Ciencia y tecnolog¨ªa: entre la industria y las pol¨ªticas p¨²blicas
El autor denuncia que la investigaci¨®n cient¨ªfica se supedita a los intereses comerciales, lo que la aleja de forma creciente de su papel en beneficio de toda la humanidad, y pide que el sistema p¨²blico colabore pero no se subordine a la industria
La evoluci¨®n de la ciencia moderna y el proceso de industrializaci¨®n occidental estuvieron estrechamente vinculados a la din¨¢mica del Estado y a los intereses de las ¨¦lites econ¨®micas. Su combinaci¨®n dio origen a sistemas de organizaci¨®n y producci¨®n de conocimiento y a formas de regulaci¨®n de los usos y aplicaciones de la ciencia. Las monarqu¨ªas europeas, las universidades, las academias cient¨ªficas, las asociaciones y los colegios profesionales fueron protagonistas de ese entramado socio-intelectual.
Desde el ¨²ltimo cuarto del siglo XIX se empez¨® a establecer un nexo inseparable entre ciencia, tecnolog¨ªa y sociedad como polinomio al servicio del inter¨¦s del estado y las pol¨ªticas p¨²blicas a favor de la identidad, la seguridad y la riqueza. Esa ciencia de Estado se plasm¨® en institutos de investigaci¨®n y laboratorios nacionales, como el Institute Pasteur o la London School of Public Health. Durante el per¨ªodo entreguerras, los Estados no s¨®lo promovieron nuevas tecnolog¨ªas e investigaciones en f¨ªsica nuclear, tambi¨¦n impulsaron un movimiento sanitario internacional que fue el embri¨®n de los sistemas nacionales de salud. De este modo, durante la primera mitad del siglo XX, el Estado asumi¨® la responsabilidad de gestionar el desarrollo del conocimiento desde la esfera p¨²blica financiando la investigaci¨®n y la ense?anza y creando una cultura que asociaba la ciencia y la tecnolog¨ªa a la preservaci¨®n de la paz y la equidad. El modelo keynesiano del Estado de bienestar consolid¨® esta orientaci¨®n.
Desde 1980, cada vez m¨¢s productos de la actividad cient¨ªfica son propiedad privada
Los cient¨ªficos espa?oles deben pedir un sistema con mayor dimensi¨®n social
La econom¨ªa basada en el conocimiento se sustenta en nuevos productos y pr¨¢cticas
Pero ese modelo ha experimentado una transformaci¨®n sustancial durante el ¨²ltimo cuarto de siglo, debido a cambios profundos en el papel del Estado, en los valores y en los usos sociales y comerciales de la tecnociencia. Si en el modelo anterior el Estado era la piedra angular de la actividad cient¨ªfica, regulador del equilibrio entre beneficio p¨²blico e intereses industriales, la tendencia actual prima la dimensi¨®n mercantil del conocimiento cient¨ªfico y sus aplicaciones. Se ha producido una fractura del anterior equilibrio entre beneficio p¨²blico y beneficio financiero. Pensemos en el problema de los precios de los medicamentos o la exclusi¨®n de amplias regiones del acceso a la tecnolog¨ªa sanitaria.
La emergencia de una floreciente econom¨ªa basada en el conocimiento se viene sustentando sobre nuevos productos y nuevas pr¨¢cticas sociales. El impacto ha sido espectacular en las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n, en biotecnolog¨ªa con nuevos aparatos y productos (fecundaci¨®n in vitro, viagra, respiraci¨®n asistida, di¨¢lisis...). En el ¨²ltimo cuatro de siglo, el entramado tecno-industrial ha alterado nuestra vida, nuestros valores y nuestros h¨¢bitos de consumo, entre otras, la relaci¨®n con nuestro propio cuerpo (body building, producci¨®n de esperma a partir de c¨¦lulas troncales, ¨®rganos artificiales, cultivo de tejidos, transplantes, respiradores...). Se han creado tambi¨¦n modelos virtuales de fen¨®menos naturales (terremotos, tsunamis, cambio clim¨¢tico, enfermedades...) que tienden a suplantar a la propia naturaleza.
