Seria insolaci¨®n carioca
Escribo estas l¨ªneas en una playa brasile?a, las escribo para decir que el sol lleva activo 4.600 millones de a?os y tiene suficiente combustible para otros 5.000 millones m¨¢s. Lo que se sabe con gran certeza es que, al final de su vida, el sol comenzar¨¢ a fundir helio con sus elementos m¨¢s pesados y se ir¨¢ hinchando, y por ¨²ltimo ser¨¢ tan grande que absorber¨¢ a la Tierra. Despu¨¦s de 1.000 millones de a?os como gigante rojo, de pronto se convertir¨¢ en una enana blanca, y precisar¨¢ un trill¨®n de a?os para enfriarse completamente. Creo que esto acaba con la vanidad de cualquiera. Si el sol ha de convertirse en una enana blanca, ?qu¨¦ somos y, lo que es peor, qu¨¦ llegaremos a ser nosotros? Nada, nunca llegaremos a nada. A lo sumo somos sombras. Y, en estos d¨ªas, m¨¢s bien somos sombras muertas de calor en las playas.
"?El sol, ese rubio gordo!", dec¨ªa Jules Renard, tal vez creyendo que era muy ingenioso, y lo era, qu¨¦ duda cabe. Pero tambi¨¦n es cierto que podr¨ªa haberse mirado a s¨ª mismo y no jugar a ser tan presumido, pues si lleg¨® a pensar que el sol era un rubio orondo, podr¨ªa tambi¨¦n haberse preguntado qui¨¦nes en definitiva somos nosotros. A lo sumo, sombras de ese gordo. Es m¨¢s, si pensamos que, como dec¨ªa Paul Klee, la luna es el sue?o del sol, nosotros tal vez ser¨ªamos en ese caso -lo cual ya ser¨ªa mucho- sombras n¨®madas viajando por ese lun¨¢tico sue?o. Quiz¨¢ por eso hoy, como sombra que creo ser, me r¨ªo opacamente cuando oigo hablar del calor de estos d¨ªas e, imitando a Bergam¨ªn, digo: "S¨®lo soy una sooooombra...".
A veces pienso que con esa sombra van todos mis temores y, en cambio, no voy yo. A la idea de Luciano de Samosata de que en el otro mundo seremos acusados por la sombra misma que en vida llev¨¢bamos a la zaga, a esta idea ligera e ingeniosa, es preciso darle un giro y un cierto peso y profundidad. Filosof¨ªa de playa: nosotros no somos m¨¢s que esa sombra pesada. No hay nadie m¨¢s. Ning¨²n cuerpo refleja esa sombra. Es una idea que parece llegarme ahora del astro mismo. Nosotros somos s¨®lo una sombra n¨®mada y debemos estar preparados para el temor que ese descubrimiento puede darnos a partir de ahora. Si las figuras de Giotto no ten¨ªan sombra, nosotros, en cambio, somos sombras que no alcanzan a ver la luz de la que podr¨ªan proceder y que, en cualquier caso, estar¨ªa oculta en el propio sol, en ese inmenso gigante rojo que va camino de convertirse en enana blanca.
Filosof¨ªa de playa. S¨®lo nos queda confiar en que alg¨²n d¨ªa -si es que existe- podamos ver la luz sin la que no ser¨ªamos nada. Porque al parecer sin esa luz no podemos ser sombras cabales. ?O acaso no dicen que toda sombra es la luz que la revela y esta es la raz¨®n de que, a pesar de los elogios de que es objeto, la luz, en el fondo, sea primero buscada y luego temida y odiada? Por eso hay tanta gente que se pasa la vida sin querer verla. Y por eso ciertos sabios que exhalan luz son temidos y odiados. Filosof¨ªa de playa brasile?a. A algunos se les puede ver tomando los rayos de sol de la futura enana blanca, los toman pacientemente -confundidos entre las vulgares multitudes inmersas en sus ba?os de agua y salitre- mientras esperan que descienda el sol y lleguen las sombras y ¨¦stas confraternicen en un gris com¨²n y acaben borr¨¢ndose y dejando a nuestras vidas de sombra siempre a la espera de que, cuando no caliente el sol en la playa, vayamos a fundirnos en los restos a la deriva de una enana blanca... Tengo una clara insolaci¨®n. Al borde del delirio, mando una ¨²ltima sonrisa a estas aguas cariocas.
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