Problema musulm¨¢n, soluci¨®n musulmana
Los atentados perpetrados el jueves en el centro de Londres resultan profundamente perturbadores. En parte, porque un atentado contra nuestra madre patria y nuestro aliado m¨¢s allegado, Inglaterra, es casi como un atentado contra nuestro propio pa¨ªs, y en parte, porque en uno de los ataques puede haber participado un terrorista suicida, introduciendo as¨ª esta terrible arma yihadista en el coraz¨®n de una importante capital de Occidente. Eso ser¨ªa profundamente preocupante porque las sociedades abiertas dependen de la confianza, de la confianza en que la persona que se sienta a tu lado en el autob¨²s o en el metro no lleva dinamita. Los atentados son tambi¨¦n profundamente perturbadores porque cuando los terroristas yihadistas trasladan su locura al seno de nuestras sociedades abiertas, nuestras sociedades ya nunca vuelven a ser tan abiertas. De hecho, ayer todos perdimos algo de libertad.
Todos debemos evitar que estos atentados tengan consecuencias entre civilizaciones
Es esencial que el mundo musulm¨¢n admita que en su seno hay un culto a la muerte 'yihadista'
Pero quiz¨¢ el aspecto m¨¢s importante de los atentados de Londres sea ¨¦ste: cuando en Riad se producen atentados de estilo yihadista, se trata de un problema musulm¨¢n-musulm¨¢n. Para Arabia Saud¨ª, es un problema policial. Pero cuando en el metro de Londres se producen atentados del estilo de los perpetrados por Al Qaeda, se convierte en un problema de civilizaciones. De repente, cada musulm¨¢n residente en un pa¨ªs occidental pasa a ser sospechoso, se convierte en una bomba andante en potencia. Y si eso ocurre, los pa¨ªses occidentales sentir¨¢n la tentaci¨®n de tomar medidas a¨²n m¨¢s en¨¦rgicas contra su poblaci¨®n musulmana. Tambi¨¦n eso es profundamente preocupante. Cuantas m¨¢s sociedades occidentales -en especial las grandes sociedades europeas, con poblaciones musulmanas mucho mayores que las de Estados Unidos- miren con suspicacia a sus propios musulmanes, m¨¢s tensiones internas se producir¨¢n, y m¨¢s se distanciar¨¢n sus ya distanciadas juventudes musulmanas. ?ste era exactamente el sue?o de Osama bin Laden el 11-S: crear un gran abismo entre el mundo musulm¨¢n y el Oeste globalizador.
De modo que estamos en un momento cr¨ªtico. Todos debemos hacer lo posible por evitar que este atentado tenga consecuencias entre civilizaciones. Pero no va a resultar f¨¢cil. ?Por qu¨¦? Porque, al contrario que lo ocurrido despu¨¦s del 11-S, no hay un objetivo evidente y f¨¢cil contra el que tomar represalias despu¨¦s de atentados como los ocurridos en Londres. No hay cuarteles generales terroristas tangibles ni campos de entrenamiento en Afganist¨¢n que podamos atacar con misiles de crucero. La amenaza de Al Qaeda se ha extendido y convertido en una franquicia. Ya no es vertical, algo a lo que podamos golpear en el rostro. Ahora es horizontal, plana y est¨¢ ampliamente distribuida, movi¨¦ndose a trav¨¦s de Internet y de c¨¦lulas diminutas. Al no haber un objetivo claro contra el que tomar represalias, y al no haber suficientes polic¨ªas que patrullen cada resquicio de una sociedad abierta, si el mundo musulm¨¢n no empieza realmente a controlar, inhibir y denunciar a sus propios extremistas -si resulta que est¨¢n detr¨¢s de los atentados de Londres-, Occidente lo va a hacer por ¨¦l. Y Occidente lo har¨¢ de manera tosca y burda, sencillamente impidi¨¦ndoles la entrada, neg¨¢ndoles visados y convirtiendo en culpable a cada musulm¨¢n residente hasta que no se demuestre su inocencia.
Y como pienso que eso ser¨ªa un desastre, es esencial que el mundo musulm¨¢n admita el hecho de que en su seno hay un culto a la muerte yihadista. Si no lucha contra ese culto a la muerte, ese c¨¢ncer dentro de su propio cuerpo pol¨ªtico va a infectar en todas partes las relaciones entre musulmanes y occidentales. S¨®lo el mundo musulm¨¢n puede erradicar el culto a la muerte. Y para ello hace falta una aldea. ?Qu¨¦ quiero decir? Quiero decir que la mayor limitaci¨®n al comportamiento humano nunca es un polic¨ªa o un guardia fronterizo. La mayor limitaci¨®n al comportamiento humano es lo que a una cultura y a una religi¨®n le parece vergonzoso. Es lo que la aldea y sus ancianos religiosos y pol¨ªticos dicen que est¨¢ mal y que no se permite. Muchos dicen que los atentados suicidas palestinos han sido la reacci¨®n espont¨¢nea de una juventud palestina frustrada. Pero cuando los palestinos decidieron que les interesaba establecer un alto el fuego con Israel, esos atentados pararon en seco. La aldea dijo basta.
La aldea musulmana ha sido negligente a la hora de condenar la locura de los atentados yihadistas. Cuando Salman Rushdie escribi¨® una novela controvertida sobre el profeta Mahoma, fue sentenciado a muerte por el l¨ªder de Ir¨¢n. Hasta hoy, ning¨²n cl¨¦rigo u organismo musulm¨¢n ha emitido una fatwa para condenar a Osama bin Laden. Algunos l¨ªderes musulmanes han aceptado el reto. La pasada semana, en Jordania, el rey Abdul¨¢ II presidi¨® en Amman un impresionante congreso de pensadores y cl¨¦rigos musulmanes moderados que quieren recuperar su fe frente a quienes han intentado secuestrarla. Pero este proceso tiene que ser m¨¢s amplio y profundo. Los autobuses de dos pisos de Londres y el metro de Par¨ªs, as¨ª como los mercados cubiertos de Riad, Bali y El Cairo, no estar¨¢n seguros mientras la aldea y los ancianos musulmanes no deslegitimen, condenen, a¨ªslen y se enfrenten a sus extremistas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.