Vidas de h¨¦roe
El Festival de Granada tiene este a?o, por as¨ª decir, dos aperturas. Una informal en el Hospital Real, a media ma?ana y con entrada gratuita, y otra con m¨¢s tron¨ªo aparente y pasadas las 22.30 en el Palacio de Carlos V. Dos conciertos en un sitio y otros dos en el otro. Y cumplidos los primeros y a medio cumplir los segundos, me parece que este a?o -ya veremos c¨®mo rematan Saraste y la Philharmonia- se lleva el gato al agua la propuesta m¨¢s modesta. Aunque modesta no se sabe muy bien por qu¨¦, pues a nadie le hubiera extra?ado, visto lo visto, que esa sensacional Akademie f¨¹r Alte Musik de Berl¨ªn hubiera merecido los honores de la sesi¨®n nocturna.
El conjunto alem¨¢n, ya con casi un cuarto de siglo de antig¨¹edad, es, quiz¨¢, la mejor orquesta del mundo con instrumentos originales y, adem¨¢s, llegaba acompa?ada del Vocalconsort Berlin, pura ambros¨ªa la suma de semejantes talentos. Con todo y con eso no se llen¨® el Hospital Real. Pero el domingo, cosas del boca a oreja y de que no todo el mundo se fue a comer a Motril o a Salobre?a, s¨ª. Los dos programas estaban unidos por un hilo demasiado sutil como es el t¨ªtulo com¨²n de La imprenta de Don Quijote. Tanto da.
Akademie f¨¹r Alte Musik Berlin
Director: Attilio Cremonesi. Contralto: Aurore Ugolin. Soprano: C¨¦line Ricci. Bar¨ªtono: Reuben Willcox. Vocalconsort Berl¨ªn. Obras de Conti, Telemann, H?ndel y Purcell. Hospital Real. Granada, 25 y 26 de junio.
Las m¨²sicas que se oyeron se relacionaban entre s¨ª porque iban de h¨¦roes m¨¢s o menos tr¨¢gicos, porque a todos en alg¨²n momento se les cruz¨® el amor en su destino y porque, humanos mucho o poco, tanto el propio Don Quijote, como Amad¨ªs, como el Rey Arturo o como Eneas siguen conmoviendo. Claro est¨¢ que aqu¨ª en compa?¨ªa de unas m¨²sicas de una belleza que linda con lo sublime, posee la gracia especial de lo que vive entre dos ¨¦pocas que cierra y que anticipa, como Don Quijote en Sierra Morena, de Conti, o revela que el canto del cisne afect¨® tambi¨¦n al barroco, con ese anciano Telemann divirti¨¦ndose con su Don Quijote en las bodas de Camacho.
Un lapicero
Para negociar los fragmentos de las obras citadas que constituy¨® el concierto se cont¨® en el apartado vocal con tres solistas espl¨¦ndidos, encabezados por el bar¨ªtono Reuben Willcox que tiene, a lo que parece, toda la vida por delante para seguir haciendo felices a las audiencias del mundo, y las competent¨ªsimas Aurore Ugolin y C¨¦line Ricci. Como maestro de obras un m¨²sico de una pieza, Attilio Cremonesi, uno de los grandes traductores del barroco hoy. En lugar de batuta utiliza un lapicero, quiz¨¢ para acreditarse como estudioso permanente. Su esp¨ªritu latino -y su perfecta comprensi¨®n del g¨¦nero- impregn¨® cada comp¨¢s de lo que fue una verdadera fiesta de la m¨²sica, una fiesta con h¨¦roes, villanos, espadas y flechas -las de Cupido- y que, como pasa siempre con las buenas fiestas, lo ¨²nico malo fue que se acabara. Qu¨¦ maravilla.
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