Hubert Sauper denuncia el caos social y ecol¨®gico de ?frica
'La pesadilla de Darwin' invita a reflexionar sobre el desequilibrio del sistema capitalista
Prostituci¨®n, desastre ecol¨®gico, contrabando de armas, enfermedades, y sobre todo hambruna, mucha hambruna. Parece el anuncio del fin del mundo, y de alguna manera lo es, el de un mundo justo. A trav¨¦s del prisma riguroso del director austriaco Hubert Sauper, La pesadilla de Darwin (que hoy se estrena en Espa?a) muestra el caos provocado en Tanzania por la cr¨ªa intensiva de la perca del Nilo, un pez depredador introducido en el lago Victoria en los a?os sesenta, etiquetado como mero para el consumo del mercado europeo, y que ha exterminado el 95% de la fauna aut¨®ctona. El documental ha sido proyectado ya en 30 pa¨ªses, y ha ganado el Premio del Mejor Documental Europeo en Par¨ªs, el Premio Europa del Festival de Venecia, Mejor Filme del Festival de Copenhague y el Gran Premio del Festival de Friburgo, entre otros.
"Los pilotos rusos me preguntaban ri¨¦ndose que si me cre¨ªa que s¨®lo tra¨ªan comida"
Con un argumento inteligente y pesimista, Sauper hilvana, "de manera premeditada", elementos que parecen en principio pertenecer a universos distintos, pero que coexisten como consecuencia del desequilibrio del sistema capitalista globalizado entre el Primer Mundo y el Tercero. "Sab¨ªa desde el principio qu¨¦ quer¨ªa contar y c¨®mo. Conoc¨ªa todo lo que me iba a encontrar all¨ª, pero cuando uno trata ese tipo de realidades siempre se encuentra m¨¢s de lo que se va a buscar", subraya el director, quien tard¨® cuatro a?os en la elaboraci¨®n del largometraje, rodado en la zona de los Grandes Lagos de ?frica Central.
El desempleo generalizado, unido al dinero f¨¢cil que circula en torno a las mafias rusas, genera un c¨ªrculo de corrupci¨®n. El cineasta muestra con im¨¢genes terribles (ni?os hurgando en monta?as de desecho de pescado, por ejemplo), las consecuencias humanas y ecol¨®gicas de una industria pesquera que se disfraza de salvadora de la econom¨ªa local, mientras la poblaci¨®n de Tanzania se tiene que conformar con las espinas del pescado putrefacto, la sobra del filete que envasan para Europa.
Tampoco se queda fuera la implicaci¨®n de la ayuda humanitaria internacional. Las im¨¢genes de la llegada de aviones cargados de alimentos, otros que vienen a recoger el pescado devorador, y las entrevistas a los pilotos, avisan de c¨®mo ¨¦stos viajes camuflan otros intereses: el contrabando de armamento y munici¨®n para las numerosas guerras que tienen lugar en el continente africano. El director huye de crear estereotipos de buenos y malos entre sus personajes. "No estoy denunciando a nadie. Part¨ª de la base de la realidad presente y que todo el mundo conoce. No estoy dando una informaci¨®n nueva que no sepan, pero s¨ª mostrando esa realidad desde un lenguaje cinematogr¨¢fico que motive al an¨¢lisis", defiende Sauper, para quien el momento ¨¢lgido del filme es cuando uno de los pilotos reflexiona sobre las consecuencias de su trabajo.
A pesar del tono pesimista y cr¨ªtico, a lo largo del documental se muestran unos personajes v¨ªctimas que "sue?an e intentan superar la p¨¦sima situaci¨®n en que viven". La c¨¢mara recoge los testimonios de ni?os de la calle que quieren ser profesores, prostitutas que quieren ser secretarias, as¨ª como las manifestaciones de religiosos que proh¨ªben el uso del preservativo en un continente plagado por el crecimiento indiscriminado del sida o la pasividad de ministros africanos y representantes de la cooperaci¨®n al desarrollo para el Tercer del Mundo de los pa¨ªses ricos.
Sauper reconoci¨® durante la presentaci¨®n de la pel¨ªcula en Madrid que se trata de un largometraje que puede resultar poco c¨®modo de ver por las duras im¨¢genes que muestra: "Hay im¨¢genes sorprendentes porque hay una realidad sorprendente", comenta el cineasta, que tuvo que falsificar su documento de identidad y un permiso de piloto para poder subir a los aviones de los rusos. Pero es la crudeza de estas im¨¢genes la que el director pretende que hagan reflexionar al p¨²blico: "La mayor¨ªa de la gente que vea la cinta tendr¨¢ un problema, porque se plantear¨¢ hacer algo. Ahora bien, el hecho de pensar ya es hacer algo, es una angustia creativa en s¨ª".
La idea de la pel¨ªcula, una coproducci¨®n entre Francia, Austria y B¨¦lgica, surgi¨® mientras Sauper trabajaba en el documental Kisangany Diary (1997), que segu¨ªa con la c¨¢mara a refugiados ruandeses. Fue la primera vez que el director austriaco se convirti¨® en testigo de los aviones que ven¨ªan con comida y armas y se iban cargados de toneladas de pescado. "Me hice amigo de los pilotos rusos. Recuerdo que al principio se burlaron de m¨ª. Me preguntaron, entre carcajadas, que si me cre¨ªa que s¨®lo tra¨ªan comida".
A pesar de que en el filme no se muestran nunca las armas, la pel¨ªcula muestra c¨®mo los beneficiados de esa ayuda humanitaria, as¨ª como de la exportaci¨®n de la perca del Nilo, podr¨ªan ser asesinados con las municiones que transportan los mismos aviones. La historia del nunca acabar, en la que el pez grande se come al chico.
Pese a desarrollarse en Tanzania y hablar de la industria de la pesca, el proyecto pudo haberse rodado en cualquier pa¨ªs subdesarrollado, seg¨²n la productora. "Podr¨ªa hacer la misma pel¨ªcula en Sierra Leona, con la ¨²nica diferencia de que los peces ser¨ªan diamantes; en Honduras, pl¨¢tanos, y en Nigeria y Angola, el crudo". La cinta ha provocado ya algunas reacciones en buena parte del mundo. En Espa?a, la campa?a No te comas el mundo (www.notecomaselmundo.org) denuncia el caos ecol¨®gico y humano como consecuencia de la producci¨®n y exportaci¨®n de productos de los pa¨ªses pobres.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.