Protecci¨®n de los informantes y libertad de expresi¨®n
El pulso de un juez y un fiscal contra dos periodistas determinados a proteger sus fuentes (incluso aunque las fuentes puedan haber cometido un delito al hablar con ellos) es de una envergadura s¨®lo parecida a la de dos conflictos ocurridos en la d¨¦cada de los setenta. Sin embargo, a pesar de que el mundo acad¨¦mico apoya mayoritariamente la decisi¨®n de los dos periodistas encausados, el repaso de esos dos antecedentes proporciona escenarios no del todo similares.
En 1971, el Tribunal Supremo de EE UU permiti¨® que The New York Times y The Washington Post publicaran los llamados Papeles del Pent¨¢gono, los documentos confidenciales que revelaban la decisi¨®n temprana de EE UU de entrar en la guerra de Vietnam y la carencia de un plan de salida. El entonces presidente, Richard Nixon, intent¨® bloquear la publicaci¨®n con la ayuda de jueces federales. "Hay que quemar en la hoguera a quien haya filtrado los papeles", dijo en una conversaci¨®n que, grabada en el despacho oval, acab¨® siendo tambi¨¦n de dominio p¨²blico. Aquella decisi¨®n del Supremo, por seis votos contra tres, suele contemplarse como una garant¨ªa judicial imperecedera a la libertad de expresi¨®n. Sin embargo, la sentencia fue compleja y nada resolutiva, porque dejaba la puerta abierta a intervenciones como la de Nixon si lo que estaba en juego era la seguridad nacional.
Secretos del Gobierno
El caso tiene similitudes con el actual porque en ambas circunstancias la fuente cometi¨® un delito, el de revelaci¨®n de secretos gubernamentales. La diferencia est¨¢ en el matiz. Quien filtr¨® los "papeles del Pent¨¢gono" (Daniel Ellsberg) lo hizo -al igual que Mark Felt, el garganta profunda del caso Watergate- por su convencimiento de que el Gobierno estaba cometiendo una ilegalidad mayor que la suya; en el caso actual, la filtraci¨®n parece m¨¢s bien una pelea entre el Gobierno de Bush y un diplom¨¢tico.
El segundo antecedente, citado particularmente por el editor de The New York Times, llev¨® a la c¨¢rcel 40 d¨ªas en 1978 al redactor de ese peri¨®dico Myron Farber, quien se neg¨® a proporcionar informaci¨®n confidencial que beneficiaba a un m¨¦dico acusado de matar a sus pacientes con inyecciones de veneno. El Supremo de Nueva Jersey estableci¨® que el derecho del acusado a una defensa plena estaba por encima del derecho del periodista a la confidencialidad de sus fuentes o su material; al mantenerlo secreto, el acusado tuvo que ser absuelto. Cuando el editor de Time confirm¨® su decisi¨®n de entregar los papeles del caso Novak, hizo una puntualizaci¨®n a su colega de The New York Times: le record¨® que cuando un tribunal orden¨® a su peri¨®dico dejar de publicar los papeles del Pent¨¢gono, el diario obedeci¨®.
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