Un encuentro aboga por restringir el derecho de propiedad intelectual
El CCCB acoge unas jornadas sobre creatividad y nuevas tecnolog¨ªas
"Los propietarios de los derechos de copyright tienen hoy un control total sobre la cultura. Es un poder absoluto sin precedentes", afirm¨® ayer Lawrence Lessig en una charla enmarcada en Copyfight, encuentro que analiza en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB) las barreras que impone la propiedad intelectual a la creaci¨®n art¨ªstica. Lessig encabeza una corriente cr¨ªtica que lucha por flexibilizar los derechos de autor.
?Es ¨¦tico mercadear con la cultura? ?Podr¨ªa en la actualidad Andy Warhol elaborar sus c¨¦lebres serigraf¨ªas pop sin ser demandado por infringir las leyes de propiedad intelectual? ?Cu¨¢ntas patentes de imagen tendr¨ªan hoy que pagar Marcel Duchamp y los dada¨ªstas para montar sus collages? ?stos son algunos de los argumentos, en forma de preguntas ret¨®ricas, que esgrimen los partidarios de ce?ir los derechos de autor por considerarlos excesivos y opuestos a la libertad art¨ªstica.
Lawrence Lessig se ha convertido en portavoz de esta corriente cr¨ªtica, conocida como copyleft. Sus reflexiones sobre la complicada relaci¨®n entre leyes restrictivas y nuevas tecnolog¨ªas le han convertido en una referencia mundial, adem¨¢s de enfrentarle con el magnate de la inform¨¢tica Bill Gates, quien le calific¨® recientemente de "comunista". Lessig particip¨® ayer en Copyfight, una iniciativa del CCCB dedicada a promover licencias flexibles de propiedad intelectual. "Gracias a las nuevas tecnolog¨ªas hemos experimentado un cambio extraordinario que reduce los costes de distribuci¨®n del conocimiento. Sin embargo, los que controlan el negocio de la cultura se oponen a estos avances. Temen perder el poder que ostentan", apunt¨® Lessig.
El conferenciante record¨® que la aparici¨®n de la imprenta provoc¨® una lucha similar. "Fue un invento que rompi¨® el monopolio sobre la Biblia de unos cuantos. Instituciones como la Corona Brit¨¢nica se dieron cuenta inmediatamente de la amenaza que representaba y trataron de limitar la libertad de expresi¨®n. Empez¨® entonces una batalla que acab¨® en 1774, cuando se logr¨® cierto equilibrio. Nacieron por entonces los derechos de autor, que aseguraban la supervivencia de los creadores y el acceso a la cultura del pueblo. Las nuevas tecnolog¨ªas nos permiten cuestionar ese modelo". Aunque Lessig considera imprescindible la existencia de los derechos de propiedad intelectual, opina que en la actualidad son excesivos y restringen el progreso tecnol¨®gico. "Todas las oportunidades que nos ofrece la tecnolog¨ªa para expresar con libertad la cultura son t¨¦cnicamente ilegales. Es algo absurdo".
El escritor y activista estadounidense Cory Doctorow es otro popular abanderado de la corriente copyleft. Sus novelas se pueden comprar en las librer¨ªas o descargarse gratuitamente en Internet. "Algunas de mis obras llevan ya vendidas m¨¢s de cinco ediciones y se han traducido a varios idiomas, lo que me permite vivir tranquilamente. Internet no acabar¨¢ con el libro tradicional porque es un formato m¨¢s c¨®modo. Nuestra lucha se encamina a abolir los copyrights exclusivos en manos de las multinacionales, porque limitan la creatividad", asegur¨® anteayer Doctorow en el encuentro.
La exigencia del derecho de los artistas a remezclar obras anteriores se ha o¨ªdo una y otra vez en las jornadas del Copyfight, que arrancaron el viernes y concluyen hoy con varias actividades dedicadas al arte digital. Los participantes de los debates defienden que la cultura es un legado sin due?os al que se debe acceder libremente. El colectivo Illegal Art lleva a?os reivindicando esa aspiraci¨®n. Sus integrantes realizan obras de arte que entran en conflicto con la legislaci¨®n vigente en Estados Unidos, que s¨®lo permite utilizar fragmentos de obras de otros creadores en contadas ocasiones, como en libros de extractos que citen la autor¨ªa original o en parodias. "El espacio legal se ha quedado peque?o", afirm¨® anteayer una de las integrantes del grupo, Carrie McLaren, quien record¨® que una sentencia judicial oblig¨® a Jeff Koons a destruir su escultura Puppies, basada en una fotograf¨ªa con copyright. No obstante, el conflicto viene de lejos. La viuda de Bram Stoker consigui¨® que un juez sentenciara que la pel¨ªcula Nosferatu, de Murnau, era un plagio de Dr¨¢cula -novela de su difunto marido- y ordenara destruirla. Algunos cin¨¦filos alemanes salvaron unas pocas copias del filme y conservaron as¨ª una obra maestra. Parad¨®jicamente, sus benefactores eran nazis que quemaban libros.
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