"La moral igualitarista se ha extendido en el mundo"
Disc¨ªpulo de Martin Heidegger, Ernst Tugendhat (Brno, antigua Checoslovaquia, 1930) es uno de los pensadores m¨¢s importantes de la filosof¨ªa moral. Este intelectual centroeuropeo ha tejido una obra profunda en la que ha subrayado el papel de la filosof¨ªa anal¨ªtica del lenguaje. El catedr¨¢tico Javier Muguerza mantuvo un di¨¢logo con Tugendhat a instancias de Babelia.
"El pensar, la deliberaci¨®n humana, est¨¢n basados en el lenguaje predicativo"
Tugendhat: "Las manifestaciones contra la guerra de Irak en todo el mundo fueron una demostraci¨®n de conciencia igualitaria"
Muguerza: "Yo no minusvalorar¨ªa ciertas funciones emancipatorias de religiones como el cristianismo o el juda¨ªsmo"
Los dos fil¨®sofos se conocen desde hace tiempo y se profesan mutua admiraci¨®n intelectual. La conversaci¨®n, que se celebr¨® en un hotel de Madrid en un caluroso domingo de primavera, en la v¨ªspera de que Tugendhat recibiera un doctorado honoris causa por la Universidad Aut¨®noma, fluye de un modo distendido y salpicado de referencias a obras y fil¨®sofos. El pensador centroeuropeo y autor de Lecciones de ¨¦tica (Gedisa), su libro m¨¢s famoso, habla con soltura un espa?ol aprendido en Venezuela, donde vivi¨® de ni?o, y en Chile, donde ha impartido clases. Ofrecemos un resumen de las cuestiones m¨¢s sustanciales del di¨¢logo.
JAVIER MUGUERZA. ?Usted ha tenido muchas vinculaciones con Am¨¦rica Latina y de ah¨ª su dominio del espa?ol?
ERNST TUGENDHAT. Viv¨ª de ni?o en Venezuela y m¨¢s tarde, ya como profesor, he trabajado durante cuatro a?os en Chile y, m¨¢s tarde, una ¨¦poca en Brasil.
J. M. ?Y cu¨¢l ha sido su experiencia en el mundo latinoamericano?
E. T. Desgraciadamente, la filosof¨ªa no se encuentra en Am¨¦rica Latina a un nivel internacional. He ense?ado filosof¨ªa para poder vivir all¨ª porque me siento muy a gusto en un ¨¢mbito latino.
J. M. Su pensamiento filos¨®fico se ha centrado en la filosof¨ªa anal¨ªtica del lenguaje.
E. T. Yo fui alumno de Heidegger y me traslad¨¦ de Alemania a Estados Unidos por indicaciones de ¨¦l. En 1963 me invitaron durante un semestre a la Universidad de Michigan y aquel periodo result¨® el momento m¨¢s importante en mi vida profesional porque, a mi regreso a Heidelberg, ya entr¨¦ de lleno en el estudio de la filosof¨ªa del lenguaje. De todos modos, mis ra¨ªces en la filosof¨ªa alemana y especialmente en Heidegger tambi¨¦n son importantes. Heidegger fue mi maestro. Se podr¨ªa decir que me considero un fil¨®sofo continental con m¨¦todos anal¨ªticos.
J. M. A partir de su familiaridad con el pensamiento cl¨¢sico, con Arist¨®teles o Kant, usted se plante¨® una renovaci¨®n de los contenidos desde una filosof¨ªa anal¨ªtica del lenguaje, es decir, renovar el pensamiento cl¨¢sico desde una perspectiva anal¨ªtica.
E. T. Mi tesis fue que los problemas de la filosof¨ªa cl¨¢sica se pod¨ªan enfrentar mejor con m¨¦todos anal¨ªticos.
J. M. Ese rescate de la filosof¨ªa cl¨¢sica con un lenguaje anal¨ªtico entronca con una transformaci¨®n ling¨¹¨ªstica de la filosof¨ªa.
E. T. A diferencia de otros fil¨®sofos con los que he discutido, como J¨¹rgen Habermas, creo que el pensar humano es un pensar ling¨¹¨ªstico. Est¨¢ claro que todo el lenguaje de los animales es comunicativo, pero en el caso de las personas el pensar mismo, la deliberaci¨®n humana, te¨®rica y pr¨¢ctica, en su estructura est¨¢ basado en el lenguaje predicativo.
J. M. Querr¨ªa abordar su filosof¨ªa moral a partir de su obra Lecciones de ¨¦tica. En esta magna obra, publicada originalmente en alem¨¢n en 1993, usted plantea una fundamentaci¨®n de la moral tras la ca¨ªda de las legitimaciones religiosas.
