Iberia, tierra de m¨²sicas diversas
En los 505.000 kil¨®metros cuadrados del Estado espa?ol se suceden a diario docenas de episodios musicales fascinantes. Los etn¨®grafos y music¨®logos internacionales siempre se han maravillado del colosal ramillete de caracteres y expresiones que confluyen en este pa¨ªs. Cualquiera de estos folclores ser¨ªa, sin duda, merecedor de un estudio pormenorizado por s¨ª solo, pero el conjunto de todos ellos ofrece de resultas una de las mayores riquezas patrimoniales de las que puede presumir (otra cosa es que lo haga) esta piel de toro.
La m¨²sica de ra¨ªz atraviesa ahora un periodo alentador, en Espa?a y en otros muchos puntos del planeta, pero sus art¨ªfices y promotores han cometido a lo largo de los a?os algunos excesos que a veces siguen pesando como una losa. El peor de ellos es el que Jany Rouger, coordinador de la Federaci¨®n francesa de Asociaciones de M¨²sicas y Danzas Tradicionales, defini¨® en un art¨ªculo como "deriva de identidad", una perversi¨®n seg¨²n la cual la m¨²sica "s¨®lo es el abanderado de una ideolog¨ªa nacionalista". La realidad es que podemos reivindicar el valor de nuestros ancestros, luchar por la conservaci¨®n de unas expresiones propias y genuinas, de unas lenguas y costumbres, sin que ello nos conduzca a ning¨²n tipo de exclusivismo. Y todo ello porque todas las tradiciones son tan leg¨ªtimas como impuras y porque, volviendo a Rouger, bien podemos "vivir nuestro criollismo como una riqueza y no como un escollo".
La m¨²sica de ra¨ªz atraviesa ahora un periodo alentador, en Espa?a y en otros muchos puntos del planeta
En ese sentido, la Pen¨ªnsula es un territorio criollo hasta los tu¨¦tanos. M¨¢s de un profesor de historia, m¨²sico o medievalista -verbigracia, nuestro infatigable Eduardo Paniagua- se ha sentido fascinado por la ¨¦poca durante la que convivieron, en sorprendente armon¨ªa, las religiones cristiana, jud¨ªa y musulmana. Este pa¨ªs se ha contaminado de muchos pueblos, sangres y tradiciones distintas desde la noche de los tiempos. A fin de cuentas, Espa?a a¨²na su condici¨®n de puente entre Europa y ?frica con la de punto de encuentro entre Am¨¦rica y el Viejo Continente. La Pen¨ªnsula da cobijo a una amplia cultura atl¨¢ntica, la de gallegos, astures y alg¨²n que otro c¨¢ntabro, que gusta de mirar hacia el Norte, all¨¢ por las inmediaciones del mar de Irlanda, las tierras altas y los acantilados. Hace hueco a Euskadi, el rinc¨®n donde, seg¨²n el diagn¨®stico del ilustre investigador Bruno Nettl, se conserva "tal vez la cultura folcl¨®rica m¨¢s antigua de Europa", un pa¨ªs que establece sus parentescos musicales con algunos puntos de Francia. Y con algunos otros aliados menos evidentes: la trikitixa, tan popular desde que la maneja Kepa Junkera, la importaron muy probablemente los emigrantes que llegaban desde Suiza, seg¨²n contaba Juan Carlos Rubio Aragon¨¦s en su estudio sobre La m¨²sica del tren.
Hay m¨¢s. Disfrutamos de una amplia y f¨¦rtil ribera mediterr¨¢nea, en la que sus folcloristas comparten se?as de identidad con otras orillas bien lejanas del Mare Nostrum, como las italianas o las griegas. La misma Elefther¨ªa Arvanitaki, encumbrada a las alturas de la world music, confiesa el influjo que ejerci¨® nuestra Mar¨ªa del Mar Bonet sobre su forma de entender la canci¨®n. El flamenco, por su parte, constituye un cap¨ªtulo ampl¨ªsimo en el que no osaremos adentrarnos, pero la di¨¢spora de los gitanos nos conducir¨ªa, en nuestro mapa de hermanamientos, por todo el este de Europa y Oriente Pr¨®ximo hasta desembocar en India.
La contaminaci¨®n con ?frica,
otra vez en la mejor acepci¨®n de la palabra, ya es hoy una realidad y, sin duda, se consolidar¨¢ como una de las tendencias que marque nuestras m¨²sicas de ra¨ªz durante temporadas venideras. Por ¨²ltimo, las islas Canarias, privilegiada atalaya acariciada por el Atl¨¢ntico m¨¢s caluroso, se convierte a menudo en lanzadera y punto de encuentro con toda nuestra amplia parentela de Am¨¦rica Latina.
