El reparto de la tarta
La Contabilidad Nacional ofrece una informaci¨®n rica sobre aspectos diversos de la econom¨ªa, que los medios de comunicaci¨®n y los analistas de la coyuntura apenas explotamos. Entre ¨¦stos se sit¨²a la distribuci¨®n de la renta entre los factores productivos o c¨®mo cada uno de ellos contribuye al crecimiento y al aumento de los precios.
Recordemos que el valor a precios de mercado de un bien o servicio se puede descomponer entre los costes del factor trabajo que se ha utilizado en su producci¨®n; los costes del factor capital, entre ellos la amortizaci¨®n de las inversiones necesarias y los beneficios; y los impuestos sobre la producci¨®n e importaci¨®n que se llevan las administraciones p¨²blicas (AAPP). Estos costes de producci¨®n son al mismo tiempo las rentas que cada uno de los factores se lleva de esa tarta que es el PIB o la renta nacional (dos magnitudes diferentes, pero que simplificadamente podemos utilizar indistintamente), por eso tambi¨¦n los denominamos remuneraciones de los asalariados, excedente bruto de explotaci¨®n de las empresas y aut¨®nomos (lo de bruto es porque incluyen las amortizaciones del capital, es decir, que no son todo beneficios limpios o netos) y rentas de las AAPP. Si dividimos cada uno de estos costes por el PIB a precios constantes, obtenemos los costes laborales, excedente e impuestos por unidad producida. La media ponderada de lo que aumentan entre un periodo y otro todos estos elementos de coste es el aumento del deflactor del PIB, es decir el aumento medio de los precios de los bienes y servicios producidos dentro del pa¨ªs.
No se debe reequilibrar el reparto de la riqueza interviniendo en la formaci¨®n de precios y rentas
En el gr¨¢fico izquierdo se presenta la evoluci¨®n del deflactor del PIB, de los costes y del excedente por unidad producida (CLUS y EBEU, respectivamente). Los precios del PIB mantienen un crecimiento elevado y estable, ligeramente por encima del 4%, es decir, m¨¢s del doble de lo que aumentan en la zona del euro, lo que nos indica lo r¨¢pido que Espa?a est¨¢ convergiendo con los niveles de precios, m¨¢s elevados, de dicha zona. El problema es que esta convergencia no va acompa?ada con un avance paralelo de la productividad relativa, lo que implica que perdemos competitividad. El fuerte aumento que registra el d¨¦ficit comercial no es ajeno a ello. Ahora bien, no todos los elementos de coste son responsables en la misma medida del aumento del deflactor del PIB: los CLUS avanzan a tasas relativamente moderadas (2,6% en el ¨²ltimo trimestre), aunque tambi¨¦n doblan el crecimiento medio de la zona del euro; y el EBEU crece bastante por encima (dir¨ªamos que las empresas y los aut¨®nomos se est¨¢n forrando). Esto ¨²ltimo parece una contradicci¨®n, pues si la econom¨ªa espa?ola pierde competitividad, ?c¨®mo es que los empresarios pueden aumentar de esta forma sus m¨¢rgenes? La respuesta es compleja, pero uno de los motivos es que el aumento de los m¨¢rgenes no se produce en todos los sectores, sino fundamentalmente en aquellos que est¨¢n resguardados a la competencia. V¨¦ase, como ejemplo m¨¢s significativo, el de la construcci¨®n (gr¨¢fico central).
Como consecuencia de la evoluci¨®n de los CLUS y del EBEU, la distribuci¨®n primaria de la renta (gr¨¢fico derecho) se est¨¢ escorando de forma r¨¢pida a favor del capital. Pero, cuidado, no intentemos reequilibrar este reparto a base de intervenir en los procesos de formaci¨®n de precios y rentas. Nos puede costar caro en t¨¦rminos de producci¨®n y de empleo. S¨ª que puede utilizarse, sin embargo, la funci¨®n de distribuci¨®n secundaria de la renta que corresponde al Estado. ?se debe ser el modelo social europeo.
?ngel Laborda es director de coyuntura de la Fundaci¨®n de las Cajas de Ahorros (FUNCAS)
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