El modelo antiterrorista franc¨¦s
Enfrentada a atentados islamistas desde muy temprano (todo empez¨® a mediados de los a?os ochenta), Francia ha vivido debates intensos sobre los recortes a la libertad que un pa¨ªs democr¨¢tico puede soportar como precio a su seguridad. La soluci¨®n ha consistido en organizar un sistema de "justicia preventiva", en expresi¨®n de Ir¨¨ne Stoller, la persona que encabez¨® la fiscal¨ªa antiterrorista del pa¨ªs vecino hasta hace tres a?os.
En conversaci¨®n mantenida el martes pasado, Stoller confirm¨® que el dispositivo judicial del antiterrorismo franc¨¦s permite "detener a las personas antes de que cometan el delito, lo cual ha servido para impedir el paso a la acci¨®n de muchas redes terroristas". Que todo sea legal: no hay m¨¢s que ver el empe?o de Par¨ªs para sacar a siete franceses presos del Ej¨¦rcito estadounidense en Guant¨¢namo, que fueron repatriados hace un a?o, seis de los cuales se vieron recluidos legalmente en cuanto pisaron el suelo patrio. Uno de ellos acaba de ser puesto en libertad tras 11 meses de c¨¢rcel preventiva.
La ley en la que descansa esa concentraci¨®n de esfuerzos fue promulgada cuando nadie so?aba con Bin Laden como agitador de una guerra santa globalizada
En virtud de las detenciones 'preventivas', cientos de personas son arrestadas cada a?o; los sospechosos permanecen hasta 96 horas en poder de la polic¨ªa
Una sola fiscal¨ªa
La clave de la opci¨®n gala es la concentraci¨®n de las informaciones y de las decisiones en una fiscal¨ªa antiterrorista, que trabaja con una unidad policial (la Divisi¨®n Nacional Antiterrorista) y con el Servicio de Contraespionaje, ambos autorizados a practicar detenciones. La ley en la que descansa esa concentraci¨®n de tareas fue promulgada tres lustros antes del 11 de septiembre de 2001, cuando nadie hab¨ªa pensado en Osama Bin Laden como agitador de una guerra santa globalizada. Otra pata del sistema es la aplicaci¨®n del tipo penal de la "asociaci¨®n de malhechores con fines terroristas" a investigaciones sin apenas pruebas materiales.
"La estructura se cre¨® como consecuencia de los atentados sufridos en Francia a mediados de los a?os ochenta, respaldados por el r¨¦gimen iran¨ª", explica Ir¨¨ne Stoller. "La diferencia es grande respecto al sistema legal brit¨¢nico, donde no existe una estructura judicial centralizada". Jubilada en la actualidad, Stoller todav¨ªa se subleva contra el Reino Unido, que ha denegado a la justicia francesa la extradici¨®n de Rachid Ramda, acusado de ser el cerebro y financiero de un gran atentado contra la estaci¨®n ferroviaria de Saint Michel (en pleno centro de Par¨ªs), que provoc¨® ocho muertos y 150 heridos en 1995. "Dicen que lo van a entregar, pero a d¨ªa de hoy (por el martes pasado) no me consta que lo hayan hecho, !casi diez a?os despu¨¦s de ped¨ªrselo!", se queja la ex jefa de la fiscal¨ªa antiterrorista. Se refiere a la segunda oleada de bombas islamistas en Par¨ªs, que afect¨® a las estaciones de Saint Michel (1995) y de Port Royal (1996), encargadas por los Grupos Isl¨¢micos Armados (GIA) argelinos.
En virtud de las detenciones "preventivas", cientos de personas son arrestadas cada a?o; los sospechosos de terrorismo permanecen hasta 96 horas en poder de la polic¨ªa, antes de ver a un magistrado. Lo cual no evita la elaboraci¨®n de sumarios formales, pero la lentitud de la instrucci¨®n mantiene al sospechoso en prisi¨®n provisional durante mucho tiempo. El trabajo de la fiscal¨ªa y de la polic¨ªa antiterrorista est¨¢ controlado por cinco jueces de instrucci¨®n, entre ellos Jean-Louis Brugui¨¨re, siempre en medio de las investigaciones m¨¢s espectaculares, y Laurence Le Vert, esta ¨²ltima especializada en ETA (muy conocida por el juez espa?ol Baltasar Garz¨®n) y que, a diferencia de Brugui¨¨re, representa la discreci¨®n personificada.
Cierto: la implantaci¨®n de una "justicia preventiva" en plena "patria de las libertades" ha provocado controversias. Pero no se aprecia una gran oposici¨®n p¨²blica a que se identifique y neutralice a simples sospechosos, en un pa¨ªs que tiene entre 5 y 6 millones de musulmanes. El servicio policial de Investigaciones Generales acaba de informar al ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, sobre un m¨ªnimo de 1.600 "conversos" al islam en territorio franc¨¦s: j¨®venes, hombres en el 80% de los casos, un tercio sin empleo: una de cada 10 conversiones se produce en prisi¨®n, pero el resto coincide con los suburbios donde viven las poblaciones inmigrantes peor integradas. Entre tres y cinco franceses se estima que han muerto ya en Irak, implicados en la lucha contra el ocupante estadounidense.
