Piqu¨¦ se sincera
No es frecuente que la direcci¨®n de un partido emita una nota para desautorizar las opiniones de uno de sus miembros. El Partido Popular acaba de hacerlo. Rajoy le ha dicho a Piqu¨¦ que se ha equivocado al decir que Acebes y Zaplana "conectan con el pasado" y que se necesita gente nueva para "una nueva etapa". El l¨ªder del PP de Catalu?a se ha disculpado, pero insiste en que se debe hacer otro tipo de oposici¨®n. Mala se?al cuando una organizaci¨®n pol¨ªtica vive todo como una cat¨¢strofe, cualquier opci¨®n estrat¨¦gica del Gobierno como un paso m¨¢s en la liquidaci¨®n de la patria y cualquier discrepancia en su casa como una deslealtad inaceptable. Cuando un partido suma todas estas paranoias es que algo no le funciona.
Que Rajoy responda con una nota oficial s¨®lo puede significar dos cosas: o que ha recibido presiones enormes para hacerlo o que necesita sobreactuar para evitar cualquier sospecha de connivencia con Piqu¨¦. Ambos caminos conducen a la misma hip¨®tesis: que el presidente del PP no tiene suficiente autoridad. Si la tuviera nadie se atrever¨ªa a presionarle y, probablemente, tampoco Piqu¨¦ habr¨ªa osado complicarle la vida.
Piqu¨¦, sin embargo, ha dicho algo que comparte mucha gente de su grupo. Desde el 14-M, el PP ha seguido alej¨¢ndose de las posiciones liberales y centristas que le hab¨ªan dado sus mejores resultados. La inesperada p¨¦rdida del poder hizo que se contagiara del s¨ªntoma de resentimiento de Aznar. El mismo d¨ªa en que Rajoy se ve¨ªa obligado a rega?ar a Piqu¨¦, Aznar se arrogaba el derecho a explicar cu¨¢l debe ser la l¨ªnea a seguir. El PP ha salvado este primer a?o en la oposici¨®n tratando de movilizar a sus incondicionales. Pero hasta tal punto se ha sentido seducido por el calor de la calle que en este momento parece estar maniatado por el exceso de celo doctrinal y el revanchismo del sector m¨¢s aznarista.
Tiempo habr¨¢ para saber si Piqu¨¦ ha calculado mal o si simplemente est¨¢ siendo vapuleado por haber sido el que ha dado el primer paso, abriendo un camino irreversible. Piqu¨¦ lleva tiempo tratando de transmitir la idea de que act¨²a en Catalu?a con cierto margen de libertad t¨¢ctica. En todo momento ha mantenido viva la posibilidad de que el PP entre en el consenso del Estatuto catal¨¢n y no ha escondido cierto distanciamiento respecto a la pol¨ªtica de movilizaciones callejeras. No es, sin embargo, la primera vez que la ansiedad le provoca alg¨²n error de precipitaci¨®n. Lo cual no deja de ser una muestra de la incomodidad que siente en su partido un hombre que entr¨® por las alturas y en el que no acaba de encontrar su puesto desde que dej¨® de ser ministro.
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