El miedo
A nuestros antepasados les asustaban con lo esot¨¦rico: diablos, almas en pena, fantasmones, duendes. Pronto se vio que no era bastante, y las grandes fuerzas apretaron con cepos, palizas, hogueras. No s¨¦ c¨®mo lo hicimos, pero seguimos con nuestra voluntad de resistencia. Aunque nos llevara a Siberia, a Buchenwald, al campo de Albatera, o al de Nanclares de Oca (Alava: hoy hay c¨¢rcel y psiqui¨¢trico). Un poder necesita de una ciudadan¨ªa asustada. Hoy se asusta incluso con la libertad: para ser libre tenemos que aceptar perder las libertades y hasta sentirnos acusados por nuestros iguales que se afilian al lado del terror y de esa forma se sienten libres. El terror actual -en el mundo libre- consiste en hacernos sentir culpables de nuestra propia muerte. Toda la campa?a del tr¨¢fico amenazador, que en estas fechas es m¨¢s peligroso, se alza contra la v¨ªctima: habr¨¢ bebido, no habr¨¢ revisado la presi¨®n de sus ruedas, lleva ni?os sueltos en el coche, no habr¨¢ obedecido la limitaci¨®n de velocidad. Hay carteles que dicen cu¨¢ntas personas murieron en ese punto el a?o pasado. Es posible, pero no es todo: faltar¨¢n guardias, o curvas por peraltar, o baches por cubrir, o peque?as carreteras abandonadas. Es s¨®lo algo de lo que pasa. Tenemos que temblar ante nuestros amigos ¨¢rabes, no confiar en ning¨²n vasco, asustarnos de la oposici¨®n unas veces, o del Gobierno las otras; no debemos comer cualquier cosa, ni dejar a nuestros hijos entrar donde venden golosinas. Otras veces hay vacas locas o pescados portadores de microbios que matan; o mosquitos que los reparten.
Recibo una circular -"Querido anciano"- que me incita a beber agua continuamente, pero que no sea gaseosa; si no salgo a la calle durante esta ola de calor, podr¨¦ alargar mi vida; si salgo, debo llevar un sombrero, una gorrita de b¨¦isbol -prefiero morir a llevar esa gorrita-, un bast¨®n para saltar las obras de Gallard¨®n -son las mismas de Manzano-, poner los pulsos al agua corriente... Y llevar un peri¨®dico a mano para cubrirse el est¨®mago si entramos en un sitio excesivamente refrigerado.
Bien, ya tengo miedo, y ya debo esperar de nuestras numerosas autoridades -las autonom¨ªas las han duplicado- que me protejan. No me da tiempo -ni ganas- a pensar en las irresponsabilidades que puedan tener conmigo; debo ser un ciudadano normal hasta la cerviz inclinada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.