ETA baja un escal¨®n
En su segundo comunicado en tres d¨ªas, ETA anunci¨® ayer que suspende los atentados contra los pol¨ªticos de los dem¨¢s partidos. La raz¨®n aducida por la organizaci¨®n terrorista es que ha habido "cambios pol¨ªticos", entre los que destaca la victoria de la izquierda abertzale frente a la "pol¨ªtica de ilegalizaci¨®n" y el fracaso del Pacto Antiterrorista. Entra dentro de lo que cabe esperar de una organizaci¨®n terrorista que presente su retirada de uno de los frentes en que ejerce la violencia como una victoria. Sin embargo, la realidad es m¨¢s bien la contraria.
Hasta mediados de los noventa, ETA mataba principalmente a polic¨ªas y militares. Desde el asesinato de Gregorio Ord¨®?ez, en 1995, casi un tercio del total de v¨ªctimas han sido pol¨ªticos en activo, de acuerdo con la estrategia de "socializaci¨®n del sufrimiento". En marzo de 2001, un activista declaraba al peri¨®dico La Repubblica: "ETA ha definido bien sus objetivos (...). Concejales del PP y del PSOE, por ejemplo, no caben dudas: son objetivos leg¨ªtimos a eliminar".
A fines de 2002, ETA ampliaba la amenaza declarando "objetivos militares" a todas las sedes y actos pol¨ªticos de ambos partidos. ?se fue uno de los principales argumentos pol¨ªticos para la ilegalizaci¨®n de Batasuna: no era admisible que tuviera existencia legal y financiaci¨®n p¨²blica un partido que formaba parte de una estructura (ll¨¢mese KAS o MLNV) que consideraba leg¨ªtimo asesinar a los miembros de las formaciones con las que compet¨ªa electoralmente.
Por eso, tal vez esperan que si el brazo militar deja de matar (y de amenazar) a los pol¨ªticos no nacionalistas se levante la prohibici¨®n que pesa sobre el brazo pol¨ªtico. El comunicado justifica esos asesinatos en t¨¦rminos de insuperable cinismo: los responsables pol¨ªticos "han recibido el mensaje" y ahora ya saben "los resultados de predicar la negaci¨®n de Euskal Herria". Cuando dicen estar a la espera de una respuesta positiva de Par¨ªs y Madrid "a la voluntad que ETA ha demostrado" piensan seguramente en la legalizaci¨®n de Batasuna a cambio de esta tregua selectiva que el Gobierno y todas las formaciones pol¨ªticas han coincidido en considerar insuficiente.
ETA lleva dos a?os sin conseguir matar, pero no sin actuar. La mayor parte de su actividad en los dos ¨²ltimos a?os tuvo una motivaci¨®n econ¨®mica: relacionada con el turismo, la extorsi¨®n o lo que en su anterior comunicado llamaban "intereses espa?oles". Tal vez ETA piensa en un futuro a la irlandesa en el sentido de recuperar la legalidad del brazo pol¨ªtico mientras el militar se dedica a pr¨¢cticas mafiosas. Pero aunque sea en esos t¨¦rminos, si ETA se plantea abandonar la estrategia iniciada en 1995 no es porque haya fracasado el Pacto Antiterrorista, sino por lo contrario: porque la firmeza policial y judicial ha resultado eficaz para que los de Otegi duden si les conviene seguir uncidos a ETA. En todo caso, para valorar esta ¨²ltima iniciativa cuenta m¨¢s el "cierre de un frente" que las razones con que lo justifiquen.
Sin embargo, no se dan todav¨ªa las condiciones planteadas por el Gobierno y el Parlamento para iniciar un di¨¢logo. Ni siquiera se trata de una tregua como la de 1998. Seguramente es un intento de recuperar la iniciativa, emplazando al Gobierno a responder a cada gesto suyo con una contrapartida. Pero esa hip¨®tesis la hizo imposible ETA al romper la tregua en 2000. Hasta los dirigentes del PNV m¨¢s proclives a la negociaci¨®n dedujeron de aquella experiencia que s¨®lo ante un abandono definitivo de las armas podr¨ªan asumirse los riesgos de un proceso de di¨¢logo. Si Otegi quiere ser legal tendr¨¢ que hacer comprender a ETA que la ¨²nica desmilitarizaci¨®n pendiente es la suya.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.