Para los amantes de lo ingl¨¦s
Las hermanas Mitford pertenecen a la mitolog¨ªa de la sociedad inglesa de la primera mitad del siglo. Diana fue la esposa del l¨ªder fascista brit¨¢nico Oswald Mosley; Unity, amiga ¨ªntima de Hitler, enloqueci¨®; Jessica lleg¨® a ser una periodista de impacto en Estados Unidos y Pamela y Deborah mantuvieron el estilo gentry de manera impecablemente inglesa a lo largo de su vida; todas ellas eran hijas de un arist¨®crata. Nuestra autora, Nancy (1904-1973), escribi¨® cuatro novelas y cuatro biograf¨ªas adem¨¢s de un ensayo sobre los modos y costumbres de la aristocracia inglesa que se ha convertido poco menos que en un cl¨¢sico sobre el tema. Sus novelas tuvieron una calurosa acogida.
A la caza del amor cuenta la vida de la familia Radlett (trasunto de la suya propia) a trav¨¦s de una narradora, Fanny, que es sin duda la propia Nancy. Comienza en la infancia en la casa de campo de Alconleigh y pronto su mirada se decanta por seguir la figura de Linda con lo que la perspectiva resulta curiosa: convertida en Fanny, construye un personaje, Linda, que es ella misma; un caso de desdoblamiento que, literariamente, tiene gracia. Y aunque sigue a Linda, no deja de insertar de manera constante al resto de la familia, que opera como un bloque de contraste perfectamente complementario.
A LA CAZA DEL AMOR
Nancy Mitford
Traducci¨®n de Ana Alcaina
Libros del Asteroide
Barcelona, 2005
272 p¨¢ginas. 15,95 euros
El libro est¨¢ escrito con un sentido del humor t¨ªpicamente brit¨¢nico; es mordaz, ingenioso, revela una inteligencia nada desde?able y unas buenas dotes de observaci¨®n, retrata a los personajes secundarios con trazos certeros, no teme decir las cosas como son, no es empalagoso... en fin, es un libro la mar de entretenido aunque especialmente dirigido a aquellos que aprecian el costumbrismo ingl¨¦s. Un poco m¨¢s empalagosa es la figura de Linda porque, realmente, no presenta entidad suficiente para sostener una novela y en sus historias de amor (tres en total) pinta m¨¢s lo pintoresco que lo hondo, raz¨®n por la cual bordea peligrosamente a veces el t¨®pico -su relaci¨®n con el personaje de Christian, un joven entregado a la causa comunista, por ejemplo-. La verdad es que Linda es un personaje m¨¢s bien esnob e insustancial y llega un momento en que sus actividades cansan; Nancy Mitford no ha querido tirar de los elementos dram¨¢ticos -o, simplemente, m¨¢s intensos- de su personalidad y la novela se queda en un relato de ingeniosidades y extravagancias muy divertidas, s¨ª, pero que a partir de un momento empiezan a resultar repetitivas. Tampoco es muy apreciable en su estructura, que se compone de escenas que van sucedi¨¦ndose a merced del paso del tiempo, sin otro criterio que el de narrar los aspectos m¨¢s chocantes de una vida amorosa relatada en superficie. Es decir: no se ve una intenci¨®n que gu¨ªe la novela m¨¢s all¨¢ del retrato de tipos y costumbres.
Con todo, no piense el lector
que se trata de un libro ininteresante; es verdad que gustar¨¢ sobre todo a los amantes de lo ingl¨¦s, pero, adem¨¢s, como sucede tantas veces, lo que se convierte en verdaderamente interesante y divertido es el escenario de fondo: la familia Radlett. Ah¨ª encontramos toda una serie de personajes que van del iracundo Mathew, el padre, ladrador y poco mordedor, guardi¨¢n inflexible de la esencia brit¨¢nica, a la esposa, Sadie, los hijos o la t¨ªa Emily, que es en la ficci¨®n la madre de Fanny, a la que adopt¨® cuando su madre biol¨®gica, apodada La Desbocada, y su padre la dejaron en sus manos para entregarse libremente a sus correr¨ªas por el mundo (hay un leitmotiv muy bien utilizado referido a ella, cuando las primas Radlett, jovencitas so?adoras, peri¨®dicamente le dicen a Fanny con verdadera envidia: "Qu¨¦ suerte tienes por tener unos padres perversos").
Los dos personajes con m¨¢s gancho son Lord Merlin, un cultivado arist¨®crata y esteta que es la contrafigura de Mathew, y Davey, el hipocondriaco esposo de la t¨ªa Emily. Las apariciones en escena de ambos, muy bien medidas, acaban por robar plano a los dem¨¢s y se convierten en personajes tan ajustados como sumamente atractivos. No tienen, como los dem¨¢s, otra funci¨®n que la de marcar los pasos del relato y ambos lo hacen con total acierto. Al final, es la historia de Linda la que va poco a poco perdiendo inter¨¦s, que no brillo, y la autora se deshace de ella sin m¨¢s en el ¨²ltimo cap¨ªtulo. Un libro, pues, muy divertido que se queda s¨®lo en eso por falta de sentido del riesgo (narrativo) de su autora.
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