Recuperando escenas de la derrota
En los ¨²ltimos a?os se est¨¢ recuperando la obra de Antonio Ferres, un campe¨®n en su tiempo de la generaci¨®n realista del medio siglo, que algunos, injustamente, llamaron "de la berza". Desde que se recuper¨® La piqueta en Viamonte, aparecieron despu¨¦s dos novelas m¨¢s, Los confines del reino (1997), se recuper¨® la tercera Al regreso del Boiras (Trama), y hace un par de a?os, sobre todo, aparecieron sus Memorias de un hombre perdido (Debate, 2002) que alcanzaron cierta repercusi¨®n.
Al mismo tiempo, Antonio Ferres (Madrid, 1925), que hab¨ªa sido finalista del Nadal con la primera novela citada en 1959, y Premio Ciudad de Barcelona con la cuarta (Con las manos vac¨ªas, uno de sus mejores libros), y hab¨ªa publicado un total de diez novelas, algunas prohibidas, se pas¨® a la poes¨ªa, ganando con un libro sorprendente el Premio Villa de Madrid. Pues bien, desde entonces Gadir ha reeditado un libro de viajes espl¨¦ndido, aparecido en 1964, Tierra de olivos, y ahora rescata una nueva novela, in¨¦dita desde siempre a causa de la censura, aunque ya hab¨ªa sido publicada en traducciones en Italia, Francia y Holanda, pero que nunca lo hab¨ªa sido entre nosotros, ni en su versi¨®n original (quiz¨¢ haya habido alguna edici¨®n minoritaria que yo mismo nunca conoc¨ª) y que es Los vencidos, que resulta ser una verdadera obra de arte, o una obra de arte verdadera, elijan ustedes. As¨ª pues, Ferres ha renunciado a publicar m¨¢s materiales in¨¦ditos y no ha seguido sus Memorias de un tiempo maldito, sino que ha optado por rescatar esta segunda y magn¨ªfica novela, que nos lleva a reflexionar qu¨¦ influencia hubiera tenido en la evoluci¨®n de nuestra narrativa si el lector espa?ol hubiera podido conocerla cuando se escribi¨® (a?os sesenta).
LOS VENCIDOS
Antonio Ferres
Gadir. Madrid, 2005
345 p¨¢ginas. 17,50 euros
Ignacio Soldevila afirma que Ferres no fue nunca un novelista "social" en puridad, pues lo impidi¨® su neutralidad o excesivo "objetivismo". En realidad, a aquellos novelistas se les calific¨® como tales, o como "sociol¨®gicos", para no decir la verdad, eran narradores m¨¢s "socialistas" o "marxistas" que otra cosa, y de ah¨ª sus luchas contra la censura de la ¨¦poca, pues hasta ¨¦l mismo declara que nunca crey¨® que su novela se publicara en el interior del pa¨ªs. Peor para el pa¨ªs, pues Los vencidos es una de sus mejores obras, m¨¢s objetiva, real y mejor construida que La piqueta, comparable a Con las manos vac¨ªas -su obra maestra, que era m¨¢s compleja- pues su ritmo est¨¢ mejor conseguido, alternando al principio con los recuerdos del final de la guerra, para centrarse despu¨¦s -en tiempo presente- en una c¨¢rcel, donde un grupo de personajes de dentro y fuera, presos y visitantes, m¨¢s alg¨²n vencedor, se reflejan en una especie de "escenas de cine mudo", que recuerdan casi m¨¢s a un gui¨®n de cine, pues no hay juicios de valor -los tan frecuentes "prejuicios" de la novela de la ¨¦poca- que los carguen de ideolog¨ªa. Los vencidos carece de ideas preconcebidas, describe s¨®lo resultados, es una novela de una austeridad, de un rigor y de una "veracidad" incomparables. Por algo Max Aub dijo que "la obra de Antonio Ferres respira tal verdad que est¨¢ m¨¢s all¨¢ de la literatura".
La potencia de la escritura de Antonio Ferres estaba entonces en su objetividad, en su honestidad y en su austeridad, aparte de su gran dominio del lenguaje hablado. Respira verdad por los cuatro costados, sin excesos, con un enorme pudor y una gran frialdad en las relaciones entre los personajes. Los tiempos son los del final de la guerra mundial, con lo que los vencidos esperan dejar de serlo, alguno se va al monte con los "maquis", otros organizan una huelga de hambre en la c¨¢rcel, un m¨¦dico preso ayudante de enfermer¨ªa intenta dialogar con un oficial a quien ha curado un brazo roto, y se?ala que la guerra no ha sido entre presos y vigilantes, que la vida seguir¨¢ con todos reconciliados y s¨®lo sobrevivir¨¢n las ideas que se lo merezcan, aunque aspire al amor de una viuda reciente de guerra que se entera en una visita inicial a la c¨¢rcel de la muerte de su marido. Como digo, el retrato es m¨¢s colectivo que en sus otras novelas de la ¨¦poca y est¨¢ libre de las ambig¨¹edades budistas, californianas y desordenadas que estropeaban varios de sus libros posteriores (En el segundo hemisferio, Ocho, siete, seis, La vor¨¢gine autom¨¢tica, En los claros ojos de John) pues la emigraci¨®n no le sent¨® nada bien a Antonio Ferres, peor que el regreso final, donde al parecer lo est¨¢ centrando todo, aunque "al hombre perdido" hayan sucedido estos "tiempos malditos", que seguimos esperando.
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