ETA ha convertido los anuncios de tregua en otro elemento t¨¢ctico
La organizaci¨®n terrorista ha ido sucediendo desde 1988 diversos anuncios de alto el fuego en funci¨®n de sus necesidades
La organizaci¨®n terrorista ETA ha empleado durante su historia el recurso a decretar una tregua, ya sea total, ya sea limitada a alg¨²n frente -seg¨²n su peculiar terminolog¨ªa-, como una forma m¨¢s de lucha que interpreta plenamente integrada en su acci¨®n armada. Su intenci¨®n ha sido, en una u otra ocasi¨®n, presionar a quien en ese momento ocupase el Gobierno espa?ol a sentarse a negociar aceptando sus postulados o implicar a los partidos nacionalistas para que se atasen a su apuesta por la independencia. Y, como corolario, las treguas daban a la banda un margen para reorganizar su direcci¨®n y sus comandos e incluso para surtirse de nuevas armas en el mercado internacional, como dejaron patente las detenciones y operaciones policiales que siguieron al fin de la ¨²ltima tregua indefinida, decretada por la banda en septiembre de 1998 y a la que ETA puso fin 14 meses despu¨¦s.
"Los periodos de tregua", ha dejado escrito la banda, "deben ser utilizados como instrumentos t¨¢cticos que desbloqueen o faciliten situaciones".
La nueva tregua parcial que la organizaci¨®n armada ha decretado con fecha del pasado 1 de junio, seg¨²n el texto del comunicado que ayer publicaron los diarios Gara y Berria, llega en el que quiz¨¢ sea el momento m¨¢s d¨¦bil de la historia de la banda, tanto operativa como pol¨ªticamente. Y llega al mismo tiempo en que el Gobierno central ha reabierto una v¨ªa para buscar el fin de la violencia, siempre condicionada, eso s¨ª, a que la banda acredite de forma fehaciente su voluntad de dejar las armas. El anuncio llega, adem¨¢s, cuando ETA ha cumplido el m¨¢s largo periodo en democracia -dos a?os y un mes- sin cometer ning¨²n asesinato, periodo en el que sus comandos han colocado cerca de 70 artefactos explosivos y han mantenido la extorsi¨®n a los empresarios que sirve para nutrir sus cuentas.
Argel
La banda deja de considerar como objetivos a los cargos electos del PSOE y el PP, los mismos que en los ¨²ltimos diez a?os ha convertido en el centro de su estrategia para forzar a ambos partidos a claudicar a sus exigencias. Sin embargo, deja abierta la v¨ªa, como forma de presi¨®n, de atentar contra cualquier otro de los m¨²ltiples sectores sociales (militares, agentes de fuerzas de seguridad, jueces, periodistas...) que mantiene como objetivos.
ETA ha manejado las treguas como instrumento durante los ¨²ltimos 17 a?os de sus m¨¢s de cuatro d¨¦cadas de actividad.
El 29 de enero de 1988, apenas seis meses despu¨¦s del atentado m¨¢s sangriento cometido por la banda -el del Hipercor de Barcelona, que cost¨® la vida a 21 personas y caus¨® heridas de diversa gravedad a otras 45-, la banda ofreci¨® al entonces Gobierno socialista una tregua "no superior" a dos meses si se reanudaban las conversaciones que llevaba cerca de un a?o entabladas en Argel. En ese momento, la banda, como ha hecho en otras treguas posteriores, quer¨ªa igualar el alto a los atentados ("cesar¨ªan las ejecuciones", dec¨ªa textualmente su comunicado) con la pretensi¨®n de que, en contrapartida, las Fuerzas de Seguridad no arrestasen a activistas.
El Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez no respondi¨® a esa oferta y el frustrado proceso negociador de Argel se ti?¨® de otros anuncios de breves treguas o suspensi¨®n de actividades de los comandos: en febrero y en noviembre de 1988, pr¨¢cticamente en el mismo plazo que permaneci¨® secuestrado el empresario Emiliano Revilla, la banda ofreci¨® en los mismos t¨¦rminos otros ceses de hostilidades por periodos de 60 d¨ªas, que no fructificaron.
