La ambiciosa estrategia del Sinn Fein
En gran parte del mundo parece predominar una visi¨®n optimista e incluso rom¨¢ntica de la situaci¨®n en Irlanda, una mezcla de la eterna m¨ªstica de la isla de San Barand¨¢n [tambi¨¦n Borond¨®n o Brandon, monje benedictino irland¨¦s del siglo VI, que se dice que lleg¨® a una isla, que se relaciona con la m¨ªtica octava isla de las Canarias], la simplificaci¨®n neoliberal del reciente desarrollo econ¨®mico de la rep¨²blica y la ingenuidad -cuando no la distorsi¨®n oportunista- ante lo que err¨®neamente se denomina "el proceso de paz de Irlanda del norte".
Si en Estados Unidos todo esto forma parte fundamentalmente de la propaganda procat¨®lica en el exilio, en otros pa¨ªses adopta distintas formas, en especial en Espa?a, donde, aparte de la afici¨®n a la "cerveza negra", muchas personas relacionadas con la situaci¨®n vasca parecen encontrar consuelo en el caso irland¨¦s. No cabe duda de que Irlanda puede ofrecer varias lecciones a los vascos y al Gobierno de Madrid, pero no son lecciones que consuelen a nadie, salvo a los empe?ados en prolongar la intimidaci¨®n y la brutalizaci¨®n de la pol¨ªtica democr¨¢tica.
Adams se ha presentado como un hombre de paz, incluso como un estadista -Dios nos coja confesados- dispuesto a ofrecer consejos a los vascos sobre la paz en Espa?a
Partidos intransigentes
En el Reino Unido, las ¨²ltimas elecciones brit¨¢nicas han permitido que Blair y su Partido Laborista sigan en el poder con su Gobierno discretamente reformista, pero en Irlanda han marcado un hito -bueno para unos, inquietante para otros- al confirmar el dominio de los partidos intransigentes en las dos comunidades de Irlanda del Norte, el Sinn Fein en el bando cat¨®lico y nacionalista y el Partido Unionista Democr¨¢tico en el bando protestante y partidario de la uni¨®n, y ese resultado presagia a?os de conflicto en el futuro. El l¨ªder del PUD, Ian Paisley, ha exigido que se "entierre" el acuerdo de paz firmado en Belfast en 1998. Algunos sugieren que, dada la negativa del IRA al desarme desde hace siete a?os y la persistencia de la violencia y la intimidaci¨®n en la comunidad cat¨®lica, el funeral se celebr¨® ya hace mucho, aunque haya sido, como ocurre muchas veces en esta regi¨®n, en secreto.
Dundalk como ejemplo
El mundo exterior, por ingenuidad o por falta de ganas, no ve muchas de estas cosas. Pero, si hacemos caso al dicho de que quienes no son capaces de pensar con claridad sobre Irlanda no son capaces de pensar con claridad sobre nada, entonces no existe mejor lugar para empezar que la ciudad de Dundalk, de 40.000 habitantes, capital del condado de Louth, el m¨¢s peque?o del pa¨ªs, situado en la costa este, a mitad de camino entre las dos capitales pol¨ªticas de la isla, en el norte Belfast y en el sur Dubl¨ªn. La Rough Guide dedicada a Irlanda aconseja a los turistas, con tonos vagamente amenazantes, que no vayan a Dundalk. Es f¨¢cil pasar de largo por la autopista o en tren al ir de Dubl¨ªn a Belfast. En mi caso resulta un poco m¨¢s complicado, porque Dundalk es mi ciudad natal, el lugar en el que crec¨ª y que es, desde hace cinco d¨¦cadas o m¨¢s, fuente de muchas emociones y pistas pol¨ªticas.
Adem¨¢s de ayudar a tomar el pulso a Irlanda, tanto el norte como el sur, Dundalk sirve de baremo para comprobar las grandes afirmaciones sobre la naci¨®n y la religi¨®n, el Estado y la sociedad, la pol¨ªtica y la econom¨ªa, para no hablar del bien y el mal, la paz y la violencia y, por supuesto, la verdad y la mentira. Hace poco hablaba con un sabio y veterano observador de los asuntos municipales y le pregunt¨¦ si en los ¨²ltimos 30 a?os alguna persona hab¨ªa cambiado alguna vez de opini¨®n sobre algo. Me mir¨® con cierto recelo y contest¨® en tono cortante: "Desde luego que no". No hac¨ªa falta decir nada m¨¢s.
