La campa?a afgana empieza en Espa?a
Una asociaci¨®n busca apoyo para las mujeres candidatas a las elecciones
Nacida hace 30 a?os en Afganist¨¢n, Marian se convirti¨® en refugiada a los dos, el mismo a?o en el que asesinaron a su padre. Corr¨ªa el a?o 1977 y las cosas se pon¨ªan cada vez peor en Kabul. Un a?o despu¨¦s se produc¨ªa un golpe de Estado liderado desde Mosc¨² y al a?o siguiente las tropas sovi¨¦ticas ocupaban el pa¨ªs. La guerra estaba servida. Miles de personas huyeron hacia Pakist¨¢n y han vivido en campos de refugiados hasta hoy. Marian es una m¨¢s.
Pero tras miles de kil¨®metros de huidas, de idas y venidas a escondidas a su pa¨ªs, que terminaron por borrarle su verdadero nombre, ahora ha recorrido otros cientos de kil¨®metros para hacer campa?a. Marian es su nombre de guerra, porque su actividad exige el anonimato. Llega a Espa?a para pedir apoyo econ¨®mico, moral y pol¨ªtico para las 20 candidatas que se presentar¨¢n el pr¨®ximo 18 de septiembre a las elecciones parlamentarias de Afganist¨¢n. Una profesora, una estudiante, una mujer de una comunidad n¨®mada... Son algunas de las intr¨¦pidas cabezas de lista.
En Afganist¨¢n, "las mujeres que van a la universidad o al trabajo lo hacen arriesgando sus vidas"
Viene sola, invitada por la asociaci¨®n espa?ola Paz Ahora y en representaci¨®n de la Asociaci¨®n Revolucionaria de Mujeres Afganas (RAWA), pero con las ideas claras. "La teor¨ªa est¨¢ muy bien. La nueva Constituci¨®n reconoce la igualdad entre hombres y mujeres, pero no es m¨¢s que una buena declaraci¨®n de intenciones", dice en un perfecto ingl¨¦s. "La realidad es que las mujeres que van a la escuela, a la universidad o al trabajo lo hacen arriesgando sus vidas. El pa¨ªs, a excepci¨®n de Kabul gracias a las fuerzas de seguridad internacionales y de los medios de comunicaci¨®n, est¨¢ sumido en una pobreza arrastrada de a?os y existe una tremenda inseguridad".
Marian recuerda a la presentadora de televisi¨®n que mataron hace unos meses en su propia casa, el reciente conflicto por el hecho de que apareciese una mujer cantando en televisi¨®n, la cascada de casos de suicidio y de intentos de inmolaci¨®n que se registran en los hospitales, los atentados..., y se pregunta si se puede hablar de democracia cuando ¨¦sa es la realidad de un pa¨ªs.
"La democracia afgana es una pantomima. Es t¨ªtere el Gobierno de Karzai y t¨ªtere la oposici¨®n. Ambos, apoyados por Estados Unidos. En las elecciones presidenciales del pasado mes de octubre gan¨® Karzai porque no hab¨ªa otra alternativa al fundamentalismo religioso y, ahora, cada vez se acerca m¨¢s a ellos y hace m¨¢s concesiones porque la realidad es que siguen teniendo el poder". Pese a todo, est¨¢ convencida de que a¨²n existe una esperanza, que pasa por el sacrificio, el esfuerzo, la entrega (a veces incluso de la propia vida) de las afganas y los afganos. "Y, para eso, hace falta tiempo y apoyo internacional en todos los sentidos. La gente tiene mucho miedo y muy poca costumbre de tomar la iniciativa".
?sa es ahora su principal labor en Afganist¨¢n. Movilizar a las mujeres, animarlas a que alcen la voz para defender sus derechos y los de su poblaci¨®n, convencerlas de que voten a conciencia ahora que se les presenta la oportunidad. Su campa?a ha empezado en Espa?a, donde asegura que RAWA tiene grandes apoyos y donde se ha reunido ya con la secretaria de Estado de Asuntos Exteriores, Leire Paj¨ªn, y con un representante del Gobierno en Moncloa. "Aunque de momento no s¨¦ si he tenido mucho ¨¦xito", comenta.
Dentro de unos d¨ªas, tras visitar otras ciudades espa?olas, volver¨¢ a su otra vida. Tambi¨¦n sola. All¨ª la esperan su marido y sus hermanas en Kabul, un burka, un silencio impotente, un secreto vital que oculta a todos sus amigos y vecinos, pero que aqu¨ª, en Espa?a, ha gritado.
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