E. T. La ¨¦tica ha sido mi mayor preocupaci¨®n e intento mostrar que existe una fundamentaci¨®n contractualista y no kantiana. El problema siempre ha sido que la ¨²nica fundamentaci¨®n moderna de la moral es un contractualismo enriquecido. Toda justificaci¨®n de la moral, por tanto, es una justificaci¨®n rec¨ªproca. No se puede defender la postura de un contractualista puro que s¨®lo se justifica consigo mismo y espera as¨ª llegar a un acuerdo con el otro. Debe aclararse que la moral es esencialmente igualitaria y que se pueda definir como igualitarismo depende de su reciprocidad, o sea, resulta de una justificaci¨®n rec¨ªproca.
J. M. A partir de algunas obras recientes suyas puede observarse que analiza la moral desde una perspectiva evolucionista, como si usted concediera a la antropolog¨ªa el rango de filosof¨ªa primera.
E. T. Plat¨®n fue de alg¨²n modo un antrop¨®logo porque no hizo otra cosa que cuestionar nuestro autoentendimiento. De hecho, la reflexi¨®n sobre el autoentendimiento es un autoentendimiento compartido. Ahora bien, todas las incertidumbres filos¨®ficas han respondido a problemas metaf¨ªsicos, de identidad, aunque aparecen en nuestro lenguaje com¨²n.
J. M. A prop¨®sito de esto, en su libro Problemas cita usted un pasaje de la Pol¨ªtica, de Arist¨®teles, donde el pensador griego distingue entre la voz, algo compartido por el hombre y los animales, y el lenguaje predicativo, que es una facultad exclusiva de los seres humanos.
E. T. Exactamente porque cuando Arist¨®teles habla de logos no se debe traducir por lenguaje a secas, sino por lenguaje proposicional.
J. M. Esta cuesti¨®n tiene una vinculaci¨®n inmediata con la ¨¦tica, con lo justo y lo injusto, se pueden expresar creencias o deseos, se puede distinguir entre lo que es y lo que debe ser... En ese sentido, el lenguaje resulta una ventaja evolutiva, de una evoluci¨®n propia y cultural de los seres humanos que ya no guarda relaci¨®n con lo estrictamente gen¨¦tico.
E. T. Con respecto a la filog¨¦nesis del lenguaje no sabemos c¨®mo pas¨®, s¨®lo sabemos que pas¨®. Al final de la evoluci¨®n nuestra especie se convirti¨® en una sociedad de recolectores y cazadores. Pero, una vez llegados a este punto, los desarrollos culturales se independizaron del desarrollo biol¨®gico. Es asombroso que sigamos ahora con la misma base biol¨®gica y que hallemos tribus en las selvas con nuestra misma biolog¨ªa y que nosotros, con esa misma base biol¨®gica, hayamos desarrollado un pensar normativo que est¨¢ muy lejos de aquella ¨¦poca.
J. M. Porque s¨®lo los humanos disponemos de normas.
E. T. La verdad es que no conozco los tipos de moral de las sociedades anteriores a los recolectores y cazadores.
J. M. Sin embargo, creo que hoy no estamos m¨¢s cerca de aquellas sociedades igualitarias.
E. T. Sufrimos una enorme desigualdad, pero tenemos hoy una moral igualitaria, tenemos derechos humanos. Todos estamos de acuerdo en eso. Existe una declaraci¨®n de derechos humanos de Naciones Unidas, aunque vivamos en un mundo muy desigual.
J. M. Pero los derechos humanos no est¨¢n globalizados.
E. T. La carta de la ONU est¨¢ vigente y est¨¢ en la conciencia de la gente. Cuando Estados Unidos anunci¨® que iba a atacar Irak, millones de personas salieron a las calles de todo el mundo para manifestar su oposici¨®n a la guerra. Se trata de una demostraci¨®n de esa conciencia igualitaria.
J. M. No obstante, los gobernantes reunidos en la cumbre de las islas Azores
[el estadounidense George Bush, el brit¨¢nico Tony Blair y el espa?ol Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar] aprobaron ir a la guerra y no debieron pensar que estaban conculcando los derechos humanos.
E. T. Claro, pero hay que distinguir entre lo que tenemos de hecho y lo que subyace en la conciencia de la gente y hay que reconocer que la moral igualitarista se ha extendido en el mundo.
J. M. Quiz¨¢ se ha elevado el nivel de educaci¨®n moral. Pero ?hay principios de aplicaci¨®n universal? Puede ser importante que est¨¦n reconocidos de iure, sobre el papel, pero no se cumplen en la pr¨¢ctica.
E. T. De cualquier forma, tiene mucha importancia que existan de iure y es interesante que esos derechos humanos figuren en las constituciones de muchos pa¨ªses.