Con los cambiantes montes de Cooley como tel¨®n de fondo hacia el norte, ¨¦sta es una ciudad t¨ªpicamente fronteriza, formada por elementos muy variados (incluido un distrito que toma el nombre de sus colonos hugonotes), y un lugar inc¨®modo pero especial para observar la pol¨ªtica de la isla. Dundalk es una ciudad que ha vivido muchos sucesos violentos a lo largo de la historia europea: el h¨¦roe irland¨¦s Cuchullain luch¨® en las monta?as vecinas, los vikingos intentaron establecerse en la ciudad y, en el siglo XVII, Cromwell la convirti¨® en el l¨ªmite de su zona colonial fortificada, The Pale (la empalizada). En el siglo XIX y a principios del XX se incorpor¨® a las econom¨ªas en proceso de industrializaci¨®n del norte de Irlanda y el noroeste de Inglaterra, con enlaces mar¨ªtimos a Escocia y Lancashire y ferroviarios al Ulster.
Con la divisi¨®n de la isla en 1922, la pol¨ªtica irlandesa cort¨® sus lazos econ¨®micos con el norte industrial. Los habitantes del lugar tienen buena memoria; recuerdan a los semicriminales Black and Tans brit¨¢nicos que recorr¨ªan las calles en los a?os veinte, la guerra civil entre los grupos partidarios y enemigos del tratado [firmado en 1922 y que parti¨® la isla en dos, el norte permaneci¨® en el Reino Unido y el resto dio lugar a la Rep¨²blica de Irlanda] y, en ¨¦pocas m¨¢s recientes, la primera campa?a de atentados de la posguerra, entre 1956 y 1958, con un campo de entrenamiento para voluntarios del IRA a pocos kil¨®metros de la ciudad. La guerra en el norte, que estall¨® en 1969, engendr¨® mucha intranquilidad y muchas bocas cerradas. No obstante, durante gran parte del ¨²ltimo siglo, Dundalk ha sido famosa por ser el centro de las actividades pol¨ªticas -y tal vez m¨¢s- del movimiento republicano irland¨¦s, la base de reserva del IRA y, en los ¨²ltimos tiempos, de la escisi¨®n denominada "IRA aut¨¦ntico". El reverendo Ian Paisley ha afirmado con frecuencia que no deber¨ªa llamarse Dundalk, sino Gundalk [gun es ca?¨®n en ingl¨¦s], o El Paso. Margaret Thatcher le dijo en una ocasi¨®n a Ronald Reagan, en 1982, que si estaba justificado que los israel¨ªes invadieran el sur de L¨ªbano, ella deber¨ªa enviar a la RAF a bombardear la ciudad.
Inversiones
?ltimamente, la situaci¨®n ha empezado a mejorar. Las inversiones europeas y algunas de Estados Unidos han creado puestos de trabajo en la ciudad, las carreteras y l¨ªneas f¨¦rreas a Belfast y Dubl¨ªn han avanzado, y acaba de celebrar sus primeros 25 a?os una nueva escuela polit¨¦cnica, en realidad una universidad, con 7.000 alumnos. En el a?o 2000, Bill Clinton habl¨® ante una gran muchedumbre en la plaza principal e incluso mencion¨® su amistad con el grupo pop local, The Coors.
Con el fin de acabar con la imagen de hostilidad y sectarismo que va asociada a su historia, el museo local y la Polit¨¦cnica celebraron hace poco un festival de cultura protestante, con grupo de gaitas, tambores y una visita de miembros destacados de la logia de Orange. A uno de ellos se le fotografi¨® dando la mano al presidente del consejo local, del Sinn Fein; una ocasi¨®n aut¨¦nticamente hist¨®rica. Desde 1998, el acuerdo de paz de Belfast ha permitido que florezcan las actividades comerciales a trav¨¦s de la frontera.
