Dos veces bueno
De dos galopadas finales, Ronaldo engancha sendos goles, y ya no hace nada m¨¢s: ha hecho poco pero ha sentenciado el partido. Lo de James Brown es algo parecido. A James Brown le basta lo justo para ofrecer un hermoso recital que a la larga se recordar¨¢ por sus escasos, pero majestuosos gritos; su par de bailecitos que tanto inspiraron a Michael Jackson o Prince; su simpat¨ªa, y ese vacile que se trae con sus m¨²sicos, coristas y animadoras.
Eso, a simple vista, pues detr¨¢s hay una puesta en escena genial que ha convertido su espect¨¢culo en uno de los m¨¢s divertidos del mundo, a pesar de que lleve a?os repiti¨¦ndolo casi de la misma manera. Como Ronaldo, Brown se prodiga poco en todas las suertes que tan bien controla desde hace d¨¦cadas, pero cada vez que aborda una de ellas, verle y escucharle es una gozada.
James Brown
James Brown (voz y ¨®rgano) acompa?ado de The Soul Generals: Tommie Rae Hynie y Roosevelt Johnson (cantantes)... ?ltima jornada Galapajazz 05: Vel¨®dromo de Galapagar (Madrid), 25 euros. 2 de julio de 2005
El gran padrino del soul sigue montando un espect¨¢culo de s¨ª mismo. Con su traje rojo de solapas de lentejuelas y flecos en las mangas, camisa negra y pajarita de fantas¨ªa, sale cuando la banda lleva casi veinte minutos de calentamiento. Brown hace del culto a su ego un arte del que es dif¨ªcil escapar. Todos, p¨²blico y m¨²sicos, caen rendidos ante ¨¦l y su sabidur¨ªa. El soul y el funk no tienen secretos para ¨¦l, pues de alguna manera es su inventor o, acaso, su redentor. Ya no lleva a figuras de relumbr¨®n en sus filas, como cuando contaba con los saxofonistas Maceo Parker o Pee Wee Ellis, pero dirige una banda de casi una veintena de virtuosos, The Soul Generals, que desarrollan un funk musculoso, un soul intenso y un rhythm and blues vigoroso. Propuestas, todas ellas carnosas, que Brown se encarga de dosificar y alternar. ?l no baila al ritmo de la m¨²sica; es la m¨²sica la que va a su ritmo. Cada gesto, cada gui?o, cada sonrisa, cada mueca del padrino son interpretados por sus m¨²sicos de forma clara. Los dos cantantes auxiliares ejercen de maestros de ceremonias y de presentadores del genio. Se corea su nombre al ritmo de la gran banda y se cumplen todos los rituales tantas veces sabidos del rey del funk y el soul: se le colocan las distintas y coloristas capas a la espalda con su nombre bordado o se le a¨²pa cuando en cuclillas parece rendido del esfuerzo. ?l contesta invitando al borde del escenario a que algunos se luzcan con su instrumento.
Muy a la americana, Brown saca a dos animadoras a escena (una de ellas, Sara, es catalana y rapea un rato en espa?ol) y aborda alguno de sus cl¨¢sicos, como Get up off that thing, Living in America (conocida por su inclusi¨®n en la banda sonora de Rocky) y, por supuesto, I feel good y Sex machine. Con 72 a?os y m¨¢s delgado que en los ¨²ltimos tiempos, el hombre que naci¨® en Carolina pero se cri¨® en Georgia, como dice en una de sus canciones, parece m¨¢s en forma y aguanta m¨¢s de una hora en el escenario. Dedica un recuerdo al fallecido Ray Charles, pasando al gospel su I got a woman y asegura presentar al p¨²blico madrile?o a la nueva Janis Joplin -"esa blanca que cantaba como una negra"- cuando deja cantar sola a su pelirroja corista.
La mayor parte del tiempo, Brown se qued¨® tocando el ¨®rgano, y dando instrucciones sutiles. Se dosific¨®, pero, como es bien sabido, cuando es breve, lo bueno es dos veces bueno.
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