"Los Woods soportamos las dificultades en solitario"
Tiger, cuyo padre se encuentra hospitalizado por un c¨¢ncer, no s¨®lo es un prodigio atl¨¦tico, sino que se distingue por su autocontrol
Tiger Woods juega al golf con la boca abierta. Para ser m¨¢s precisos, juega como lanzaba a canasta Michael Jordan: con la lengua entre los dientes. Eso es para que el cerebro procese y no se equivoque. Para que recuerde que no debe cerrar la mand¨ªbula. Un truco para evitar la tensi¨®n. El maxilar inferior es la parte del cuerpo que m¨¢s tensi¨®n soporta cuando uno est¨¢ nervioso, cruje. "Woods es el mejor en cuanto a mentalidad", dice Olaz¨¢bal. Por eso es el mejor con el putt. Por eso lleva diez grandes doblados en el bolsillo trasero del pantal¨®n, cuando el a?orado Jack Nicklaus, a su edad, contabilizaba siete. El californiano es el tercero ya en la lista de coleccionista de grandes torneos tras los 18 del Oso Dorado y los 11 de Walter Hagen.
Tiger es un pegador, un prodigio atl¨¦tico. Pero no gana por eso. Gana porque no falla en los greenes y eso tiene que ver con la presi¨®n sangu¨ªnea, con el temblor de la mano...con el encaje de la mand¨ªbula.
"Los Woods estamos acostumbrados a soportar las dificultades en soledad", comenta el Tigre. Su padre tiene c¨¢ncer. "Y no se queja". ?l ha padecido varias lesiones en la rodilla. No se queja. "Lo excepcional de Woods es el autocontrol", comenta Jim Litke, un analista estadounidense. "No tiene rivales", resume Olaz¨¢bal. Sergio Garc¨ªa, sin embargo, tiene como terapia cerrar los ojos a la evidencia: "Tiene diez grandes, y qu¨¦, a mi no me afecta, debo preocuparme por lo m¨ªo".
Hac¨ªa 32 a?os que ning¨²n jugador ganaba el Open concluyendo como l¨ªder en todas las jornadas. En 1973 lo hizo Tom Weiskopf. Tiger comenz¨® el jueves con -7 en los primeros 12 hoyos. Su dominio en Saint Andrews es espectacular. En 2000, su ¨²ltimo Brit¨¢nico, se impuso en el campo escoc¨¦s con -19, un r¨¦cord, y oblig¨® al Royal and Ancient Club a modificar su m¨ªtico escenario para que no fuese humillado de nuevo por el estadounidense.
Pero el Tigre est¨¢ emergiendo de una temporada dif¨ªcil. Cambi¨® de asesor y contrat¨® al tejano Hank Haney, que se limita a darle instrucciones para situaciones concretas. Ha modificado su swing y su juego es ahora m¨¢s agresivo.
Tiger visit¨® a su padre hace no mucho en el hospital. Su padre fue su primer entrenador. El que proyect¨® que el peque?o Woods emergiese en el mundo del espect¨¢culo a la edad de tres a?os para jugar al golf en el programa de Bob Hope. En el hospital, desde la cama, su padre le dijo que ten¨ªa que seguir "siendo fuerte". Tiger, en realidad se llama Eldrick. Pero su padre le puso ese apodo en honor a un compa?ero de armas en la guerra de Vietnam. Su padre era soldado. Y la mentalidad militar no es ajena al herm¨¦tico mundo del estadounidense.
Nadie sabe si tiene un psic¨®logo o no. Su matrimonio el a?o pasado, dicen, le ha servido para "asentarse". Toda su vida gira en torno al golf. Jack Nicklaus, su referente, por ejemplo, era un excelente jugador de baloncesto y de f¨²tbol americano. Pero el Tigre no se distrae. Su vida es el campo de pr¨¢cticas y el gimnasio. Eso, y ganar dinero. Woods es el golfista que m¨¢s dinero ha ganado en toda la historia del golf y el primero que traspas¨® la barrera de los 50 millones de d¨®lares. Eso, s¨®lo en premios. Sin contar sus miles de contratos publicitarios. Unos contratos que, durante sus tres a?os de relativa deriva -entre 2001 y 2004- se le cayeron encima. Obligado a usar palos Nike, el Tigre se atrevi¨® a hacer p¨²blico que su juego se hab¨ªa resentido por esos compromisos publicitarios. Lleg¨® incluso a volver a usar su vieja marca de maderas. Ahora ha encontrado el equilibrio y utiliza una madera del uno bastante m¨¢s ancha de lo normal. Tambi¨¦n ha restablecido el equilibro con su swing, un movimiento inimitable, el¨¢stico, que produce un violento y preciso latigazo. Un jugador de bamb¨².
Woods, discreto, educado, sin salirse de los m¨¢rgenes de lo correcto entre caballeros, entre miembros de un club de golf, asegura que es un honor que le comparen con Nicklaus, que todav¨ªa est¨¢ muy por debajo, que qui¨¦n pudiera durar tanto tiempo tan arriba en un deporte tan variable, tan exigente. Pero en su libreta lleva anotado el n¨²mero de grandes que le quedan para superar a su compatriota: nueve. "No tiene hoy en d¨ªa rival", resume Olaz¨¢bal. Ni por delante ni por detr¨¢s le presionan. Y cuando alguien le acosa, rara vez se descompone el Tigre.
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