El turno de Blair
Seg¨²n el ministro franc¨¦s de Exteriores, el secretario de Exteriores brit¨¢nico es culpable de haber perpetrado una supercherie. No quiere decir que Jack Straw haya demostrado ser m¨¢s Cherie que Cherie Blair. Significa que ha cometido un fraude. Mientras tanto, el primer ministro franc¨¦s, Dominique de Villepin, dijo en su Parlamento que "este cheque brit¨¢nico [es decir, el reembolso que solicita el Reino Unido en el presupuesto de la UE], y lo digo con toda la amistad que siento hacia el pueblo brit¨¢nico
[advi¨¦rtase que dice el pueblo, no el Gobierno], es verdaderamente un gasto propio del ancien r¨¦gime". Teniendo en cuenta que ¨¦l es un arist¨®crata franc¨¦s nombrado a dedo, no s¨¦ si es qui¨¦n para dar lecciones. Con amigos como ¨¦stos, ?qui¨¦n necesita enemigos?
Lo que han querido decir los ciudadanos europeos al votar 'no' en el refer¨¦ndum es que quieren que sus dirigentes pol¨ªticos les escuchen
Blair y Brown se enfrentan al desaf¨ªo de los euroesc¨¦pticos, que han adquirido nuevo impulso y hablan de una dr¨¢stica revisi¨®n del proyecto europeo
Mandelson, antigua mano derecha de Blair y comisario europeo, dice que deber¨ªamos transformar el 'no' franc¨¦s y holand¨¦s en un 's¨ª' a la nueva Europa
En los d¨ªas inmediatamente anteriores a la guerra de Irak, Tony Blair aprovech¨® un comentario de Jacques Chirac para culpar a Francia de que no se hubiera obtenido una segunda resoluci¨®n de la ONU. Al se?alar con el dedo al antiguo dulce enemigo de Gran Breta?a, logr¨® que la C¨¢mara de los Comunes votara a favor de la guerra. Despu¨¦s de la victoria del no en el refer¨¦ndum franc¨¦s sobre el tratado constitucional, Jacques Chirac se las ha arreglado para desviar la atenci¨®n hacia la reclamaci¨®n presupuestaria de los brit¨¢nicos, y as¨ª puede responsabilizar de la crisis europea a la p¨¦rfida Albi¨®n, en vez de Francia. Plus ?a change, plus c'est la m¨ºme chose.
No s¨¦ si los l¨ªderes de los dos lados del Canal se han enterado de que estamos en el siglo XXI, no en el XIV. Este duelo a muerte entre Francia y Gran Breta?a se remonta, por lo menos, a la Guerra de los Cien A?os. Seguramente es la rivalidad nacional m¨¢s antigua que subsiste en el mundo, tal vez con la excepci¨®n de la existente entre China y Jap¨®n. Y se ha convertido en una cosa rid¨ªcula, perjudicial, vergonzosa y pat¨¦tica.
Hoy, cuando los nuevos miembros de la Uni¨®n Europea hablan con amargura de "ego¨ªsmo nacional", se refieren a Gran Breta?a y Francia, los dos pa¨ªses que antes eran, para ellos, el modelo de lo que significaba ser un pa¨ªs europeo normal. Desde Washington, el Gobierno de Bush, que ha intentado tender, aunque con retraso, una mano colaboradora a la UE, observa todo con consternaci¨®n y cierto atisbo de desprecio. Que la reacci¨®n a la mayor crisis de confianza popular en el proyecto europeo desde hace 50 a?os sea una disputa franco-brit¨¢nica por asuntos de dinero es como si una pareja, al ver su casa destrozada por una inundaci¨®n, decidiera pelearse por qui¨¦n plancha.
A la larga, como llevo mucho tiempo diciendo, la ¨²nica forma de avanzar, no s¨®lo nosotros sino toda Europa, es que estos dos viejos rivales encuentren un compromiso hist¨®rico sobre los temas fundamentales que les separan: relaciones transatl¨¢nticas, propuestas de reforma econ¨®mica y social, el car¨¢cter constitucional de la UE, la ampliaci¨®n. Pero para todo eso hace falta tiempo. Antes, este oto?o, Angela Merkel tiene que sustituir a Gerhard Schr?der como canciller en Alemania, para que dicho pa¨ªs pueda recuperar el papel que le corresponde como leal intermediario entre Par¨ªs y Londres. Despu¨¦s, en mayo de 2007, a Jacques Chirac tendr¨¢ que sustituirle otro franc¨¦s en la presidencia. Porque, con Chirac, el Luis XIV de la pol¨ªtica europea, el compromiso del que hablo es imposible. Claro que puede ser que, para entonces, el primer ministro brit¨¢nico se llame Gordon Brown; por lo menos, no cabe duda de que Tony Blair estar¨¢ reflexionando seriamente sobre su futuro como conferenciante, como Super-Cherie, podr¨ªamos decir.
Mientras tanto, Gran Breta?a ocupa la presidencia de la Uni¨®n Europea durante los seis pr¨®ximos meses. Ya est¨¢n preparando su tenderete dos primeros ministros brit¨¢nicos. El primer ministro en el poder lo hizo esta semana con un discurso ante el Parlamento Europeo. El primer ministro que espera sucederle, Gordon Brown, lo hizo en un discurso pronunciado en Mansion House
[el Ayuntamiento de Londres]. Por lo que he visto hasta ahora, me da la impresi¨®n de que van a equivocarse, no tanto en contenido como en el tono. Pero, en un momento as¨ª, el tono tiene mucha importancia.
