?Es adecuada la formaci¨®n de nuestros pol¨ªticos?
"Predecir es muy dif¨ªcil, sobre todo el futuro", ironizaba el gran f¨ªsico Niels Bohr. En Historia del futuro, Pablo Francescutti ilustra esta afirmaci¨®n exponiendo numerosos pron¨®sticos que jam¨¢s se cumplieron, pese a haber sido realizados por prestigiosos organismos y personalidades.
Pese a ello, parece fuera de duda que para el gobierno de los pueblos, a¨²n contando con esta inevitable incertidumbre, sea imprescindible realizar previsiones y planes que orienten en el camino para lograr un futuro pr¨®spero. Y tambi¨¦n parece razonable que previsiones y planes ser¨¢n tanto m¨¢s certeros cuanto mejor sea la comprensi¨®n de la realidad actual. Pues desconocimiento y falta de comprensi¨®n pueden f¨¢cilmente convertirse en rechazo irracional. "El hombre est¨¢ dispuesto siempre a negar todo aquello que no comprende", escribi¨® Blas Pascal. Y actualmente con tantas, tan intensas y r¨¢pidas transformaciones, estos desconocimientos y miedos -y, como consecuencia, negaciones y rechazos-, se dan con mayor profusi¨®n. ?Puede, quiz¨¢s, ser ¨¦sta la causa de la 'brecha digital' que existe en Espa?a entre los dirigentes pol¨ªticos y la sociedad?" Afirmaci¨®n realizada por el primer teniente de alcalde de Jun, al presentar en 2002 un estudio que revelaba que s¨®lo el 5% de los alcaldes utilizaban Internet. A lo cual a?ad¨ªa que exist¨ªa, "tecnofobia de los responsables de las administraciones locales hacia las nuevas tecnolog¨ªas porque se trata de dirigentes pol¨ªticos que llevan gobernando muchos a?os y que reconocen no haber tenido el tiempo suficiente para reciclarse".
Hace meses, el diputado Labordeta comentaba que "en el Congreso hay un problema, y es que la mayor¨ªa son licenciados en Derecho, gente que de por s¨ª tiene un lenguaje complicado". No s¨®lo ¨¦l ha llamado la atenci¨®n sobre la desproporcionada presencia de profesionales del derecho en parlamentos y gobiernos, ni sobre los posibles inconvenientes que ello puede suponer. En 1998 N. Lane, director de la National Science Foundation de EE UU, se preguntaba por qu¨¦ en una sociedad en que ciencia y tecnolog¨ªa forman parte inseparable de la vida cotidiana, "un t¨ªtulo de derecho se considere apropiado para casi cualquier funci¨®n en una sociedad basada en la ciencia, mientras que no se piensa lo mismo de un t¨ªtulo cient¨ªfico".
Robin Dumbar en El miedo a la ciencia se refiere no ya exclusivamente a los profesionales del derecho sino, en general, a todos aquellos que a¨²n con estudios universitarios, "aunque, por supuesto, suelen ser licenciados en alguna rama de las humanidades", carecen de una m¨ªnima formaci¨®n cient¨ªfico tecnol¨®gica, adem¨¢s, de poseer sentimientos anticient¨ªficos. Personas que "con frecuencia ocupan posiciones influyentes en las instituciones sociales, educativas o pol¨ªticas donde son capaces de ejercer un grado de poder pol¨ªtico desproporcionado en relaci¨®n a su n¨²mero. Por ejemplo, la mayor parte de los 650 parlamentarios que componen la C¨¢mara de los Comunes Brit¨¢nica, tienen licenciaturas universitarias; sin embargo el n¨²mero de los licenciados en ciencias apenas llega a unas docenas. Una cosa parecida ocurre en el caso de los empleados p¨²blicos que desarrollan su actividad en la maquinaria del gobierno. Y lo mismo cabr¨ªa decir de los periodistas".
En nuestro pa¨ªs tambi¨¦n existe una notable sobrerrepresentaci¨®n de profesionales del derecho. As¨ª, en el actual Congreso, el 37,0% de los diputados tienen estudios de derecho, 12,0% de Filosof¨ªa y Letras, 17,5% de Ciencias Sociales, 17,3% maestros y otros y s¨®lo 8,8% de ciencias de la salud, 3,6% de ciencias experimentales y 3,8% de t¨¦cnicas. Un hecho que se repite en diferentes ¨¦pocas y parlamentos: licenciados en derecho siempre con elevados porcentajes y cient¨ªficos y tecn¨®logos con presencia muy inferior y siempre la menor de todas las categor¨ªas. As¨ª, en el Parlamento de Andaluc¨ªa (a¨²n siendo algo at¨ªpico) el 20% son de derecho, frente a porcentajes inferiores al 6%, 5% y 4% para ciencias de la salud, ingenier¨ªas y experimentales
Y no s¨®lo en los parlamentos. De los 17 miembros del actual gobierno espa?ol, 11 cursaron estudios de derecho y ninguno ciencias experimentales o de la salud, una ministra ingenier¨ªa y seis econ¨®micas. Poca diferencia existe con anteriores gobiernos. As¨ª, de 16 integrantes del gobierno Aznar de abril 2003, tambi¨¦n 11 eran de derecho, tres economistas y s¨®lo un ingeniero y una m¨¦dico. En su siguiente gobierno, poco cambi¨®: s¨®lo redujo los economistas a dos. De los asesores que Zapatero design¨® para elaborar su programa, cuando a¨²n se encontraba en la oposici¨®n, ni uno s¨®lo de ellos pose¨ªa formaci¨®n en ciencias biol¨®gicas, experimentales o tecnolog¨ªa. Y en el actual gobierno andaluz, siete de sus miembros (?cerca del 50%!) poseen estudios de derecho, mientras que, en el otro extremo, encontramos una m¨¦dico, una farmac¨¦utica, una ingeniera t¨¦cnica agr¨ªcola y nadie de ciencias experimentales.
Sin embargo, ellos est¨¢n definiendo el rumbo y los objetivos de sus pueblos. Cuando, en el pasado, los cambios eran pocos, lentos y no tan basados en ciencia y tecnolog¨ªa, no era dif¨ªcil preparar el futuro, ni tan precisa una buena comprensi¨®n del hecho tecnol¨®gico. Actualmente, con el desarrollo econ¨®mico basado en la ciencia y la tecnolog¨ªa, la incomprensi¨®n de las mismas por los pol¨ªticos puede suponer, a no muy largo plazo, la enorme diferencia que media entre prosperidad y pobreza.
Enrique Montero es f¨ªsico, profesor de Tecnolog¨ªa Electr¨®nica en la Universidad de C¨¢diz.
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