Catalanes de domingo
Catalu?a es un pa¨ªs de so?adores, dice Bigas Luna, puesto que seg¨²n ¨¦l en tres de los s¨ªmbolos que nos identifican debemos mirar al cielo: comer cal?ots, beber en porr¨®n y mirar los castellers. Debe de ser cierto, s¨®lo a un pa¨ªs de so?adores se pueden deber el noucentisme, el modernismo y la Segunda Rep¨²blica, aunque quiz¨¢ no fueron m¨¢s que espejismos. "?s quan dormo que hi veig clar", dec¨ªa J. V. Foix. Algunos dir¨¢n que fueron posibles por el ya cansino t¨®pico de el seny i la rauxa. Esta dualidad, resultado de un pragm¨¢tico esp¨ªritu comercial y de una cierta pasi¨®n mediterr¨¢nea, nos podr¨ªa llevar muy lejos, pero no es as¨ª. Contrariamente, podr¨ªamos afirmar que esa visi¨®n del mundo est¨¢ causando estragos.
En todo caso, y si nos atenemos a c¨®mo tratamos nuestro propio pa¨ªs, ya podemos ir sac¨¢ndonos el traje de los domingos. Catalu?a debe de ser uno de los pa¨ªses de Europa en que sus ciudadanos m¨¢s desprecian el lugar donde viven; de lo contrario no se explica lo que est¨¢ ocurriendo. Hemos vendido el territorio al mejor postor, hemos echado a perder nuestros r¨ªos, hemos edificado hasta ahogar nuestros montes y costas. Sorprendentemente, no damos muestras de arrepentimiento, puesto que lo hacemos "por el progreso del pa¨ªs". Quiz¨¢ deber¨ªamos revisar el significado de progreso y sus derivados: progresar, progresista, etc¨¦tera. Hace unos d¨ªas Oriol Nel¡¤lo, secretario de Planificaci¨®n Territorial de la Generalitat (EL PA?S, 24 de junio), argumentaba que se deb¨ªan conservar los pocos campos de cultivo que quedan; parec¨ªa sensato. Sin embargo, la raz¨®n de su conservaci¨®n era principalmente el turismo. Si los turistas s¨®lo ven hoteles y urbanizaciones quiz¨¢ no vuelvan. Pero ?es esa la raz¨®n para conservar el territorio? En realidad, Nel-lo no hac¨ªa sino expresar una idea muy catalana: de nada sirve aquello que no es rentable.
Parece que el ¨²nico basti¨®n inquebrantable de nuestra pasi¨®n patria es el idioma, herramienta imprescindible, por supuesto, patrimonio inestimable, evidente, pero ingrediente no suficiente para hacer un pa¨ªs. "No somos catalanes porque hablamos catal¨¢n, sino que hablamos catal¨¢n porque somos catalanes", dec¨ªa en 1890 el periodista Joan Ma?¨¦ i Flaquer, uno de los fundadores del Diario de Barcelona. Un matiz que sit¨²a el idioma como una consecuencia y no como una especie de grupo sangu¨ªneo oral. Esta obsesi¨®n ling¨¹¨ªstica nos hace olvidar otras cuestiones igual de importantes, si no m¨¢s. Tan s¨®lo un ejemplo ilustrativo: en la zona del Gai¨¤ se est¨¢ edificando una de tantas y desafortunadas zonas de casas adosadas. Ante la hilera de los tremendos chalets hay un gran cartel en el que reza: "Para vivir mejor". Sobre el texto hay una pintada, al leerla se descubre cu¨¢l es la preocupaci¨®n por el pa¨ªs. "En catal¨¤", dice el grafito. Interesante, se puede edificar sin sensibilidad sobre el entorno, pero los carteles han de ser en catal¨¢n, y no es un hecho aislado. All¨ª donde hab¨ªa casas de pay¨¦s, nosotros edificamos bloques de apartamentos o campos de golf. Eso s¨ª, los llamamos Pau Casals, o Xaloc, o cualquier localismo cuanto m¨¢s vern¨¢culo mejor.
