los primeros cuadros que observo, como El desayuno de los p¨¢jaros, acude a m¨ª el recuerdo de la casa donde Gabriele vivi¨® con Vasili Kandinsky, en el pueblo de Murnau, que visit¨¦ en el invierno del a?o pasado. Kandinsky fue su maestro de pintura y se convirti¨® en su pareja sentimental.
Despu¨¦s de viajar juntos por Europa y el norte de ?frica, decidieron que necesitaban una casa donde pintar y llevar una vida estable. Se enamoraron de Murnau, un pueblo a orillas del lago Staffel y al pie de los Alpes b¨¢varos. Gabriele compr¨® la casa amarilla, construida seg¨²n el modelo de los chalets de la zona, y desde 1908 vivieron en ella. Con la pareja de los tambi¨¦n pintores rusos Marianne von Werefkin y Alex¨¦i von Jawlensky se volvieron inseparables, pose¨ªdos por la efervescencia de retratar paisajes y figuras humanas como nunca se hab¨ªa hecho.
Observo las no pocas pinturas con paisajes nevados que ofrece la exposici¨®n de M¨¹nter en Madrid y recuerdo la blancura de los campos cubiertos de nieve y los lagos helados de Murnau con su tenue luz invernal. Al entrar al jard¨ªn nevado en la casa-museo, me llamaron la atenci¨®n las pinturas realizadas en los muebles y las escaleras de madera. En las explicaciones que se ofrecen en el museo le¨ª que, al adquirir la casa, la pareja se puso manos a la obra pintando las paredes y decorando el mobiliario. Efectivamente, el interior de la vivienda, que aquel d¨ªa tanto contrastaba con los blancos y callados paisajes, es en s¨ª una obra de arte: las paredes de los cuartos lucen todo lujo de colores vivos ¡ªrojos, azules, verdes¡ª y en las escaleras de madera, al igual que en los muebles campesinos, abundan pinturas de jinetes, ¨¢rboles y flores.
Paso a otra sala de la exposici¨®n y me detengo ante el cuadro Paseo en barco, con Gabriele M¨¹nter remando de espaldas a m¨ª, Kandinsky de pie y dos personas m¨¢s: Marianne von Werefkin y el hijo de Jawlensky. Entonces pienso en todos esos artistas que ven¨ªan a la casa amarilla; all¨ª acud¨ªa el compositor Arnold Sch?nberg, adem¨¢s de los pintores Macke y Franz Marc, que junto con sus anfitriones fundaron el grupo Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), clave en el expresionismo moderno. Todos esos creadores que visitaban a Gabriele y a Kandinsky, y cuyos retratos cuelgan en las paredes de la casa amarilla, dieron una nueva orientaci¨®n al arte del siglo XX. Algunos, como Kandinsky y Jawlensky, llevaron su b¨²squeda espiritual hasta una nueva orientaci¨®n: el arte abstracto.
En 1914 la guerra acab¨® con la alegr¨ªa y la vitalidad del grupo. De un d¨ªa para otro, Kandinsky, en tanto que ciudadano ruso, se hab¨ªa convertido en enemigo de Alemania y, tras unos meses con Gabriele en la Suiza neutral, volvi¨® solo a Rusia, donde se cas¨®. Gabriele pas¨® los a?os b¨¦licos en Estocolmo.
Durante el nazismo y la II Guerra Mundial, la pintora hab¨ªa logrado salvar sus cuadros, los de Kandinsky y los de otros expresionistas, se?alados por los nazis como arte degenerado, escondi¨¦ndolos en el s¨®tano de su casa, ayudada por su marido, el historiador del arte Johannes Eichner. La Gestapo no descubri¨® el tesoro. Cuando en 1957 Gabriele cumpli¨® 80 a?os, leg¨® su colecci¨®n a la St?dtische Galerie de M¨²nich. La pintora pas¨® el resto de su vida en Murnau, donde muri¨® en 1962.
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