En enero de 1989, la banda declar¨® una tregua de dos semanas, en la que por vez primera no exig¨ªa contrapartidas, coincidiendo con la reanudaci¨®n de las conversaciones de Argel, que prorrog¨® a finales de ese mes (y tambi¨¦n el 27 de marzo) hasta que el proceso abierto en la capital norteafricana se pudri¨®. La banda armada anunci¨® el 4 de abril de ese a?o el fin del alto el fuego.
La ca¨ªda de su direcci¨®n en Bidart, en marzo de 1992, uno de los mayores golpes que hab¨ªa recibido hasta la fecha, fue respondida por la organizaci¨®n, cuatro meses despu¨¦s, con una oferta de tregua de dos meses que permitiese abrir un proceso de contactos "en un pa¨ªs neutral" que desembocase en una negociaci¨®n con el Gobierno. De nuevo, nada.
El empleo m¨¢s acabado de la tregua t¨¢ctica como estrategia etarra lleg¨® en junio de 1996, cuando la banda recibi¨® al primer Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar -a quien hab¨ªa intentado asesinar un a?o antes- con una oferta de cese de atentados durante una semana mientras el funcionario de prisiones Jos¨¦ Antonio Ortega Lara ya estaba secuestrado.
Altos el fuego sectoriales
Su finalidad, reconocida despu¨¦s por ETA, era claramente hundir el Pacto de Ajuria Enea y lograr que el PNV y EA rompiesen "definitivamente sus amarras con el Estado espa?ol". Una negociaci¨®n secreta fue la que en 1998 dio origen al pacto de unidad nacionalista de Lizarra, que se tradujo en septiembre de ese a?o en el m¨¢s largo alto el fuego declarado por la banda en toda su historia. Durante ese plazo, el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar lleg¨® incluso a enviar a tres representantes personales del presidente del Ejecutivo a negociar con la c¨²pula de la banda en Z¨²rich.
En noviembre de 1999, la banda decidi¨® poner fin a ese plazo de suspensi¨®n de los atentados, al interpretar que el PNV y EA hab¨ªan incumplido los compromisos que hab¨ªan alcanzado con ella, acuerdos que las direcciones de los dos partidos nacionalistas democr¨¢ticos siempre han negado, incluso cuando la banda desvel¨® los documentos que ambas partes se cruzaron. Durante esos 14 meses, la banda rearm¨® a muchos de sus comandos, como las posteriores operaciones policiales -la organizaci¨®n terrorista volvi¨® a matar en enero de 2000- pusieron de relieve.
En el medio quedan dos de las treguas sectoriales decididas por los terroristas. En noviembre de 1997, la banda anunciaba que suspend¨ªa "todas las acciones previstas" en lo que llamaba "el frente de las c¨¢rceles", es decir, los atentados contra funcionarios de prisiones, a instancias del sindicato nacionalista ELA. El psic¨®logo de la prisi¨®n donostiarra de Martutene, Francisco Javier G¨®mez El¨®segui, militante de dicha central, hab¨ªa sido asesinado en marzo de ese mismo a?o. Ese particular alto el fuego dur¨® hasta octubre de 2000, cuando una bomba lapa hizo saltar por los aires en Vitoria al funcionario de prisiones M¨¢ximo Casado.
El segundo alto el fuego sectorial fue desvelado por la propia banda en junio de 1998, cuando anunci¨® el final de una tregua unilateral con la Ertzaintza que supuestamente hab¨ªa mantenido los seis meses anteriores. La polic¨ªa vasca es ahora uno de los objetivos prioritarios de ETA.
Queda finalmente la ¨²ltima tregua, te¨®ricamente a¨²n en vigor, y limitada en este caso territorialmente. Es la que ETA decret¨® para Catalu?a el 18 de febrero de 2004, en plena precampa?a de las generales de ese a?o y un mes y medio despu¨¦s de que el l¨ªder de ERC, Josep Lluis Carod-Rovira, se hubiese entrevistado en Francia con una representaci¨®n de la banda encabezada por su entonces n¨²mero uno, Mikel Antza.
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