Nos equivocamos al pensar que el pa¨ªs lo construyen s¨®lo los pol¨ªticos, las banderas o los idiomas. Catalu?a se levanta cada ma?ana con cada uno de nosotros y de nuestra actividad diaria se deriva una mejora o un empobrecimiento que nos afecta a todos. Parece que en lugar de ejercer un catalanismo activo, preferimos un patriotismo de pegatina. El Pirineo est¨¢ siendo colonizado sistem¨¢ticamente por constructores sin escr¨²pulos, a menudo alcaldes electos, impulsados por su idea de progreso y montados en todoterrenos con el burrito pegado en el cap¨®. Nos pasamos la semana maltratando al pa¨ªs, pero el domingo nos hacemos el DNI catal¨¢n porque la pela ¨¦s la pela: eso debe de ser el seny, y el pa¨ªs va despu¨¦s y s¨®lo para enarbolar s¨ªmbolos: eso debe de pertenecer a la rauxa.
Cabr¨ªa preguntarse si es m¨¢s nacionalista aquel que siempre compra agua envasada del Montseny, porque es nuestra, o aquel que prefiere otras aguas sabiendo que estamos extrayendo de forma privada y a un ritmo insostenible acu¨ªferos subterr¨¢neos. Carles Riba escribi¨® que para Jacint Verdaguer, quiz¨¢ el m¨¢s grande de las letras catalanas, la patria era "la posesi¨®n de un paisaje por derecho divino". Al margen de dogmas de fe, deber¨ªamos reflexionar sobre ese patriotismo ecol¨®gico, ya en el siglo XIX.Hist¨®ricamente, hemos sido incapaces de defender nuestro pa¨ªs m¨¢s all¨¢ de los s¨ªmbolos. No hemos conseguido que Madrid asuma, por ejemplo, una financiaci¨®n eficiente para Catalu?a. Pocos recuerdan que algunos partidos catalanes rechazaron un sistema fiscal similar al vasco, ese mismo sistema que ahora parece una quimera. No se quisieron complicaciones, era m¨¢s sencillo quejarse eternamente por el maltrato centralista que asumir competencias. En un entorno en donde todos los males parecen venir de fuera, es dif¨ªcil asumir responsabilidades. Nos inventamos un F¨®rum de las Culturas ideol¨®gicamente m¨¢s que dudoso, nos estafamos a nosotros mismos, luego a¨²n nos contamos que hab¨ªa sido un ¨¦xito econ¨®mico y finalmente, nos negamos a auditarnos.
Se dir¨ªa que somos m¨¢s amantes del victimismo y la resignaci¨®n que del pa¨ªs. Pero esa resignaci¨®n no es sino una forma de escurrir el bulto. Nos puede el olor a rentabilidad a corto plazo por encima de la planificaci¨®n hist¨®rica. Y lo peor es que para compensar nos inventamos un costumbrismo pintoresco que rehace nuestra historia y cultura a la medida de las ferias medievales. Es indiferente nuestra pol¨ªtica forestal, lo importante es tener una buena feria del abeto en Espinelves. Nos estamos quedando sin casta?os y sin setas, pero ¨¦stas y los frutos de los primeros llegan en camiones desde Galicia o Hungr¨ªa y la feria de la casta?a de Viladrau y del bolet en Guardiola de Berga son cada a?o m¨¢s grandes. Y a eso le llamamos cultura.
Seamos un pa¨ªs de so?adores, pero abramos los ojos, y no s¨®lo para mirar la cuenta corriente, porque nos est¨¢n robando nuestro pa¨ªs, nuestra cultura, nuestro patrimonio y nuestra pol¨ªtica y los ladrones no est¨¢n m¨¢s all¨¢ del Ebro. Los carteristas que nos roban llevan traje de catal¨¢n en domingo y de botiguer el resto de la semana. Que alguien nos preste un espejo.
Claret Serrahima y ?scar Guayabero son dise?adores.
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