Triple desaf¨ªo
Blair y Brown se enfrentan a un triple desaf¨ªo. En primer lugar, la maniobra de Chirac al desviar la responsabilidad y la intransigencia de Blair ("Thatcher vestido de hombre") han perjudicado la reputaci¨®n de Gran Breta?a entre muchos de sus socios europeos. El mi¨¦rcoles, el primer ministro de Luxemburgo, que culpa a Gran Breta?a de que el ¨²ltimo Consejo Europeo no lograra alcanzar un acuerdo sobre el futuro presupuesto de la UE, ofreci¨® ante el Parlamento Europeo una amarga cr¨ªtica de la postura brit¨¢nica. Incluso en pa¨ªses que, en general, son partidarios del blairismo, como Polonia, se tiene la impresi¨®n de que Gran Breta?a se est¨¢ comportando como un pa¨ªs rico y ego¨ªsta. Cuando las voces brit¨¢nicas explican su idea de "avanzar hacia un futuro competitivo", lo que entienden muchos en la Europa continental es "volver a una zona de libre comercio".
En segundo lugar, lo que han dicho los ciudadanos europeos al votar no es que quieren que sus dirigentes les escuchen. No tienen ganas de que les den lecciones. Y tercero, los euroesc¨¦pticos brit¨¢nicos han adquirido nuevo impulso y ahora hablan de una dr¨¢stica revisi¨®n del proyecto europeo. El redactor jefe de pol¨ªtica de The Sun, Trevor Kavanagh, elogia a Blair por pelearse con Chirac y asegura que el primer ministro "ha resultado ser todo un euroesc¨¦ptico".
En estas circunstancias tan delicadas, el lenguaje y el tono que empleen Blair, Brown, Straw y otros es fundamental. Cuando est¨¢n en el continente hablan ante unas personas entre las que cuentan con muy pocos amigos, y que, en muchos casos, creen que la UE va por mal camino y que Gran Breta?a no est¨¢ verdaderamente comprometida con una visi¨®n m¨¢s amplia del proyecto europeo, sino que querr¨ªa regresar a una zona de libre comercio con pretensiones, siempre escoger¨ªa Estados Unidos antes que Europa, prefiere las soluciones de libre mercado a la americana y no va, ni mucho menos, tan bien como cree en el terreno econ¨®mico. Siempre encuentran a alg¨²n brit¨¢nico serio que apoye cada una de esas afirmaciones, aunque no hay ninguno que est¨¦ de acuerdo con todas.
?Y qu¨¦ tono adoptan? Peter Mandelson, antigua mano derecha de Blair y nombrado por ¨¦l comisario europeo, dice que deber¨ªamos transformar el no franc¨¦s y holand¨¦s en un s¨ª a una Nueva Europa. Nuevo Laborismo, Nueva Europa. Hubo un tiempo en el que ese mensaje podr¨ªa haber tenido buena acogida, en los a?os inmediatamente posteriores a la primera elecci¨®n de Blair, en 1997; ahora, no. En su tradicional discurso anual ante la comunidad financiera de Londres, Gordon Brown hizo lo habitual y mencion¨® los logros econ¨®micos del Gobierno de Blair y Brown. Luego expuso una larga y seria lista de las cosas que tiene que hacer Europa para responder a los retos de la globalizaci¨®n. No andaba descaminado, pero, como ejercicio de persuasi¨®n pol¨ªtica, tiene mal futuro.
Tony Blair es mejor comunicador y su discurso ante el Parlamento Europeo result¨® mucho m¨¢s convincente. Afirm¨®, con energ¨ªa y con raz¨®n, que el modelo de Blair y Brown en Gran Breta?a est¨¢ muy lejos de la caricatura que se presenta de ¨¦l como capitalismo salvaje de libre mercado a la americana. De hecho, su Gobierno ha fortalecido el Estado de bienestar, ha hecho una gran redistribuci¨®n de las rentas, ha sacado a casi un mill¨®n de ni?os de la pobreza y ha trabajado enormemente por la justicia social. Es una versi¨®n del modelo social europeo. Sin embargo, su tono al hablar segu¨ªa siendo el de un dirigente que opina que Europa continental est¨¢ llena de preguntas y ¨¦l est¨¢ lleno de respuestas.
Algo que ofrecer
En cualquier caso, creo que necesitamos un tono muy distinto para la presidencia brit¨¢nica que comienza el 1 de julio. Debe partir de la premisa de que, en nuestro intento colectivo de "devolver a nuestro modelo social la realidad que ha perdido" -para usar la elocuente frase de Nicolas Sarkozy-, todos los pa¨ªses europeos tienen algo que aportar. La ense?anza t¨¦cnica en Alemania sigue siendo mejor que ninguna otra. El transporte p¨²blico en Francia es magn¨ªfico. Escandinavia nos ha ense?ado por d¨®nde ir en la ense?anza primaria. La experiencia de Gran Breta?a con la liberalizaci¨®n de los mercados laborales tambi¨¦n tiene algo que ofrecer. De modo que vamos a utilizar estos seis meses para reflexionar sobre c¨®mo avanzar todos juntos, c¨®mo aprovechar lo mejor de la experiencia de cada pa¨ªs. En el mundo empresarial lo llaman establecer los puntos de referencia. Lo que necesitamos es una presidencia que escuche.
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia
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