J. M. Debo reconocer que soy pesimista en lo que se refiere al progreso moral porque las conquistas no son irreversibles. La cota m¨¢s alta de progreso moral se alcanz¨® cuando un hombre dio su vida por otro y la m¨¢s baja se produjo cuando un hombre mat¨® a otro. Todo eso ocurri¨® en el paleol¨ªtico y sigue ocurriendo en la actualidad.
E. T. De todas formas, es cierto que hay un verdadero avance en no justificar la moral desde un punto de vista religioso, sino como justificaci¨®n de un contrato rec¨ªproco. Sin embargo, asistimos a un resurgimiento del fen¨®meno religioso y habr¨ªa que indagar sobre las causas.
J. M. Quiz¨¢s es que los valores de la Ilustraci¨®n no han seguido avanzando, se han detenido... En el siglo XX se han registrado acontecimientos muy graves, como los campos de concentraci¨®n nazis, el Gulag sovi¨¦tico o el lanzamiento de la bomba at¨®mica en Hiroshima, y para mucha gente se ha cuarteado la fe en la Ilustraci¨®n y eso es lo que conocemos con el nombre de posmodernidad.
E. T. No, no estoy de acuerdo. Esos sucesos tan terribles como Auschwitz han llevado al regreso de la Ilustraci¨®n. Porque, por ejemplo, en Estados Unidos, donde no han ocurrido cosas as¨ª hemos asistido a un resurgimiento de la religi¨®n. De todas las maneras, me interesa resaltar mi inter¨¦s por la m¨ªstica que me parece un aspecto religioso que no guarda ninguna relaci¨®n ni con las iglesias ni con Dios. Lo que yo tengo en la cabeza es, a modo de imagen, el arte budista. Me resulta atractivo que en una gran parte del mundo los artistas hayan querido pintar el recogimiento de una persona que se siente instalada en su ego peque?o, pero no delante de un Dios al que tiene que adorar y obedecer. Creo que hemos de aprender algo de esa visi¨®n que no responde a algo irracional o religioso en un sentido estricto.
J. M. De acuerdo, pero yo tampoco minusvalorar¨ªa ciertas funcionalidades emancipatorias de las religiones occidentales, como el cristianismo o el juda¨ªsmo. Sin ir m¨¢s lejos, la lucha de los negros en Estados Unidos por sus derechos civiles fue encabezada por Martin Luther King, un pastor que utilizaba sus sermones en un sentido liberador. Es decir, que tambi¨¦n pod¨ªa darse un renacimiento religioso al servicio de la liberaci¨®n. Pero d¨¦jame que te diga que lo que t¨² denominas igualdad s¨®lo se fundamenta, en ¨²ltima instancia, en la metaf¨ªsica.
E. T. La metaf¨ªsica no trae nada a la ¨¦tica.
J. M. Entonces ?c¨®mo se comprueba emp¨ªricamente la igualdad?
E. T. La igualdad no se puede comprobar emp¨ªricamente ni se pretende. La idea de igualdad moral es que uno concede el mismo valor a la otra persona, aunque la otra persona sea diferente y no sea id¨¦ntica.
J. M. Eso significa sencillamente que tenemos voluntad de igualdad.
E. T. No se trata de una cuesti¨®n de voluntad, sino de justificaci¨®n de c¨®mo nos debemos comportar y ah¨ª el concepto de intersubjetividad aparece como el punto fundamental. Por eso la justificaci¨®n es rec¨ªproca. Yo puedo ser m¨¢s fuerte que mi hijo y, pese a ello, ofrecerle que nos comportemos con unas normas de justificaci¨®n rec¨ªprocas.
J. M. No obstante, la desigualdad originaria no se habr¨¢ corregido. Puedes establecer una relaci¨®n igualitaria con tu hijo, pero si se trata de un extra?o y no existe una base de igualdad previa. ?Qu¨¦ pasa entonces?
E. T. No, no. La base de igualdad no tiene que ser previa, sino que ha de ser institucional. Dicho de otra forma, si el rico sigue siendo rico no hay igualdad, pero no tiene que ser previa. Al no tener que ser previa, no es emp¨ªrica.
J. M. Pero en ese caso estamos hablando de una cuesti¨®n de voluntad. En una palabra, yo soy igualitarista porque estoy dispuesto a luchar en favor de la igualdad.
E. T. ?Por qu¨¦ est¨¢s dispuesto a luchar por la igualdad?
J. M. Bueno, porque me parece m¨¢s justo.
E. T. Desde luego, pero creo que te parece m¨¢s justo porque de este modo puedes justificarlo ante otras personas.
J. M. Digamos que justo es aquello que es bueno para todos.
E. T. Resulta m¨¢s f¨¢cil entenderlo si hablamos de dos personas. Es una idea tuya porque tienes inter¨¦s en justificarlo ante el otro.
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