Democracia y Constituci¨®n europea
El s¨ª del pueblo luxemburgu¨¦s del pasado domingo abre un nuevo cap¨ªtulo en el proceso de ratificaci¨®n de la Constituci¨®n Europea. Muestra, tras las aprobaciones de los Parlamentos chipriota y malt¨¦s y en v¨ªsperas del belga, que la reflexi¨®n no excluye la acci¨®n, antes bien la refuerza si se tiene un objetivo claro. Bienvenido sea, pues, el debate.
Aprobar la Constituci¨®n no consiste simplemente en pasar los engorrosos tr¨¢mites de sellar y ratificar un complejo texto. Se trata de una apuesta muy fuerte que requiere esfuerzo y dedicaci¨®n. El precedente de los Estados Unidos es ilustrativo, con una tormentosa ratificaci¨®n en los 13 Estados tras la Convenci¨®n de Filadelfia en la que fue decisiva la batalla por el Estado de Nueva York. En efecto, sus representantes abandonaron la Convenci¨®n y no votaron el texto, el gobernador estaba en contra y hubo un intento de secesi¨®n para gozar de su mayor prosperidad. Los Federalist Papers fueron el instrumento de combate de Hamilton, Madison y Jay para ganar la batalla en la prensa. Nueva York s¨®lo se rindi¨® tras la novena ratificaci¨®n, en este caso sin referendos.
Decir que Europa est¨¢ en crisis no requiere un ojo cl¨ªnico particularmente agudo. Cosa muy diferente es el posible tratamiento, porque las crisis son puntos de inflexi¨®n, momentos de cambio crucial y de decisi¨®n: ?es ¨¦sta una crisis terminal que justificar¨ªa ahorrar sufrimientos a un enfermo agonizante o, por el contrario, es una crisis de madurez que se abre paso gracias al primer debate pol¨ªtico general sobre Europa? En mi opini¨®n, puede ser una gran oportunidad para consolidar la Uni¨®n Europea como primera democracia supranacional de Estados y ciudadanos o, si no, retroceder a una simple zona de librecambio.
Con innegable maestr¨ªa pol¨ªtica, Blair ha presentado el programa semestral de la Presidencia brit¨¢nica en el Parlamento Europeo centrando sus prioridades en "la reforma econ¨®mica y la justicia social, la seguridad y la estabilidad y el papel de Europa en el mundo" y colocando de modo significativo "las perspectivas financieras y la reforma de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n" en cabeza (www.eu2005.gov.uk). Conste que la m¨¢s estimable iniciativa de la Presidencia brit¨¢nica es su ofensiva africana, de cancelaci¨®n de la deuda y sobre el cambio clim¨¢tico. Dos omisiones significativas en el programa: c¨®mo fomentar la reflexi¨®n sobre la Constituci¨®n y qu¨¦ hacer con el cheque brit¨¢nico. Silencios que se comprenden: el primero, porque pone el dedo en la llaga del debate existencial de la sociedad brit¨¢nica desde hace medio siglo; el segundo, por razones t¨¢cticas. El programa consiste en abrir o reabrir debates cuando no es esto lo que ha faltado en las instancias pol¨ªticas de la Uni¨®n Europea en los ¨²ltimos a?os; el problema es m¨¢s bien saber concluirlos con decisiones y aplicarlas.
En cuanto a las medidas concretas a adoptar, es significativo que ser¨ªan m¨¢s eficaces si la Constituci¨®n estuviera en vigor. Tres prioridades son ilustrativas:
- La seguridad y estabilidad es la primera, de dram¨¢tica actualidad. En la lucha contra el terrorismo es importante avanzar en el Plan de Acci¨®n de La Haya, en particular con la aprobaci¨®n del mandato de arresto europeo. Ahora bien, la configuraci¨®n del espacio de libertad, seguridad y justicia tal como est¨¢ en la Constituci¨®n supondr¨ªa un poderos¨ªsimo refuerzo en los planos policial y judicial para luchar contra el terrorismo, la criminalidad internacional o el tr¨¢fico de personas en la inmigraci¨®n ilegal.
- La reforma econ¨®mica y la justicia social, cap¨ªtulo en el que se plantea una primera cuesti¨®n sobre la que Blair fue especialmente prudente, al no formar parte el Reino Unido por el momento del Club del Euro, aunque tenga pendiente tambi¨¦n un refer¨¦ndum sobre su entrada. Es evidente que la Eurozona es el n¨²cleo decisivo en t¨¦rminos de pol¨ªtica econ¨®mica y social, aunque se comparta por todos la estrategia de Lisboa, revisada a mitad de camino con el Informe Kok.