Pol¨ªtica polarizada
Sin embargo, como suger¨ªa el comentario de mi sabio interlocutor y como han dejado muy claro las ¨²ltimas elecciones generales en el Reino Unido, las cosas no est¨¢n tan bien como podr¨ªa parecer en esta parte de Irlanda ni en la isla en general. Pensar que la aparici¨®n de esta pol¨ªtica polarizada es un asunto exclusivo de Irlanda del Norte, con repercusiones exclusivamente en esa provincia, es un error. Hace ya un siglo aproximadamente que el conflicto de Irlanda del Norte tiene connotaciones que afectan al futuro de toda Irlanda, y en especial al Sinn Fein, el ala pol¨ªtica del IRA, que tiene ya 100 a?os, y el partido que, apoyado en su nueva legitimidad en el norte, est¨¢ elaborando una estrategia, en el norte y el sur de Irlanda, para garantizarse un puesto en una futura coalici¨®n de Gobierno durante las pr¨®ximas d¨¦cadas.
Todo esto ha ido acompa?ado de una campa?a publicitaria llevada a cabo con bastante ¨¦xito por Adams y sus colaboradores en los ¨²ltimos a?os.
Adams se ha presentado como un hombre de paz, incluso como un estadista -Dios nos coja confesados-, dispuesto a ofrecer consejo a los vascos sobre las perspectivas de paz en Espa?a y a escribir autobiograf¨ªas empalagosas que le convierten en una especie de caballero neocelta. Su pol¨ªtica de debilitar y vencer al SDLP, m¨¢s moderado y contrario a la violencia, ha contado con la enorme ayuda del paso del tiempo: tanto en el norte como en el sur, la generaci¨®n m¨¢s joven ha olvidado los asesinatos, las desapariciones y las torturas, y le admira porque consigue que la televisi¨®n se ocupe de ¨¦l como nunca se ocup¨® de los l¨ªderes del SDLP, John Hume y Seamus Mallon, m¨¢s serios y responsables.
Pero el IRA no ha cambiado, y los "llamamientos" que hace Adams al IRA, con la pretensi¨®n de que hay diferencias entre el IRA y el Sinn Fein, son como la actuaci¨®n de un ventr¨ªlocuo con su mu?eco.
Como demostraron el asesinato del ciudadano de Belfast Robert McCartney en enero y de otro hombre de Dubl¨ªn un poco despu¨¦s, el movimiento republicano act¨²a sobre el terreno como una organizaci¨®n criminal. En Dubl¨ªn est¨¢ profundamente involucrado el narcotr¨¢fico. Toda la corriente social generada por el asesinato, en 1996, de la periodista que fue una de las primeras en combatir el tr¨¢fico de drogas, Veronica Guerin -plasmado posteriormente en una pel¨ªcula-, se ha perdido.
El movimiento republicano, con el mismo desprecio que siempre ha mostrado respecto a la democracia y legitimidad de la ley de las mayor¨ªas, conserva sus armas y sus poderes de intimidaci¨®n: "Todav¨ªa tenemos la caja de herramientas en el garaje", suelen decir. En el sur hay cada vez m¨¢s conciencia de que, mientras prosegu¨ªa sus actividades criminales, el IRA ha llevado a cabo una campa?a sostenida y clandestina para infiltrarse en las filas de los servicios administrativos y de seguridad de la rep¨²blica.
Subsidios elevados
Este giro de los acontecimientos tampoco es espec¨ªficamente irland¨¦s: el conflicto de Irlanda puede estar aislado del Reino Unido, un hecho c¨®modo para ambas partes, y es posible que lo faciliten los elevados subsidios, de hasta 10.000 millones de euros al a?o, que concede Londres a Belfast para gastos econ¨®micos y de seguridad, pero la polarizaci¨®n existente en el norte est¨¢ muy relacionada con el ascenso de la pol¨ªtica nacionalista, particularista y de identidad en otros lugares de Europa e incluso el mundo en general.
Como todos los nacionalismos, el republicanismo irland¨¦s exalta sus peculiaridades y su car¨¢cter distintivo, salvo cuando a alguno de sus dirigentes le conviene compararse con Mandela o Martin Luther King, pero lo que se desarrolla por debajo de todos los gestos, las sonrisas y la indignaci¨®n farisaica que caracterizan la pol¨ªtica de Irlanda del Norte tiene un significado mucho m¨¢s amplio, que no es f¨¢cil que desaparezca. Lo mismo ocurre con el supuesto ¨¦xito econ¨®mico de la rep¨²blica: la econom¨ªa ha crecido, pero, como muy bien demuestra el estudio cr¨ªtico realizado por el soci¨®logo y periodista de Dubl¨ªn Peadar Kirby, The Celtic tiger in distress (El tigre celta en apuros), ha pagado un precio consistente en el aumento de la polarizaci¨®n social y la pobreza generalizada y el olvido, por parte del Estado, de muchas de sus responsabilidades sociales. La polarizaci¨®n en el norte y los problemas sociales en el sur proporcionan un buen caldo de cultivo para el movimiento republicano.
