En defensa del derecho de asilo y refugio
Hoy se celebra el D¨ªa Internacional del Refugiado. Defender el derecho de asilo es hoy una exigencia ¨¦tica, de primer orden, en las democracias avanzadas. El derecho de asilo, consagrado en el art¨ªculo 14 de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos, regulado en la Convenci¨®n de Ginebra de 1951 y el Protocolo de Nueva York de 1967, amparado en la Constituci¨®n de 1978 y desplegado, en el caso de Espa?a, en leyes aprobadas en 1984 y 1995, ha vivido en toda Europa desde la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn un lento, pero inexorable deterioro. En nombre de la contenci¨®n de los flujos migratorios, la lucha contra la inmigraci¨®n irregular y la erradicaci¨®n del abuso en la utilizaci¨®n de las previsiones consideradas en la Convenci¨®n de Ginebra, los Gobiernos europeos han impulsado modificaciones legales y han aplicado pol¨ªticas concretas orientadas, fundamentalmente, a limitar la protecci¨®n de las personas que reclaman ver reconocida su condici¨®n de asilado y refugiado.
Es necesario un asilo com¨²n que no condene a los refugiados a malvivir, ni a las v¨ªctimas de dictaduras a no tener esperanza
No vamos a negar, a estas alturas, las dificultades y los problemas vinculados al manejo de los flujos migratorios en todo el espacio europeo; ni tampoco podemos reconocer que, en determinados pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, la ausencia de canales legales de acceso a los mercados de trabajo para las personas inmigrantes determin¨® que fuese la v¨ªa del asilo y el refugio el principal cauce de llegada, para miles de personas desesperanzadas de ?frica, Asia, Am¨¦rica Latina o de los antiguos territorios sovi¨¦ticos, a la Europa democr¨¢tica y rica, en b¨²squeda de futuro. De ah¨ª, a convertir a cientos de refugiados pol¨ªticos, a cientos de desplazados forzosos, a cientos de v¨ªctimas de las guerras, a cientos de personas que han visto gravemente violados sus derechos m¨¢s b¨¢sicos, en parias, ha pasado un instante, un instante que choca frontalmente con los valores m¨¢s fundamentales de nuestras democracias. Ya no se trata s¨®lo de recordar, en nuestro caso, la importancia que tuvo para todos los antifranquistas la existencia del derecho del asilo, o la capacidad de acogida de los pa¨ªses de la Am¨¦rica Latina para los republicanos que huyeron de Catalu?a, con la entrada de Franco en nuestro pa¨ªs, o la ocupaci¨®n nazi de Francia, ni tampoco tener presente el papel que tuvo el derecho de asilo para proteger a las v¨ªctimas del horror comunista que viv¨ªan detr¨¢s del tel¨®n de acero; se trata, sobre todo, de hacer cre¨ªbles y reales los valores en los que se fundamenta nuestra vida colectiva y que sit¨²an el reconocimiento de la dignidad a todas las personas, en el centro de nuestro quehacer en com¨²n.
En noviembre de 1980, un grupo de catalanes comprometidos con los derechos humanos, bajo el liderazgo del senador Felipe Sol¨¦ i Sabar¨ªs, pusieron en marcha la Associaci¨® Catalana de Solidaritat i Ajuda als Refugiats (ACSAR), como instrumento de la sociedad civil para activar voluntades y recursos para hacer real la acogida aquellos que hu¨ªan de las dictaduras, la guerra y el genocidio. En estos ¨²ltimos meses, ACSAR est¨¢ viviendo un nuevo impulso, un nuevo impulso que pretende sensibilizar a la sociedad catalana sobre la situaci¨®n del refugio y el asilo en el mundo, defender la aplicaci¨®n estricta de la Convenci¨®n de Ginebra y movilizar recursos en la acogida y la integraci¨®n de las personas refugiadas.
Las pol¨ªticas de contenci¨®n de la Uni¨®n Europea en el ¨¢mbito del refugio han tenido su impacto y as¨ª en los ¨²ltimos 10 a?os el n¨²mero de solicitudes de asilo ha descendido en un 10%. En el a?o 2004 se ha alcanzado el numero m¨¢s bajo de reconocimientos de refugio desde el a?o 1988 y en Espa?a, la disminuci¨®n ha sido del 9%, lleg¨¢ndose a una cifra de solicitudes de poco m¨¢s de 5.000 personas. Mantener a¨²n el discurso sobre el abuso del derecho de asilo es ya excesivo.
Mientras tanto en Chechenia, en Colombia, en Cuba, en China, en tantos pa¨ªses de ?frica y de Oriente Medio, los derechos humanos contin¨²an siendo violados, las detenciones son arbitrarias, las ejecuciones se mantienen, las torturas son sistem¨¢ticas y mujeres y ni?os se han convertido en uno de los principales grupos de riesgo. Todo ello configura una realidad en la que la indiferencia no es aceptable. Europa debe asumir sus compromisos, sin miedos y con sentido de la justicia, haciendo honor a sus valores. Y debe hacerlo de manera compartida.
Efectivamente, la Uni¨®n Europea debe avanzar hacia un sistema de asilo com¨²n, mejor gestionado, realmente accesible, m¨¢s equitativo, que no condene a los refugiados a malvivir en fronteras rec¨®nditas, ni a las v¨ªctimas de las dictaduras a quedarse sin esperanza.
Nuestro compromiso debe ser claro y transparente, porque como afirm¨® Einstein la vida es muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal sino por las se sientan a ver lo que pasa.
Carles Campuzano Canad¨¦s es diputado en el Congreso y miembro de la Fundaci¨®n ACSAR.
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