Carlos Fuentes y el refer¨¦ndum franc¨¦s

Por haber sido embajador en Francia hace unos tres decenios

y leer Le Monde o Le Figaro, se imagina Carlos Fuentes -EL PA?S de 16 de junio- estar en condiciones de disertar sin matices sobre el refe-r¨¦ndum del 29 de mayo en Francia. Caricaturiza ferozmente los argumentos del no e idealiza los del s¨ª. Como broche final, asimila el triunfo del no a un regreso de Ast¨¦rix, ridiculizando sin rubor el voto mayoritario, democr¨¢tico, del pueblo franc¨¦s. Su opini¨®n arbitraria no es de extra?ar: no hace sino mimetizar la de las ¨¦lites francesas. Es de saber que con cort¨ªsimas excepciones -L'Humanit¨¦, Le Monde Diplomatique y Politis- la prensa en su conjunto ha abogado por el s¨ª y ha pasado igual con las cadenas de televisi¨®n. Pese a una presi¨®n medi¨¢tica abrumadora, un 55% de los votantes -con una participaci¨®n de un 70 %- ha rechazado el proyecto. Carlos Fuentes tergiversa sus motivaciones. Un ejemplo: no duda en afirmar que, desde un punto de vista social, el tratado significa notables avances. Est¨¢ en total contradicci¨®n con un eminente partidario del s¨ª socialista -socioliberal por m¨¢s se?as- Dominique Strauss Kahn, quien, en la televisi¨®n, tuvo la franqueza de admitir que, en este plano, el proyecto dejaba mucho que desear. No se ha fijado Carlos Fuentes que en la carta magna no se instituye el derecho al trabajo, sino el derecho de trabajar. No es igual, ni mucho menos. Nada de derechos a un ingreso m¨ªnimo, a un salario m¨ªnimo, a un subsidio de desempleo, a una pensi¨®n de jubilaci¨®n, a una cobertura m¨¦dica. Ninguna menci¨®n tampoco al derecho al aborto. La mayor¨ªa de los electores socialistas se han pronunciado por el no. Como no son analfabetas, chovinistas o xen¨®fobos, por algo ser¨¢.