Paradojas estatutarias
Que la elaboraci¨®n del nuevo Estatuto no era precisamente un camino de rosas era conocido, pero que el trayecto de la ponencia que deb¨ªa redactar el borrador del nuevo Estatuto fuera a finalizar de manera tan desconcertante es evidente que no estaba escrito en ning¨²n gui¨®n. Tal como est¨¢n las cosas, es dif¨ªcil saber qu¨¦ queda ya de ese modelo catal¨¢n o v¨ªa catalana para proceder a la reforma del Estatuto que tanto dio que hablar hace tan s¨®lo unos meses y que dejaba entrever un acuerdo muy amplio entre las formaciones pol¨ªticas parlamentarias en torno al nuevo texto estatutario. Es evidente que todas las posiciones de los grupos pol¨ªticos ante el borrador del nuevo Estatuto son perfectamente leg¨ªtimas, pero que sea leg¨ªtima cada una de ellas por separado no impide que el resultado final sea poco menos que un desaguisado pol¨ªtico que condiciona, y de qu¨¦ manera, la credibilidad del proyecto de reforma estatutaria. Y por si el festival con el que nos obsequiaron algunos el pasado viernes no era suficiente, tuvimos horas antes otras estrellas invitadas que tampoco defraudaron en su intervenci¨®n. La comparecencia de algunos destacados alcaldes no pod¨ªa ser menos oportuna y m¨¢s eficaz para diluir y desacreditar el texto que debe transformarse en pocas semanas en el nuevo Estatuto.
No es cre¨ªble que el proyecto de nuevo Estatuto sea tan malo que no pueda merecer el voto de CiU
A tenor de lo que hemos visto la pasada semana y las anteriores, uno se pregunta si en este pa¨ªs tenemos eso que se llama clase pol¨ªtica con la capacidad, la dignidad y el orgullo de serlo y de servir al pa¨ªs que se le supone. Estas cualidades se demuestran, como siempre, en momentos y circunstancias relevantes. Es evidente que el de la aprobaci¨®n del dictamen de la ponencia no es el momento m¨¢s ¨¢lgido de una tramitaci¨®n parlamentaria, pero no es menos cierto que el inicio de la tramitaci¨®n de un nuevo Estatuto, que en nuestro caso viene a ser nuestra Constituci¨®n interior, pod¨ªa ser considerado como hist¨®rico, y m¨¢s en un pa¨ªs donde se concede el apelativo de hist¨®rico sin el m¨¢s m¨ªnimo rigor hist¨®rico, si se me permite la redundancia.
Fastidia, desde un sentir patri¨®tico, que algunos puedan tan alegremente abrir incertidumbres sobre el ¨¦xito de este proceso sobre un documento que sit¨²a un escenario de dignidad nacional como nunca antes ning¨²n borrador estatutario hab¨ªa previsto, ni en 1979 ni en 1932. No se trata s¨®lo del reconocimiento inequ¨ªvoco de la realidad nacional catalana, sino de todo el esfuerzo para equiparar en derechos y obligaciones la lengua catalana y la espa?ola, y por supuesto el tratamiento que ofrece a las competencias de la Generalitat. El texto que se aprob¨® el viernes con los exclusivos votos del PSC, ERC e ICV es un borrador de Estatuto que nunca pudo ser ni tan s¨®lo so?ado como posible por las sucesivas mayor¨ªas que desde 1980 hasta 2003 gobernaron Catalu?a. No se trata de hacer juicios de valor, sino simplemente de conocer el contenido de las principales leyes aprobadas por el Parlament en ese periodo y releer los principales discursos del que fue durante todo ese tiempo el presidente de la Generalitat.
No va a ser f¨¢cil para CiU mantener su posici¨®n de distancia respecto al texto sin que sea percibido ampliamente por la ciudadan¨ªa como una posici¨®n de regate en corto y con intereses partidistas. Cuando de lo que se trataba era de pensar en una cuesti¨®n de pa¨ªs, no es de recibo que alguien anteponga a ese objetivo el propio negociado. La federaci¨®n que lidera Mas podr¨ªa haber votado favorablemente el proyecto y presentar igualmente las enmiendas que considerase oportunas para dilucidar su posici¨®n. La abstenci¨®n en el texto de Estatuto ha sido una sobrerrepresentaci¨®n, un exceso, como lo fue en su momento el anuncio de que votar¨ªan no a la Constituci¨®n europea. Y todos los excesos acaban pag¨¢ndose de una manera u otra. Una oposici¨®n que cree crecerse con excesos de esa ¨ªndole es una mala oposici¨®n, que ni se sirve a ella misma ni, lo que es m¨¢s importante, sirve al pa¨ªs. Es dif¨ªcil comprender los motivos que est¨¢n llevando a CiU a abandonar una oposici¨®n inteligente por una oposici¨®n de vodevil y sainete. M¨¢s de dos d¨¦cadas en el Gobierno dan para mucho m¨¢s y nuestro sistema democr¨¢tico ser¨ªa mucho mejor si CiU tuviera esa misma coherencia nacional que ahora parece abrazar, pero con una acci¨®n pol¨ªtica mucho m¨¢s acorde con lo que es el pa¨ªs y lo que es su propio pasado de formaci¨®n pol¨ªtica.
No es cre¨ªble que el proyecto de nuevo Estatuto sea tan malo que no pueda merecer el voto de CiU y que a cierta distancia de Catalu?a levante en diversos sectores del PSOE y en todos los del PP un alud de cr¨ªticas por lo que dicen que son sus excesos nacionalistas. Algo no se ha realizado suficientemente bien en estos meses para llegar a situaciones tan parad¨®jicas.
El tiempo para la reforma pol¨ªtica en Catalu?a mediante la reforma de su Estatuto es finito. La oportunidad de plantear una modificaci¨®n en el modelo de organizaci¨®n pol¨ªtica del Estado no es ilimitada. Lo cierto es que en pol¨ªtica lo que es relevante es lo que acaba siendo posible. Y hoy es razonable pensar que hay posibilidades como nunca las ha habido con anterioridad para dar un impulso a nuestro autogobierno y para consolidar un reconocimiento nacional y ling¨¹¨ªstico que permita mirar el nuevo milenio desde nuestra realidad nacional con m¨¢s optimismo. Ser¨ªa imperdonable e impropio del catalanismo pol¨ªtico no aprovechar la oportunidad que las actuales circunstancias ofrecen. El margen para la rectificaci¨®n es escaso, pero posible. No lo desperdicien, por favor.
Jordi S¨¢nchez es profesor de Ciencia Pol¨ªtica.
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