Capital social y crecimiento econ¨®mico: ?importa la confianza?
Con el paso del tiempo, se ha ido ampliando la colecci¨®n de activos a los que se reconoce capacidad productiva. Desde que los padres de la Econom¨ªa Pol¨ªtica explicaron las claves de la acumulaci¨®n de capital en maquinaria en las sociedades industriales, se ha reconocido la importancia crucial de otros capitales para la mejora de la productividad, como las infraestructuras p¨²blicas, el capital humano y el tecnol¨®gico. En todos estos casos, las valoraciones de dichos activos materiales o intangibles y de su aportaci¨®n al crecimiento se hacen cuantificando la inversi¨®n en los mismos y su ritmo de depreciaci¨®n, mediante variantes del m¨¦todo del inventario permanente.
Hace muchos a?os que los cient¨ªficos sociales y los responsables de las instituciones p¨²blicas o privadas perciben que tambi¨¦n las relaciones sociales, sobre todo cuando son duraderas y se basan en la confianza, representan un activo que mejora la productividad y el crecimiento.
Lo que el capital social produce son incentivos a cooperar, como consecuencia de la confianza en que seremos bien tratados por los dem¨¢s
Entre 1975 y 1985, la combinaci¨®n de estancamiento, desempleo, crisis bancarias y transici¨®n pol¨ªtica, produjo una intensa destrucci¨®n de confianza
Si se consideran los 26 pa¨ªses del OCDE, en todos se ha acumulado capital social en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, pero con intensidades desiguales
Esta idea ha cuajado m¨¢s recientemente en numerosos trabajos sobre capital social, una expresi¨®n popularizada por Putnam, seg¨²n la cual las relaciones sociales repetidas y las redes sociales en las que se cultiva la confianza constituyen un verdadero capital. Un estudio que acaba de publicar la Fundaci¨®n BBVA, Capital Social: una aproximaci¨®n econ¨®mica, estima que la mejora de la confianza en la ¨²ltima d¨¦cada puede haber representado una aportaci¨®n del capital social al crecimiento de casi medio punto porcentual al a?o.
Los servicios que este activo aporta se pueden manifestar en el ¨¢mbito econ¨®mico, pero tambi¨¦n en el de la acci¨®n social, la acci¨®n colectiva o el buen gobierno. Lo que el capital social produce son incentivos a cooperar, como consecuencia de la confianza en que seremos bien tratados por los dem¨¢s, basada en pasadas experiencias positivas. Gracias a esa confianza, en muchas relaciones -econ¨®micas, pol¨ªticas o de otro tipo- en las que existe incertidumbre, se reducen los costes de transacci¨®n y supervisi¨®n, y los riesgos derivados de la interdependencia estrat¨¦gica en condiciones de informaci¨®n incompleta. La cooperaci¨®n puede ser muy importante para mantener bajo control esos costes de funcionamiento de las complejas sociedades en las que vivimos, en las que es tecnol¨®gicamente posible interactuar con desconocidos, pero no lo har¨ªamos si los riesgos asociados a ello fueran demasiado elevados.
El inter¨¦s por el capital social es muy amplio en los ¨²ltimos a?os entre los especialistas de varios campos de las ciencias sociales y los expertos de los organismos internacionales preocupados por las pol¨ªticas de desarrollo. Unos y otros se preguntan si el capital social puede ser una de las claves que pone en marcha el motor del desarrollo sostenible y si puede ser fomentado por las pol¨ªticas p¨²blicas. Sin embargo, un obst¨¢culo para responder a esas cuestiones es que, hasta ahora, no se dispone de medidas del capital social satisfactorias. El estudio mencionado representa un avance en este sentido porque, usando una metodolog¨ªa similar a la que se emplea para medir el capital f¨ªsico, estima series largas de capital social para un amplio n¨²mero de pa¨ªses de la OCDE y para las regiones y provincias espa?olas y analiza sus efectos sobre el crecimiento.
Una de sus innovaciones es que, en lugar de poner el ¨¦nfasis en las asociaciones voluntarias como caldo de cultivo de la confianza, considera que las relaciones econ¨®micas son cruciales para la acumulaci¨®n de capital social. Cuando los individuos forman parte de una sociedad que progresa y la mayor¨ªa participa de los buenos resultados, tambi¨¦n en sus actividades dentro de los mercados y en las empresas aprenden a confiar y a cooperar.
Los incentivos que favorecen las actitudes confiadas y los comportamientos cooperativos ser¨ªan aquellas circunstancias que confirman que invertir en confianza es rentable: las mejoras sustanciales de renta y la amplia participaci¨®n en las mismas, logradas mediante la generaci¨®n de empleo y las pol¨ªticas de igualdad de oportunidades; un sistema financiero abierto que facilite el acceso al cr¨¦dito y haga viable el desarrollo de proyectos personales o de grupo; y un marco normativo y de valores ampliamente compartido, transmitido por un sistema educativo que alcance a la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Por el contrario, el estancamiento, la desigualdad, el desempleo, las barreras culturales o las fracturas en el sistema de valores, o un marco normativo injusto que tolere comportamientos aprovechados, dificultan la inversi¨®n en capital social y deprecian r¨¢pidamente la confianza acumulada.
