El d¨ªa en que conquistamos la igualdad
Sucedi¨® el pasado jueves en el templo de la representaci¨®n nacional: todos los partidos pol¨ªticos, excepto uno, aprobaron una ley que habla de igualdad, libertad, justicia, dignidad, pluralismo, tolerancia y solidaridad... que habla de plena ciudadan¨ªa. Una ley cuya finalidad es extender el matrimonio para todos y conseguir que homosexuales y heterosexuales puedan elegir entre casarse, crear una uni¨®n de hecho o no establecer ning¨²n v¨ªnculo jur¨ªdico. Espa?a, por fin, ha sido pionera en la conquista de la igualdad de derechos.
Sostienen los cr¨ªticos a esta conquista que el matrimonio es un¨ªvoco e invariable: es la suma de hombre y mujer. Pero eluden aceptar que el matrimonio es una instituci¨®n humana; que el matrimonio es una instituci¨®n cultural, resultado de un tiempo y de una evoluci¨®n hist¨®rica determinada. Por tanto, ser¨¢ lo que la sociedad en cada momento, en funci¨®n de la realidad y sus necesidades, democr¨¢tica y leg¨ªtimamente decida. Y el gobierno y el poder legislativo no s¨®lo pueden, sino que deben regular como matrimonio las diversas formas afectivas de uni¨®n presentes en nuestra sociedad.
Respecto a la adopci¨®n, el otro argumento esgrimido en contra, hay que apelar antes que nada a la realidad. Tenemos que ser conscientes de que los homosexuales tienen hijos, biol¨®gicos o en adopci¨®n individual; y que estos ni?os, al no estar reconocidos, puede ser v¨ªctimas de desprotecci¨®n o de discriminaci¨®n. Una vez m¨¢s, superar el problema pasa por asumir la realidad, sin hipocres¨ªa ni falsos reparos. Significa reconocer que ni gays ni lesbianas ni heterosexuales tienen derecho a adoptar, sino que son los ni?os los que tienen derecho a que la sociedad les proporcione la mejor opci¨®n de familia que les pueda conseguir. Y es funci¨®n de los profesionales decidir si la pareja cumple las condiciones necesarias para ser unos buenos padres o madres. ?sta es la clave: asegurar el futuro del ni?o desde las garant¨ªas sociales, antes que desde los escr¨²pulos culturales de la orientaci¨®n sexual.
Hoy es un d¨ªa de orgullo, antes que nada, para la propia condici¨®n humana. De la misma manera que hace algo m¨¢s de un siglo fue una victoria de esa misma condici¨®n humana abolir la esclavitud en nuestro pa¨ªs, a pesar de los te¨®ricos que defend¨ªan la desigualdad natural de los negros o de los reaccionarios de siempre que auguraban una inversi¨®n del orden natural. Y hoy es tambi¨¦n un d¨ªa de orgullo para todos los espa?oles, entre otras razones, porque ponemos punto final a la discriminaci¨®n de cualquier persona por raz¨®n de su opci¨®n sexual o de su proyecto de vida con otra persona.
No me cansar¨¦ de decir que es injusto ser ciudadano de segunda por amor, y que la medida no va contra nadie y que a nadie va a perjudicar. Sobre todo, por la intensa campa?a reactiva que ha provocado. A lo largo del tiempo en que se ha tramitado esta ley, hemos asistido a hechos ins¨®litos para el sentido com¨²n de la mayor¨ªa de los ciudadanos: hemos visto manifestaciones en la calle, manifestaciones en los medios... Y hasta hemos podido ver la comparecencia en el Senado, invitado por el PP, de un experto que defini¨® la homosexualidad como una enfermedad y declar¨® alcoh¨®licos y hostiles a los padres de los homosexuales. Un invitado por quien intenta justificar lo injustificable.
Pero la igualdad ha ganado la batalla y el PP la ha perdido. Los espa?oles han dado un ejemplo al mundo, y los que se oponen al progreso social la han perdido. Atr¨¢s queda el tiempo en que el Gobierno de Espa?a era el ¨²nico de un pa¨ªs europeo que se opon¨ªa a que gays y lesbianas tuviesen voz en la ONU. Atr¨¢s quedan los d¨ªas en que altos responsables de un gobierno de Espa?a se pronunciaban abiertamente en contra de los derechos de los homosexuales. Atr¨¢s han quedado ya los Zaplana, Mato, Montoro, Fraga, Botella, Conde...
Hoy hemos dado un gran paso hacia la igualdad. Hoy hemos demostrado la madurez de nuestra sociedad. Pero es s¨®lo un paso. Ahora nos queda un gran trabajo para eliminar la discriminaci¨®n cotidiana, y ¨¦sta es una tarea en la que son necesarios todos los partidos pol¨ªticos, los gobiernos, los colectivos y todos los ciudadanos.
Carmen Mont¨®n es diputada socialista en el Congreso.
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