El precio de la seguridad
Sin embargo, la conciencia francesa sobre el problema islamista es muy anterior a Irak y al 11-S. La mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica se muestra benevolente respecto a la ampliaci¨®n de poderes de la polic¨ªa si esto es el precio de la seguridad interior, por m¨¢s que asociaciones de defensa de los derechos humanos y parte de los intelectuales lo denuncien como propio de un Estado de excepci¨®n.
En fecha ya tan alejada como el oto?o de 2000, una encuesta de Amnist¨ªa Internacional descubri¨® que uno de cada cuatro franceses consideraba tolerable la tortura "en ciertos casos", y a un 27% le parec¨ªa justificado dar de bofetadas a un detenido, en caso de "interrogatorios dif¨ªciles". Poco despu¨¦s, el general Paul Aussaresses revel¨® el uso sistem¨¢tico de la tortura por los franceses durante la guerra de la independencia de Argelia. El Gobierno de izquierda que rigi¨® el pa¨ªs vecino hasta mayo de 2002, encabezado por Lionel Jospin, sufri¨® incluso manifestaciones callejeras de polic¨ªas por haber promulgado garant¨ªas legales para los detenidos, entre ellas la asistencia de abogado desde la primera hora de la retenci¨®n policial -medida que fue derogada por el actual Ejecutivo de derechas-.
En conversaciones con colaboradores del presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, a lo largo de los ¨²ltimos a?os, la explicaci¨®n sobre los equilibrios entre seguridad y libertad terminaba desembocando en la confianza de la poblaci¨®n en el dispositivo antiterrorista, al que se atribuye haber abortado un atentado de los GIA contra el Estadio de Francia en 1998, con motivo del Mundial de f¨²tbol; otro atentado contra la catedral de Estrasburgo, en la Navidad de 2000; una intentona contra intereses estadounidenses en Par¨ªs, en oto?o de 2001 (en la ¨¦poca de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pent¨¢gono), y otra en el metro de Par¨ªs, durante una de las ¨²ltimas navidades, esta ¨²ltima revelada por el juez Brugui¨¨re en persona, a quien se considera cercano a Chirac.
Al dispositivo judicial se a?ade el derroche de medios p¨²blicos cada vez que surge una alarma interior o se teme el contagio de grandes atentados (11-S en Estados Unidos, 11-M en Madrid). El objetivo perseguido es disuadir por la exhibici¨®n de fuerza. Los uniformes azules de la polic¨ªa y los verde oliva de los militares se mezclan en patrullas conjuntas por aeropuertos, estaciones y otros lugares estrat¨¦gicos; lo corriente es que una patrulla policial est¨¦ constituida por tres agentes, y en Par¨ªs, de noche, se despliegan hasta de cinco en cinco. Ning¨²n Gobierno franc¨¦s repara en gastos. Los efectivos de polic¨ªa y gendarmer¨ªa a su disposici¨®n (unas 250.000 personas) superan largamente los que suman la Polic¨ªa Nacional, la Guardia Civil y las polic¨ªas auton¨®micas en Espa?a, lo cual no es proporcional a la diferencia de poblaci¨®n (62 millones de franceses, 43 millones de espa?oles).
Plan Vigipirate
Cada vez que salta la alarma se activa el llamado Plan Vigipirate, que funciona como una maquinaria implacable de identificaci¨®n y retenci¨®n de sospechosos. Incluye medidas tales como tapar todas las papeleras de las ciudades y sustituirlas por sacos de pl¨¢stico, incluso la prohibici¨®n de excursiones escolares si ¨¦stas han de utilizar el metro. La asociaci¨®n de jueces progresistas y los colegios de abogados han protestado vivamente contra el ¨²ltimo artefacto a?adido al arsenal de medidas legales, que permite introducir micr¨®fonos o c¨¢maras de grabaci¨®n en oficinas, coches y otros lugares privados, sobrepasando as¨ª la cl¨¢sica escucha telef¨®nica.
El restablecimiento de los controles en las fronteras interiores, anunciado el mi¨¦rcoles, es una medida reclamada por la extrema derecha desde hace a?os para frenar la inmigraci¨®n, pese a que el mismo Sarkozy ech¨® en cara al ultraderechista Jean-Marie Le Pen la inutilidad de restablecer "la l¨ªnea Maginot", durante un debate hace un par de a?os. A juicio de la ex fiscal Stoller, "lo que realmente falta es una verdadera cooperaci¨®n internacional. No se trata s¨®lo del intercambio de datos, sino de una armonizaci¨®n de las legislaciones y de los procedimientos de investigaci¨®n a escala europea".
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