Ceguera occidental
Todo es susceptible de empeorar. Tambi¨¦n en Ir¨¢n, donde ha triunfado en las elecciones presidenciales la opci¨®n m¨¢s fundamentalista entre todas, pues todas lo eran: Mahmud Ahmadineyad, el nuevo presidente, apoyado desde el lado oscuro por la estructura del poder religioso que se volc¨® a favor del m¨¢s intransigente, una apuesta por la dureza y la legitimidad de la teocracia. Sin embargo, el nunca elegido l¨ªder supremo, el ayatol¨¢ Jamenei, hab¨ªa parecido apostar discretamente por el ex presidente Rafsanyani. Bush ha condenado la elecci¨®n por "falta de legitimidad" debido a la influencia de los ayatol¨¢s en el proceso. Es verdad. Pero, ?lo hubiera dicho de haber ganado el pragm¨¢tico Rafsanyani? En el vecino Irak, donde en el sur avanza implacablemente la aplicaci¨®n del fundamentalismo, quien independientemente de las elecciones manda sobre la mayor¨ªa chi¨ª es el gran ayatol¨¢ Al Sistani, no elegido pero que tiene la auctoritas religiosa.
Las iran¨ªes han sido elecciones m¨¢s plurales y abiertas que en muchas otras partes del mundo musulm¨¢n (salvo en Asia oriental), pero el aparato estatal-religioso act¨²a como filtro para impedir que se presenten candidatos inadecuados. Ir¨¢n, donde se encarcela y persigue a disidentes, no es una democracia. Pero el resultado de estas elecciones es real. En el recuento no parece haber habido trampas. En la primera vuelta los reformistas se llevaron m¨¢s votos, pero en la segunda, la participaci¨®n ha superado el 60% del censo, y Ahmadineyad ha ganado con un 61% de los sufragios. Aunque las comparaciones son dif¨ªciles, el nuevo presidente cuenta con el apoyo de un 40% del censo, mientras que Blair en su pa¨ªs cont¨® s¨®lo con un 22% en su triunfal reelecci¨®n.
Las causas de lo ocurrido hay que buscarlas en el fracaso econ¨®mico y pol¨ªtico del reformismo. De la mano de la inflaci¨®n y el paro, la pobreza ha aumentado en Ir¨¢n en estos a?os. Tambi¨¦n la corrupci¨®n. Y ¨¦sa ha sido justamente la bandera de Ahmadineyad: prometer crecimiento econ¨®mico y un reparto m¨¢s equitativo de los ingresos del petr¨®leo (f¨®rmula que ya fracas¨® en los 80). Si la econom¨ªa ha pesado, tambi¨¦n la religi¨®n, pues los m¨¢s pobres son tambi¨¦n los m¨¢s fundamentalistas -pero no quer¨ªan otro cl¨¦rigo al frente del Gobierno-, tienen otras prioridades antes que las libertades, y se han movilizado contra una clase media pasiva que respeta las reglas estrictas de comportamiento en la calle, pero que tiene sus fiestas y sus maneras de vestir occidentales en privado. "Jam¨¢s he ido a tantas fiestas con tanto alcohol como en Teher¨¢n", comentaba un diplom¨¢tico occidental. El movimiento reformista, que logr¨® un 80% de los votos para Jatam¨ª en 1997, est¨¢ roto.
Hay un divorcio en la sociedad iran¨ª, que acabar¨¢ reventando. El 70% tiene menos de 30 a?os y no guarda vivencias de la revoluci¨®n de Jomeini en 1979. Pese a las cortapisas oficiales, Internet tiene un avance espectacular en Ir¨¢n, y en los bloggs se debate sin cesar lo ocurrido. Es posible que veamos en un futuro no muy lejano que grupos sociales, espoleados sobre todo desde EE UU, intenten forzar un cambio, una revoluci¨®n verde. No es imposible, sino muy dif¨ªcil.
La victoria de Ahmadineyad es un cambio crucial en el tablero. En materia nuclear est¨¢ por ver si siguen en la l¨ªnea de un acuerdo con la UE o no. Bush asegura que no les dejar¨¢ dotarse del arma nuclear ni de una capacidad para construirla. Si fracasa la presi¨®n europea, unas sanciones de la ONU tampoco funcionar¨¢n. ?Bombardear¨¢ entonces EE UU unas instalaciones diseminadas por todo el pa¨ªs? Si lo hace reforzar¨ªa un r¨¦gimen en el que hay un amplio consenso para "no depender de la definici¨®n de EE UU de c¨®mo debe organizarse el mundo", como describi¨® una vicepresidenta iran¨ª.
Mientras, en Occidente, ni Estados Unidos ni los europeos se hab¨ªan preparado. Como reconocen diversas fuentes diplom¨¢ticas, no contemplaban la posibilidad de una victoria de Ahmadineyad. Quiz¨¢s porque vemos el mundo con nuestras propias gafas y nos cuesta ponernos en el lugar del otro o de los otros. Ni en Irak antes, ni en Ir¨¢n. Algo est¨¢ seriamente fallando en nuestra inteligencia. aortega@elpais.es
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