As¨ª pues, para acumular capital social es crucial sostener el crecimiento y tambi¨¦n distribuir el bienestar. Los pa¨ªses que logran mantener su progreso en ambos sentidos durante largos periodos de tiempo acumulan confianza en sus propias posibilidades, lo que refuerza la cooperaci¨®n. No obstante, esto no siempre se logra y la evoluci¨®n del capital social se caracteriza por su sensibilidad a las crisis duraderas, m¨¢s todav¨ªa si van acompa?adas de reformas pol¨ªticas y de los marcos normativos de gran calado.
La experiencia espa?ola es en esto paradigm¨¢tica y, entre 1975 y 1985, la combinaci¨®n de estancamiento econ¨®mico, desempleo, crisis bancarias y transici¨®n pol¨ªtica, produjo una intensa destrucci¨®n de capital social que afect¨® negativamente al ya escaso crecimiento. En cambio, reconstruido el marco normativo dentro del nuevo horizonte europeo y recuperado el crecimiento a buen ritmo, durante los ¨²ltimos 20 a?os la sociedad espa?ola ha vuelto a acumular confianza. En particular, durante la ¨²ltima d¨¦cada se han dado grandes pasos para solucionar el problema de paro masivo que destru¨ªa la confianza, lo que ha reforzado la tasa de crecimiento anual en casi medio punto.
Si se consideran los 26 pa¨ªses del OCDE estudiados, se comprueba que en todos se ha acumulado capital social en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, pero con intensidades y ritmos de evoluci¨®n desiguales, en los que existen periodos de retroceso. Dos rasgos comunes a muchos pa¨ªses son el estancamiento de la confianza en los a?os setenta y parte de los ochenta, y el progreso de la misma en la ¨²ltima d¨¦cada. Durante la misma, Espa?a destaca por la intensidad de la acumulaci¨®n de confianza, como consecuencia de su diferencial positivo de crecimiento de la producci¨®n y el empleo.
?Ser¨¢ posible mantener la acumulaci¨®n de capital social en el futuro? La situaci¨®n actual combina varias circunstancias distintas. Por una parte, vivimos en un mundo mucho m¨¢s integrado y complejo, en el que son m¨¢s relevantes los ahorros de costes que el capital social proporciona. Afortunadamente, en los ¨²ltimos a?os se est¨¢n logrando ritmos de desarrollo elevados en la mayor¨ªa de los continentes, que incentivan la inversi¨®n en confianza a escala mundial. Pero, por otra parte, el acelerado ritmo de muchos cambios puede ser semilla de destrucci¨®n del capital social, porque se plantean nuevas incertidumbres, a veces muy intensas para ciertos grupos, sectores productivos o territorios que ven amenazado su futuro.
La evoluci¨®n del capital social depender¨¢ de la capacidad de asimilar los nuevos retos sin poner en cuesti¨®n ni el crecimiento ni la cohesi¨®n social. El desaf¨ªo actual lo abordamos mucho mejor dotados porque, como ya observaba David Ricardo a principios del siglo XIX refiri¨¦ndose a otros capitales, "en pa¨ªses ricos y poderosos, en los que se invierten grandes capitales en maquinaria, se experimentar¨¢n m¨¢s trastornos a consecuencia de un cambio s¨²bito en el comercio que en los pa¨ªses pobres donde la mano de obra realiza m¨¢s trabajo...
Sin embargo, es ¨¦ste un mal al que una naci¨®n pr¨®spera puede estar expuesta y ser¨ªa tan il¨®gico quejarse de esto como si un rico mercader lamentara que su barco estuviese expuesto a los peligros del oc¨¦ano, mientras la casa de su vecino pobre se halla a cubierto de tales azares". En este contexto, la continuidad del crecimiento agregado y de la creaci¨®n de empleo, la solidez en la gesti¨®n del Estado de bienestar y la mejora de los niveles educativos de la poblaci¨®n, constituyen las bases poderosas sobre las que se asientan los comportamientos cooperativos que se observan en muchos ¨¢mbitos de la vida econ¨®mica y social, y que constituyen un activo que es fundamental conservar y acrecentar.
Francisco P¨¦rez es Catedr¨¢tico de la Universidad de Valencia y director de investigaci¨®n del Instituto Valenciano de Investigaciones Econ¨®micas.
![Donald Johnston, secretario general de la OCDE.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PFQ2NLS242F7PZRJFDJROGS6EM.jpg?auth=7abcf9030d32b1d0d7ba57ef841af791a2452b30e3f533a8d5be2e6733fe43b7&width=414)
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