Dignidad al cuadrado
Muchos adolescentes de mi generaci¨®n nos volvimos adictos a Rayuela. No es que nos gustara, es que nos enamor¨¢bamos de esa novela de Julio Cort¨¢zar. Hoy los j¨®venes ya no la leen. Parece ser que se ha vuelto dif¨ªcil; como si con la edad (se public¨® en 1963) hubiera decidido, ella solita, cerrarse desconsideradamente al p¨²blico. En fin... Esa extraordinaria novela podr¨ªa servir como brillante pr¨®logo y/o delicioso pretexto para muchas columnas sobre temas muy diversos. Hoy quiero subrayar su vertiente m¨¢s inmobiliaria. Porque nos enamor¨¢bamos de Rayuela tambi¨¦n por los lugares: hoteles, pisitos, cuartuchos donde aquellos personajes: la Maga, Oliveira, Gregorovius o Ronald viv¨ªan felices o tristes pero por su cuenta y riesgo; sin un duro, pero en su propio espacio.
So?¨¢bamos los adolescentes de mi tiempo con un espacio propio, aunque fuera cochambroso como el cuarto de la Maga: una "pieza de cuatro por tres cincuenta con agua corriente". Lo esencial es que fuera independiente. Entonces se so?aba muy temprano con independizarse del hogar familiar e incluso del pa¨ªs familiar. Se so?aba muy pronto con volar de los nidos y hacer lo que la gente aut¨®noma hac¨ªa en el extranjero y en las novelas como Rayuela: "En Par¨ªs la gente hace todo el tiempo el amor y despu¨¦s fr¨ªe huevos y pone discos, enciende cigarrillos y habla.. y afuera hay de todo, las ventanas dan al aire y eso empieza con un gorri¨®n o una gotera".
Hoy no s¨¦ muy bien con qu¨¦ sue?an los adolescentes; ni siquiera si tienen oportunidad para los sue?os. Porque so?ar es desear lentamente y a ellos los deseos les vienen teledirigidos y a todo meter. Porque so?ar requiere espacio mental, por eso so?amos mejor medio dormidos, y los adolescentes de hoy siempre tienen la cabeza conectada a alg¨²n mensaje o ritmo imperioso. Pero aunque hubiera adolescentes que so?aran a¨²n con una gotera propia, ya sabemos que lo tienen dif¨ªcil. Euskadi detenta el r¨¦cord europeo de permanencia de los j¨®venes en el hogar familiar. Las razones de ese escaso inter¨¦s juvenil por la autonom¨ªa son m¨²ltiples: la permisividad dom¨¦stica (lo que antes hab¨ªa que hacer en Par¨ªs hoy se puede hacer a domicilio) y el prestigio devaluado de la intimidad en estos tiempos exhibicionistas. Pero el factor econ¨®mico es desde luego fundamental, y los pisos valen un ojo de la vida.
El Gobierno central acaba de aprobar un nuevo Plan de Vivienda que tiene como principales destinatarios a los j¨®venes (80% de los demandantes de viviendas protegidas lo son). Entre las medidas adoptadas est¨¢ la posibilidad de que los menores de 35 a?os alquilen pisos de 30 a 45 metros cuadrados por rentas que van de los 195 a los 489 euros mensuales seg¨²n superficie y ciudad. Estos minipisos han sido objeto m¨¢s que de debate, de pol¨¦mica. Hay quien considera que atentan contra la dignidad (si as¨ª fuera la mayor¨ªa de las familias espa?olas vivir¨ªan en condiciones indignas: 85 metros para cuatro personas es la media nacional). Yo pienso todo lo contrario, que al facilitar el acceso a una vivienda independiente son aliados de la dignidad por partida doble, una forma de dignidad al cuadrado. Por un lado, favorecen la madurez (personal y de ah¨ª colectiva) y el respeto de la intimidad.
Estoy segura de que los j¨®venes no pueden apreciar el valor pol¨ªtico de la privacidad porque no la conocen. Si la disfrutaran pronto empezar¨ªan pronto a entender su relaci¨®n con la libertad personal y civil, y a defenderla (incluso contra ciertos entretenimientos; creo en serio que el c¨¢lculo minipisos-telebasura es inversamente proporcional). Por otro lado, contribuyen a destapar pol¨ªticas-ficci¨®n. El que los j¨®venes permanezcan tanto tiempo en casa oculta problemas y necesidades sociales, y por lo tanto ampara deficiencias de gesti¨®n p¨²blica. Las familias act¨²an de colch¨®n, de airbag, contra la agresividad de la precariedad laboral; o de las carencias (in)formativas, o de la falta de servicios adecuados o de las especulaciones disparatadas. Favorecer el que los j¨®venes se independicen pronto es una manera de clarear la realidad social y de exigir claras pol¨ªticas reales.
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