El voto ausente
Ocho d¨ªas despu¨¦s del escrutinio de las papeletas depositadas el 19-J en las urnas de las cuatro circunscripciones provinciales gallegas, el recuento de los votos del Censo de Residentes Ausentes (CERA) -integrado por 305.000 oriundos de Galicia o descendientes suyos con doble nacionalidad domiciliados en 68 pa¨ªses- ha confirmado la atribuci¨®n al PSdeG del ¨²ltimo esca?o de Pontevedra; la frustrada reconquista de ese acta por el PP hubiese dado a Fraga la mayor¨ªa parlamentaria absoluta y su quinto mandato presidencial. La lejan¨ªa geogr¨¢fica de algunos lugares de procedencia y la lentitud de los servicios postales aconsejaban ampliar la fecha de recepci¨®n de las papeletas: en los comicios de 2001 dejaron de ser escrutados casi 12.000 sufragios que llegaron fuera de plazo.
La tensa espera de una interminable semana se aliment¨® de recelos, alarmas y reproches. El presidente en funciones de la Xunta suscit¨® las primeras desconfianzas la noche del 19-J cuando expres¨® en una rueda de prensa la certeza -no el deseo- de que el PP obtendr¨ªa el 70% de los votos del CERA, suficiente para privar a los socialistas del ¨²ltimo esca?o de Pontevedra. Fraga tambi¨¦n sembr¨® ciza?a con sus lamentos por la supuesta desaparici¨®n de sacas enviadas desde Venezuela; la aparici¨®n en el recuento de sobres sin matasello procedentes de ese pa¨ªs permite una maliciosa interpretaci¨®n de los p¨¢lpitos intuitivos del presidente-fundador del PP. Los populares desplegaron anteayer un impresionante aparato log¨ªstico para vigilar el escrutinio, con Federico Trillo como comandante en jefe de la tropa; no deja de ser parad¨®jico que el ex ministro de Defensa, responsable pol¨ªtico de las falsedades documentales relacionadas con el tr¨¢gico accidente del Yak-42, fuese designado para controlar la limpieza del recuento. Nadie sabe a¨²n si el PP emprender¨¢ el desestabilizador camino de las impugnaciones deslegitimadoras o si el fantasma madrile?o del transfuguismo auton¨®mico reaparece en Galicia.
Las ampl¨ªsimas oportunidades de fraude que depara objetivamente el funcionamiento del CERA justifica cualquier suspicacia. El desmesurado tama?o del registro de emigrados con derecho a voto (casi el 12% del censo de Galicia), su galopante ritmo de crecimiento (se ha cuadruplicado desde 1993) y el aumento de la participaci¨®n en los comicios (del 25% en 2001 al 40% en 2005) son s¨ªntomas de una patol¨®gica met¨¢stasis de naturaleza electoralista. Los buenos resultados obtenidos hist¨®ricamente por el PP en el escrutinio del CERA, situados siempre muy por encima de la media del conjunto de los colegios gallegos, convierten al Partido Popular -como ocurre con los mayordomos en las novelas policiacas- en el principal sospechoso de la trama; la pol¨ªtica asistencial aplicada por la Xunta en las colonias emigrantes de Am¨¦rica Latina ha sido una buena inversi¨®n partidista en el mercado electoral que le ha proporcionado abundantes votos.
Las incertidumbres suscitadas por la forzosa demora de un escrutinio del que depend¨ªa la continuidad o el cese de Fraga como presidente de la Xunta dan la raz¨®n a las corrientes de opini¨®n favorables a la reforma del CERA y de su funcionamiento. La depuraci¨®n de los listados de ese ox¨ªmoron formado por ausentes que son a la vez residentes permitir¨ªa dar de baja a los muertos y a los falsos gallegos. Tambi¨¦n resultar¨ªa imprescindible la revisi¨®n del sistema de votaci¨®n, que ahora permite suplantar a los censados a la hora de recoger, rellenar y devolver por correo la papeleta. Por lo dem¨¢s, Espa?a se ha convertido en un pa¨ªs de inmigraci¨®n: ?tiene sentido otorgar a los descendientes de emigrados con doble nacionalidad -muchas veces ni han pisado el pueblo de sus padres- el derecho a elegir a concejales y parlamentarios auton¨®micos y neg¨¢rselo, en cambio, a los inmigrantes que pagan sus impuestos y conocen de primera mano los problemas del municipio y de la comunidad donde est¨¢n domiciliados de forma permanente? Y tampoco parece congruente que se reconozca a los ausentes residentes en el extranjero (los emigrados o sus descendientes) el derecho al voto municipal y auton¨®mico en la circunscripci¨®n correspondiente a su ¨²ltimo domicilio pero que se niegue ese mismo derecho a los 400.000 gallegos censados en otras partes de Espa?a con el argumento de que deben ejercerlo en su nuevo lugar de residencia.
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