Lo que busca el Sinn Fein no es s¨®lo un puesto atrincherado y con capacidad de obstrucci¨®n en Irlanda del Norte, sino una asociaci¨®n a largo plazo con el principal partido ex republicano del sur, Fianna Fail. En la actualidad, la direcci¨®n del FF, encabezada por Bertie Ahern, se muestra cr¨ªtica con el IRA por su negativa a entregar las armas de manera visible y convincente y por su participaci¨®n en actividades criminales relacionadas con la violencia y las drogas; pero el esp¨ªritu nacionalista est¨¢ resurgiendo en Irlanda, en parte alimentado por el boom econ¨®mico de los ¨²ltimos a?os, y la imagen de domesticaci¨®n del Sinn Fein, resultado de la estrategia de relaciones p¨²blicas sostenida y mentirosa llevada a cabo por Adams y sus amigos, ha modificado la opini¨®n p¨²blica de forma sustancial.
El objetivo del Sinn Fein
Ahora, varios cargos medios del FF hablan claramente de establecer una alianza a largo plazo con el Sinn Fein para hacerse con el poder en Irlanda y conservarlo durante las pr¨®ximas d¨¦cadas. ?sa es la verdadera importancia, el objetivo final no declarado, de la estrategia del Sinn Fein en Irlanda del Norte.
Una lecci¨®n duradera de estos sucesos irlandeses, de la que deber¨ªan tomar nota otros pa¨ªses desarrollados, es que las consecuencias de las guerras civiles en Europa tardan a?os en quedar superadas. Curiosamente, al contrario de lo que designan las calificaciones habituales -ideol¨®gicas- de las palabras "civilizaci¨®n" y "barbarie", resulta llamativo que los pa¨ªses del Tercer Mundo muchas veces sean m¨¢s capaces de dejar atr¨¢s las guerras civiles e integrar a vencedores y vencidos que los Estados europeos, supuestamente m¨¢s cultivados. Las guerras civiles sufridas por Nigeria en los a?os sesenta y por Yemen y Om¨¢n en esa d¨¦cada y las siguientes; la guerra de Vietnam que acab¨® hace 30 a?os, en 1975, y las guerras civiles posteriores en Centroam¨¦rica, todas ellas, tuvieron vencedores y vencidos; sin embargo, estos pa¨ªses han seguido adelante. Los biafre?os forman parte integrante de la vida en Nigeria; a pocos j¨®venes del Vietnam de hoy les preocupa la sangrienta guerra entre el norte y el sur. En cambio, en los pa¨ªses europeos que padecieron guerras en el siglo pasado -Irlanda, Espa?a, Finlandia, Grecia-, como ocurri¨® en Estados Unidos en los a?os posteriores a 1865, las diferencias pol¨ªticas no se han desvanecido.
La pol¨ªtica irlandesa est¨¢ a¨²n dividida entre las facciones que en el siglo XX combatieron en lo que en la pr¨¢ctica fueron dos guerras civiles, la del sur, a prop¨®sito del tratado, entre 1922 y 1924, y la del norte, entre protestantes y cat¨®licos, entre 1969 y 1998. Aunque otros, por la raz¨®n que sea, lo hayan olvidado, podemos estar seguros de que la direcci¨®n del Sinn Fein, con la mirada puesta en el poder para gobernar una Irlanda unida, no.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Fred Halliday
El autor de este art¨ªculo, nacido en Dubl¨ªn en 1946, es profesor de relaciones internacionales en la London School of Economics. Ha escrito 14 libros sobre su especialidad, de los que buena parte de ellos se refieren a la situaci¨®n en el Pr¨®ximo y Medio Oriente. Halliday mantiene la tesis de que los movimientos fundamentalistas dentro del islam son fen¨®menos de car¨¢cter populista m¨¢s que religioso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.