Lo que se ha dicho constituye, en cierto modo, un llamamiento a la autoestima, un concepto que a¨²n parece algo ajeno al com¨²n de los aficionados a las m¨²sicas tradicionales. El seguidor de la m¨²sica folcl¨®rica lo es a veces de modo furtivo y ello, en este pa¨ªs, quiz¨¢ se deba a que hubo quien quiso confundir la m¨²sica del pueblo en -versi¨®n caricaturizada- con la Secci¨®n Femenina, los coros y danzas y las exhibiciones del Primero de Mayo.Tambi¨¦n puede ser hora de ahondar en el estudio de nuestras m¨²sicas enfoc¨¢ndolo desde la perspectiva plural de cada una de estas 17 comunidades o de las comunidades paralelas que nosotros dibuj¨¢ramos en un mapa sonoro. Puesto que as¨ª sucede, el siguiente paso deber¨ªa consistir en una mayor implicaci¨®n en la causa por parte de los estudiosos y, sobre todo, de las administraciones. Ser¨ªa una inversi¨®n modesta, en t¨¦rminos comparativos, y evitar¨ªa casos de ignorancia como el de aquel director general de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, Manuel P¨¦rez Aguilar, que descart¨® crear un centro para el estudio de la m¨²sica tradicional "porque en Madrid no existe una m¨²sica propia". Cualquiera que haya escuchado discos de La Musga?a o Eliseo Parra sabe que tal afirmaci¨®n es un disparate, pero ni el director general perdi¨® su silla ni hubo un solo pol¨ªtico opositor que se lo reprochase.
Hay much¨ªsimo que estudiar todav¨ªa. Quiz¨¢ nos encontremos en un momento propicio para que alg¨²n investigador afronte esta tarea con ¨¢nimo riguroso y cient¨ªfico, sin prejuicios ni cortapisas. Se encontrar¨¢ de bruces con un trabajo tan complejo como apasionante. Y al cabo, la realidad probablemente le conduzca a la misma conclusi¨®n que expuso hace a?os el bi¨®logo franc¨¦s y premio Nobel, Fran?ois Jacob. "La diversidad cultural ha tenido en el desarrollo de la humanidad un papel a¨²n m¨¢s importante que la diversidad gen¨¦tica". Impregnarnos de las costumbres del vecino es una buena manera de aprender a respetarlo.
DISCOGRAF?A CON RA?CES
He aqu¨ª algunos de los mejores discos del folclor nacional y sus derivados, en estas dos ¨²ltimas temporadas:
CARLOS N??EZ. Carlos N¨²?ez y amigos. En casa (Sony-BMG, 2004). El virtuoso vigu¨¦s se regala en su 33 cumplea?os un disco y DVD grabado junto a los Chieftains, Sharon Shannon o Le¨®n Giego. Tradici¨®n, arrojo y virguer¨ªa al calor del ¨¦xito de Mar adentro.
CARMEN PAR?S. Jotera lo ser¨¢s t¨² (Warner, 2005). La aragonesa m¨¢s temperamental ampl¨ªa su jota mestiza con briznas de candombe, bolero, ranchera o m¨ªstica oriental. Original, contagiosa y a¨²n m¨¢s exuberante que cuando la descubrimos con Pa' mi genio.
CHUS PEDRO. De ?ublu y orp¨ªn (Fonoastur, 2004). El cantante de los m¨ªticos Nuberu debuta en solitario con Donald Shaw en la producci¨®n y su voz terru?era de siempre en una forma envidiable. Tonadas y bailes centenarios que aqu¨ª suenan rejuvenecidos.
ELISEO PARRA. De ayer ma?ana (World Village/Harmonia Mundi, 2005). La gran voz de Sard¨®n de Duero da nuevo aliento a bailes asturianos, panderetadas cacere?as, jotas murcianas, nanas herre?as o la ineludible visita al legado de Agapito Marazuela.
L?DIA PUJOL. Laie (Resistencia, 2004). La actriz entrega su voz de algod¨®n al servicio de un cancionero que trasciende lo catal¨¢n: de Lorca a Pr¨¦vert, el hechizo irland¨¦s, la Espa?a medieval o el klezmer de la di¨¢spora jud¨ªa.
MARIV? CABO. Ayres (Risko, 2004). Despunta esta teldense joven y de fuerza arrolladora en el universo canario. Instrumentaciones preciosistas, de lo aut¨®ctono a la alianza peninsular (zanfonas gallegas, txalapartas vascas...), para un repertorio de calado po¨¦tico.
MIQUEL GIL. Kat¨¤ (Galileo MC, 2004). Quien fuera piedra angular en Al Tall encuentra el m¨ªnimo com¨²n denominador entre el Mediterr¨¢neo y el flamenco en un ¨¢lbum donde ejerce m¨¢s de cantaor que de cantautor. Si Org¨¢nic (2002) era bueno, el de Catarroja alcanza aqu¨ª su estado de gracia.
RAO TR?O. Sin t¨ªtulo (Galileo MC, 2005). Nadie en Espa?a hab¨ªa hecho tantas diabluras con una zanfona entre las manos como el joven Germ¨¢n D¨ªaz. Partiendo del folclor, esta formaci¨®n es capaz de acabar emulando a ciertos tr¨ªos europeos de jazz contempor¨¢neo.
XABI SAN SEBASTI?N. Orai (No-CD, 2004). El donostiarra que mantuvo alto el pabell¨®n ante la h¨²ngara M¨¢rta Sebesty¨¦n en aquel precioso disco de Alboka (Lorius, 2001) debuta con un ¨¢lbum sagaz en los temas instrumentales, plural y generoso con las percusiones y confesional a la hora de las canciones.
XOS? MANUEL BUDI?O. Zume de terra (Boa, 2004). El gaitero m¨¢s osado se deja querer por la electr¨®nica para un disco de melod¨ªas contagiosas y apabullantes colaboraciones: Capercaillie, J¨²lio Pereira, Sara Tavares o la brasile?a Lilian Vieira (Zuco 103).
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