La diabetes tipo 2 se ha incrementado en los adolescentes un 40% en s¨®lo 15 a?os
El s¨ªndrome metab¨®lico afecta al 25% de la poblaci¨®n y a la mitad de los obesos
La obesidad y el sedentarismo condicionan la aparici¨®n de resistencia a la insulina, que supone un estado prediab¨¦tico y es adem¨¢s el denominador com¨²n del llamado s¨ªndrome metab¨®lico, una situaci¨®n peligrosa porque re¨²ne varios factores de riesgo cardiovascular. El s¨ªndrome metab¨®lico afecta a la mitad de los obesos y hasta el 25% de la poblaci¨®n general de los pa¨ªses industrializados y se caracteriza porque presenta al menos tres factores de riesgo cardiovascular. Uno de ellos es la resistencia a la insulina y los otros dos pueden ser alguno de lo siguientes: hipertensi¨®n, colesterol alto y alteraciones de los l¨ªpidos, obesidad, sedentarismo o tabaquismo.
La resistencia a la insulina puede evolucionar hacia una diabetes de tipo 2, antes llamada del adulto, por aparecer generalmente a partir de los 40 a?os. De hecho, el 80% de los diab¨¦ticos tipo 2 presenta s¨ªndrome metab¨®lico. Pero cada vez es menos una diabetes del adulto. Los expertos reunidos en Madrid en el ¨²ltimo congreso de la Sociedad Espa?ola de Endocrinolog¨ªa y Nutrici¨®n (SEEN) destacaron que "las sociedades opulentas han hecho que en los ¨²ltimos 15 a?os la diabetes tipo 2 se haya incrementado el 40% en la poblaci¨®n adolescente y cada vez sea m¨¢s frecuente en los ni?os obesos".
El s¨ªndrome metab¨®lico implica resistencia a la insulina y otros dos factores de riesgo cardiovascular, como obesidad o hipertensi¨®n
El crecimiento del s¨ªndrome metab¨®lico en los ni?os se debe a los cambios negativos en los h¨¢bitos diet¨¦ticos y de actividad f¨ªsica
Basilio Moreno, copresidente del congreso de la SEEN y presidente de la Sociedad Espa?ola para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), advierte de que cada vez es m¨¢s com¨²n ver en las consultas ni?os obesos con problemas de resistencia a la insulina, esto es, un estado prediab¨¦tico.
Del mismo modo, cada vez es m¨¢s frecuente el s¨ªndrome metab¨®lico en ni?os y adultos. "Asistimos a un incremento en los ni?os de la obesidad asociada a hipertensi¨®n y alteraciones de los l¨ªpidos y se est¨¢ observando un notable aumento del n¨²mero de ni?os con diabetes tipo 2 o del adulto. Todo ello lleva aparejado que la obesidad est¨¢ condicionando en los pa¨ªses desarrollados una alta frecuencia de s¨ªndrome metab¨®lico, especialmente en ni?os y adolescentes. El sedentarismo y una dieta inadecuada y rica en alimentos hipercal¨®ricos, como az¨²cares y grasas saturadas, y pobre en frutas y verduras son los principales responsables de esta situaci¨®n", explica Moreno.
Los expertos reunidos en este congreso advirtieron de que la obesidad infantil se ha duplicado en Espa?a en los ¨²ltimos 10 a?os, hasta alcanzar una prevalencia del 13,9%. Alertaron adem¨¢s de que va acompa?ada de un aumento significativo de otros factores de riesgo cardiovascular, especialmente diabetes tipo 2 y alteraciones de los l¨ªpidos.
En palabras de los endocrin¨®logos, una tercera parte de los ni?os obesos lo ser¨¢n tambi¨¦n en la edad adulta y "este exceso de peso tendr¨¢ m¨¢s consecuencias perniciosas que si se hubiese adquirido a edades posteriores". Para Susana Monereo, jefa se la secci¨®n de Endocrinolog¨ªa y Nutrici¨®n del hospital Universitario de Getafe (Madrid), el aumento del s¨ªndrome metab¨®lico en ni?os, adolescentes y adultos es una "consecuencia nefasta de los cambios negativos en los h¨¢bitos de alimentaci¨®n y de actividad f¨ªsica de los ¨²ltimos a?os en los pa¨ªses desarrollados".
De hecho, la importancia de este s¨ªndrome viene acentuada por su prevalencia en la poblaci¨®n general, ajustada por edades, que en Espa?a es del 15,5% al 19,3%, y del 23,7% en pa¨ªses como Estados Unidos, donde la obesidad es tan frecuente.
"El reto que tenemos planteado ahora es revertir ese cambio cultural y retroceder en el tiempo para retomar las sanas costumbres perdidas, especialmente nuestra dieta mediterr¨¢nea", asegur¨® Jos¨¦ Manuel Fern¨¢ndez-Real, endocrin¨®logo del hospital Josep Trueta de Girona.
Mejor dieta y ejercicio que liposucci¨®n
La localizaci¨®n de la grasa es determinante como factor de riesgo cardiovascular. Mientras que la grasa subcut¨¢nea tiene poca repercusi¨®n sobre par¨¢metros metab¨®licos, la grasa visceral acumulada en la regi¨®n del abdomen es la responsable de la resistencia a la insulina y la obesidad. Distintos estudios en animales de experimentaci¨®n han demostrado que la recuperaci¨®n de peso en forma de grasa que se produce en estos animales, tras practicarles una liposucci¨®n y quitarles la grasa subcut¨¢nea, se convierte en visceral, es decir, dentro del h¨ªgado y adherida al est¨®mago y los intestinos. Esto condiciona el s¨ªndrome metab¨®lico.
Un estudio, a¨²n inconcluso, que realizan Susana Monereo del servicio de Endocrinolog¨ªa y Nutrici¨®n del hospital Universitario de Getafe (Madrid), y Javier Mato Ansorena, sobre ocho mujeres sometidas a liposucci¨®n de muslos, caderas o abdomen, demuestra que esta t¨¦cnica permite remodelar la figura y es una motivaci¨®n para perder peso. "No obstante", advierte Susana Monereo, "a pesar de estas p¨¦rdidas importantes de peso, la grasa visceral no se modifica, por lo que la relaci¨®n entre ¨¦sta y la subcut¨¢nea aumenta. Esto sugiere que si las pacientes recuperan peso y aumenta su grasa visceral, se encontrar¨ªan en un estado de mayor riesgo de s¨ªndrome metab¨®lico".
Este trabajo, presentado en el ¨²ltimo congreso de la SEEN, arroja unos resultados similares a los de otro estudio publicado en 2004 en The New England Journal of Medicine. Aqu¨ª se comparaban dos grupos de 15 mujeres cada uno, con la diferencia de que un grupo sufr¨ªa diabetes y el otro no. Todas hab¨ªan sido sometidas a liposucci¨®n para reducir grasa subcut¨¢nea localizada. Sin embargo, con el tiempo no se observ¨® ninguna mejor¨ªa en el riesgo cardiovascular de todas las estudiadas, fueran o no diab¨¦ticas.
Seg¨²n Susana Monereo, estos hechos revelan que la reducci¨®n de peso, conseguida quir¨²rgicamente (por liposucci¨®n) no es igual que la alcanzada mediante dieta y ejercicio, ya que no se observa mejora en el perfil de los factores de riesgo cardiovascular. Por tanto, es muy importante mantener la p¨¦rdida de peso conseguida para evitar que la grasa se redistribuya y aumente la grasa visceral.
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