La casa vac¨ªa
Hal Foster escribi¨® que la exploraci¨®n de la vida cotidiana ha resultado m¨¢s fecunda para los artistas contempor¨¢neos que el dichoso programa de unir el arte con la vida, en cuya realizaci¨®n tanto se empe?aron Fluxus y los situacionistas. Pero si hiciera falta alguna prueba de una tesis formulada con la mirada puesta en las obras de Nan Goldin o de Richard Billingham, ah¨ª est¨¢ la obra de Priscilla Monge (San Jos¨¦, Costa Rica, 1968) para aportarla. Ella es una artista de la vida cotidiana en lo que esa vida tiene de dom¨¦stica y en lo que domesticidad tiene a¨²n de clausura y a la vez de condena atribuida en exclusiva al g¨¦nero femenino. Priscilla interroga sometimientos, estereotipos, roles de obligado cumplimiento por parte de las mujeres pero lo hace con un tono muy alejado de la estridencia de las Guerrilla Girls, para poner un ejemplo emblem¨¢tico de la militancia feminista en los escenarios del arte. Lo suyo, por el contrario, est¨¢ marcado desde un punto de vista ¨¦tico por la prudencia y la discreci¨®n y desde lo ret¨®rico por la elipse y la metonimia.
PRISCILLA MONGE
Galer¨ªa Juana de Aizpuru
Barquillo, 44. Madrid
Hasta el 30 de julio
La primera parte de esta exposici¨®n la forman fotograf¨ªas pertenecientes a la serie Un asunto de vida o muerte, que a su vez deriva de una serie anterior La artista revela verdades m¨ªsticas, en la que las sentencias incluidas en cada una de las im¨¢genes de la misma conclu¨ªa afirmando que se trataba de un asunto de vida o muerte.
La gravedad de esta advertencia queda aliviada por el hecho de que ella misma est¨¢ escrita en el interior de unas primorosas tazas de porcelana sucias de restos de chocolate. En principio no hay nada de inquietante: la vajilla est¨¢ intacta y s¨®lo se trata de retirarla de la mesa y lavarla. S¨®lo que esa operaci¨®n tan dom¨¦stica y cotidiana ha de hacerse a costa de que el agua y el jab¨®n hagan desaparecer definitivamente una advertencia, esa s¨ª, inquietante. ?O no? ?Porque, c¨®mo puede alguien inquietarse por algo ahora que todos los inputs del mundo nos empujan a inquietarnos? ?Acaso no se ha convertido la vida dom¨¦stica en nada m¨¢s que el refugio tedioso a las amenazas, el desasosiego y obviamente la inquietud?
La segunda parte de la muestra la forma una serie de fotograf¨ªas en las que ven espejos con marcos de madera muy trabajados. Sobre el negativo de cada una de las fotos Priscilla escribi¨®, con la ayuda de una aguja y una lupa, una serie de declaraciones: "Amo a mis ojos", "Amo a mi sexo", "Amo a mi piel' , "Amo mi nombre". Declaraciones muy a gusto de la ¨¦tica del ego¨ªsmo apenas atemperada por el culto a los Family values que rige ahora en la vida dom¨¦stica. El problema es que ninguno de esos espejos refleja ni a la c¨¢mara ni a la artista que los fotografi¨®. ?Y mucho menos nos va a reflejar a nosotros! El sujeto de la vida dom¨¦stica actual no tiene, como Dr¨¢cula, una imagen de s¨ª que puedan devolver los espejos.
!['La vida es cosa de vida o muerte' (2005), de Priscilla Monge.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UXTWO6GWOPHWPK6KMZKPFL4MWY.jpg?auth=d3cd271387d21cd84753f872c895608e3a3637f2266ed33f5ad8c67bbe2c4d1c&width=414)
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