Basuras en las calles

Antiguamente, por el barrio de la Trinidad, pasaba El Titi. Era ¨¦l quien recog¨ªa la basura. No ten¨ªa carn¨¦ de conducir, pero tampoco lo necesitaba para su carro tirado por una mula. El Titi no fallaba nunca. En nuestros d¨ªas, la cosa es distinta. Cada vez que el cami¨®n frena para levantar el contenedor y volcarlo, deja un reguero putrefacto, que al rato da un olor insoportable. Hemos tenido que colocar mosquiteras para que algunas especies de animalitos indeseables no se les ocurra visitarnos.

Es una triste guasa que a veces, a algunos, nos toque la loter¨ªa sin jugar y tengamos que soportar durante a?os el premio de disfrutar delante de la puerta los cuatro contenedores de basura: para el papel, el pl¨¢stico, el cristal y la basura en general. Y no s¨®lo eso, sino que para no ver m¨¢s porquer¨ªa delante de nuestra casa, cada vez que necesitamos tirar un mueble, hacemos la llamada al n¨²mero pertinente, y sacamos el mueble el d¨ªa previsto y a la hora se?alada. Pues bien, algunos vecinos no hacen eso, y nos traen sus desechos a la puerta donde pasan meses sin que vengan a recogerlos. Pedimos un m¨¦todo nuevo para que el cami¨®n no suelte lo que suelte ante nuestras narices y un poco de solidaridad por parte de los vecinos con los que ya soportamos los olores, y la fauna, y el ruido que produce la rotura de los vidrios al caer en el contenedor a la una o las dos de la madrugada.