La realidad no es, sin embargo, tan maniquea como pretenden los que presentan una din¨¢mica econom¨ªa brit¨¢nica frente a un anquilosado bloque continental. Las econom¨ªas m¨¢s competitivas de Europa siguen siendo las n¨®rdicas, y los resultados brit¨¢nicos en t¨¦rminos de crecimiento y empleo no est¨¢n muy lejanos de los espa?oles. Quiz¨¢ la cuesti¨®n no sea tanto proclamar las virtudes de un modelo en el que "si los desreguladores tuvieran raz¨®n, Gran Breta?a deber¨ªa tener un vibrante sector privado, reclutando entusi¨¢sticamente trabajadores adicionales" como han se?alado J. Edmonds y A. Glyn sino la de una buena pol¨ªtica expansionista al viejo estilo keynesiano, consistente en masivas inversiones en hospitales, escuelas y sistemas de transporte a partir del a?o 2000 que han dinamizado una econom¨ªa que pierde productividad y base manufacturera.
En todo caso, el programa de la Presidencia brit¨¢nica menciona tres temas legislativos concretos en los que tiene posiciones contrastadas con el Parlamento Europeo: el tiempo de trabajo, la liberalizaci¨®n de los servicios y REACH (regulaci¨®n de productos qu¨ªmicos). Su flexibilidad ser¨¢ una ¨²til medida sobre su voluntad de codecidir democr¨¢ticamente cuestiones muy sensibles, en un momento en que precisamente la Constituci¨®n define y consagra por primera vez el modelo social europeo.
- Las perspectivas financieras es otro frente que el Gobierno brit¨¢nico ha decidido no s¨®lo mantener abierto sino ampliar. De un ejercicio plurianual que inventamos en los ochenta para hacer frente a los nuevos desaf¨ªos se ha pasado a un perverso mecanismo que rompe con todas las reglas de transparencia y solidaridad exigibles. As¨ª, el plazo 2007-13 no coincide con ningunas elecciones, lo cual permitir¨ªa un debate sobre ingresos y gastos elemental en todo sistema democr¨¢tico. No les falta raz¨®n a los nuevos socios que sufrieron otrora la planificaci¨®n quinquenal cuando se quejan de que ahora la tienen septenal, agravada por acuerdos como el relativo a la pol¨ªtica agr¨ªcola desde 2002 hasta 2013, que afecta a casi la mitad del presupuesto. En este punto, la Uni¨®n Europea est¨¢ jugando una partida en las negociaciones de la Ronda de Doha que deben concluir en diciembre en Hong Kong en donde es el ¨²nico interlocutor que ha puesto sus cartas sobre la mesa, seguramente conviene esperar a que lo hagan los EE UU, Jap¨®n, Brasil, India, China y otros para avanzar. La ¨²nica salida a esta situaci¨®n es lograr un acuerdo transitorio hasta las pr¨®ximas elecciones europeas, incluido el cheque brit¨¢nico, para plantear las prioridades de gasto a los ciudadanos. Opci¨®n apuntada t¨ªmidamente por el presidente de la Comisi¨®n y con m¨¢s firmeza por el primer ministro h¨²ngaro. En este terreno tambi¨¦n el texto constitucional contiene avances importantes como el someter tambi¨¦n los gastos agr¨ªcolas a la codecisi¨®n del Parlamento Europeo aunque no se haya logrado integrar plenamente el tema impositivo en las competencias comunitarias.
En todo caso, el s¨ª luxemburgu¨¦s tiene el valor de devolver la confianza en la tesis ganadora: son ya mayor¨ªa absoluta los Estados que han ratificado la Carta Magna y tambi¨¦n los ciudadanos (proporci¨®n que se eleva al 60% en el caso de la Eurozona). Pero, sobre todo, vuelve a dar sentido a uno de los procesos m¨¢s sugestivos y revolucionarios (como revoluci¨®n tranquila) de nuestra ¨¦poca: la creaci¨®n de una democracia supranacional con dimensi¨®n continental entre Estados y ciudadanos.
Para lograrlo, hay que ganar la batalla de demostrar la utilidad del Tratado Constitucional para la afirmaci¨®n de principios, valores y objetivos comunes, en especial los de progreso pol¨ªtico, social y prosperidad econ¨®mica y la necesidad de un sistema m¨¢s eficaz que supere las insuficiencias del actual y proporcione seguridad adicional. Tony Blair, que ha proclamado reiteradamente su voluntad de colocar al Reino Unido en el coraz¨®n de Europa, tiene una oportunidad de oro para aprovechar esta baza si reorienta su Presidencia con la inclusi¨®n de la Constituci¨®n como norte de su acci¨®n.
Enrique Bar¨®n Crespo es presidente de la Comisi¨®n de Comercio Internacional del Parlamento Europeo.
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