'The New York Times' dice que Miller "defiende el derecho a la informaci¨®n"
La periodista pasar¨¢ casi cuatro meses en prisi¨®n si no declara sobre sus fuentes
La encarcelaci¨®n de la periodista Judith Miller por negarse a revelar la identidad de sus fuentes ha reabierto con fuerza en Estados Unidos el debate sobre la protecci¨®n de la confidencialidad como una de las bases de la prensa libre. The New York Times, el diario en el que trabaja Miller, dijo en un largo editorial ayer que la reportera "ha hecho lo que ten¨ªa que hacer" y le dio las gracias "por librar este combate en nombre de todos los periodistas". Miller est¨¢ desde el mi¨¦rcoles en un centro penitenciario de Alexandria, pr¨®ximo a Washington.
Si no hay cambios, Miller, de 57 a?os, estar¨¢ en la c¨¢rcel hasta el 28 de octubre, cuando est¨¢ previsto que concluya la investigaci¨®n sobre el delito de dejar al descubierto la identidad de una agente secreta. Matt Cooper, de la revista Time, dej¨® de incurrir en desacato el mi¨¦rcoles al aceptar declarar. Cooper explic¨® que su fuente le hab¨ªa eximido del compromiso de confidencialidad. Miller mantuvo su postura al amparo de la primera enmienda de la Constituci¨®n, que garantiza la libertad de prensa. El fiscal cree que la reportera debe declarar lo que sabe del asunto, porque la seguridad nacional est¨¢ por encima de la protecci¨®n constitucional.
El caso arranc¨® con la publicaci¨®n, hace dos a?os, de una columna en la que el comentarista Michael Novack revelaba -gracias a la informaci¨®n de dos altas fuentes en el Gobierno- que el diplom¨¢tico Joseph Wilson, enviado por la Agencia Central de Inteligencia a investigar si Sadam Husein hab¨ªa comprado uranio en N¨ªger, estaba casado con Valerie Plame, perteneciente a la CIA. Ocho d¨ªas antes de que apareciera esta columna, Wilson hab¨ªa denunciado en The New York Times que el Gobierno ocult¨® sus hallazgos -la ausencia de pruebas sobre el uranio- para facilitar el argumento de la peligrosidad de los arsenales de armas de destrucci¨®n masiva. Wilson dijo que el dedo que se?alaba a su mujer era una venganza contra ¨¦l. Cooper escribi¨® sobre el caso, pero Miller nunca lo hizo; se limit¨® a hacer preguntas. Y no se sabe si Novack ha hablado con el fiscal o declarado ante el gran jurado, porque todos los procedimientos son secretos; ¨¦l ha dicho que no hablar¨¢ hasta que se resuelva el caso. Varios medios han se?alado que el asesor de Bush, Karl Rove, podr¨ªa ser una de las fuentes mencionadas, aunque su abogado lo niega.
The New York Times se?al¨® en su editorial que "algunas personas, incluidos lamentablemente ciertos medios, creen equivocadamente que un periodista y un peri¨®dico se colocan por encima de la ley al rechazar la orden de un tribunal de declarar. Nada puede estar m¨¢s lejos de la realidad". El Times enmarca su posici¨®n y la de la reportera "en la tradici¨®n de desobediencia civil que arranc¨® con los fundadores de la naci¨®n" y afirma que Miller "est¨¢ defendiendo el derecho de los estadounidenses a obtener informaci¨®n importante de los medios que no temen represalias de la Administraci¨®n".
El diario de Nueva York "lamenta profundamente" que la revista Time, a la que pertenece Cooper, entregara documentos sobre las fuentes. [El director de Time lo justific¨® diciendo que "los periodistas no deben estar por encima de la ley"]. Pero The New York Times cree que ninguna promesa de un periodista de respetar el anonimato de unas fuentes "valdr¨¢ de mucho si su empresa no respeta ese compromiso de secreto".
El diario reconoce que el caso es "dif¨ªcil y embarrado", y recuerda que, en su momento, dijo que si la Casa Blanca hubiera filtrado el nombre de Valerie Plame como represalia "la filtraci¨®n ser¨ªa un extraordinario abuso de poder" que el Departamento de Justicia deber¨ªa investigar sin que ello degenerara "en un intento de obligar a los periodistas revelar sus fuentes". El Times dice ahora que estaba pensando en Novack, y que es desconcertante que el columnista "est¨¦ en libertad y con la boca cerrada en cuanto a lo que dijo o no dijo al gran jurado sobre la filtraci¨®n".
En todo caso, "si Miller declara, ser¨¢ much¨ªsimo m¨¢s dif¨ªcil en el futuro convencer a un asustado funcionario de que hable sobre fechor¨ªas en altas instancias o que un preocupado empleado revele delitos en su empresa". Los periodistas responsables "asumen que las libertades de la prensa no son absolutas y que deben ser ejercidas con responsabilidad", pero "los l¨ªmites no pueden ser dictados por el capricho del poder".
The Washington Post dice en su editorial que el encarcelamiento de Judith Miller "es un golpe muy perjudicial para el trabajo de los medios", "un grave abuso de la fiscal¨ªa y un ataque gratuito a la libertad de prensa". El Post reclama que las leyes que protegen la confidencialidad de las fuentes y que est¨¢n en vigor en 49 Estados del pa¨ªs tengan su equivalente a escala nacional y pide al Congreso que act¨²e en ese sentido.
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