Un sector creciente de la poblaci¨®n observa con preocupaci¨®n la deriva tecnocient¨ªfica industrial, que escapa de regulaciones y pol¨ªticas p¨²blicas estatales al plantearse a escala global. Los comit¨¦s de expertos nombrados por instituciones p¨²blicas y los planes de pol¨ªtica cient¨ªfica estatales han perdido influencia en relaci¨®n con la orientaci¨®n que marca el gran poder econ¨®mico de la industria. El panorama de la investigaci¨®n cient¨ªfica y el uso de sus resultados se ha transformado. Las universidades y los Estados han perdido centralidad en beneficio de programas que se ajustan a demandas sociales de consumo y a la l¨®gica del beneficio. La formaci¨®n de redes, grupos y equipos internacionales ha sido la respuesta de la investigaci¨®n p¨²blica y los grupos de investigaci¨®n universitarios y del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) colaboran y se financian mediante convenios con la industria.
Pero la nueva tendencia ha acelerado la privatizaci¨®n de la propiedad intelectual de los productos de la ciencia a trav¨¦s del sistema de patentes. Eso afecta especialmente a la electr¨®nica, las bases de datos, la inteligencia artificial, pero tambi¨¦n a la investigaci¨®n con seres vivos, c¨¦lulas, animales gen¨¦ticamente modificados o fragmentos de material hereditario. Desde la d¨¦cada de 1980, cada vez m¨¢s productos de la actividad cient¨ªfica se convierten en propiedad privada, lo que significa un cambio fundamental en el papel de la ciencia como forma de cultura y conocimiento p¨²blico. El nuevo modelo al privatizar provoca exclusi¨®n. Estas cuestiones se debatieron en relaci¨®n con el proyecto genoma humano y suscitaron controversias entre grupos privados y p¨²blicos a prop¨®sito de las experiencias de clonaci¨®n.
Aunque la competencia entre grupos de investigaci¨®n p¨²blicos y privados pudo estimular descubrimientos, la actual tendencia de colaboraci¨®n implica el riesgo de someter los programas, equipos e instalaciones p¨²blicas al servicio del poder econ¨®mico industrial. El auge de la tecnociencia en f¨ªsica, biolog¨ªa y medicina est¨¢ impulsado por la industria y eso provoca el desplazamiento y la sustituci¨®n de los valores de la ciencia como cultural y conocimiento. En palabras de Dominique Pestre, "trabajar por el bien com¨²n suele considerarse menos atractivo que convertirse en un empresario cient¨ªfico".
Boltanski y Chiapello analizaron en un trabajo reciente [Le nouveau esprit du capitalisme]
la sustituci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas de gesti¨®n por conceptos como gobernanza, procedente de la industria y la business administration. El lenguaje no es inocente y la buena gobernanza empresarial se convierte en gobernanza global, con la desaparici¨®n del Estado en beneficio del libre autogobierno, organizaci¨®n y negociaci¨®n de las operaciones comerciales de la industria internacional en un mercado libre. Hay motivos para desconfiar de las garant¨ªas que ese panorama ofrece, especialmente en biotecnolog¨ªa, medicina regenerativa o investigaci¨®n cl¨ªnica. Lo que habitualmente aparece como un bien para la humanidad puede devenir privilegio para unos pocos y exclusi¨®n de la mayor¨ªa.
Las demandas de la comunidad cient¨ªfica espa?ola para mejorar el sistema espa?ol de ciencia y tecnolog¨ªa deben incluir no s¨®lo mejores est¨¢ndares de financiaci¨®n, infraestructuras e investigadores, tambi¨¦n normas de regulaci¨®n de la investigaci¨®n p¨²blica para fortalecer la dimensi¨®n social del sistema cient¨ªfico-tecnol¨®gico. La colaboraci¨®n con la industria es deseable y beneficiosa para ambas partes, pero evitando la mera subordinaci¨®n subsidiaria del sistema p¨²blico. S¨®lo as¨ª cabe salvaguardar la ciencia como cultura, conocimiento y bien social, objetivo primero de toda pol¨ªtica p¨²blica.
Josep L. Barona es catedr¨¢tico de Historia de la Ciencia. Universidad de Valencia
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