Juguetes rotos de la burbuja tecnol¨®gica
Por casualidad han coincidido en el tiempo dos ejemplos de los excesos de la burbuja tecnol¨®gica de finales de siglo, de distinta naturaleza, que exacerbaron las tendencias e hicieron creer a los m¨¢s ingenuos de los inversores en Bolsa que uno se pod¨ªa hacer millonario en cuesti¨®n de d¨ªas. Se trata de Terra y WorldCom. El primer caso es aut¨®ctono: la pasada semana Terra dej¨® de cotizar en Bolsa y se fusion¨® con su matriz, Telef¨®nica. Volvi¨® al ¨²tero materno despu¨¦s de un lustro de explosi¨®n, aventura y decepci¨®n. Unos pocos inversores, vinculados al entorno del entonces presidente de Telef¨®nica, Juan Villalonga, devinieron en multimillonarios mientras que otros se arruinaron y perdieron sus ahorros. Recordemos el caso: el noviembre de 1999, Terra, una empresa creada por Telef¨®nica y vinculada a Internet, sale a Bolsa a 11,81 euros la acci¨®n. El primer d¨ªa se sobreval¨²a el 231% y s¨®lo tres meses despu¨¦s cotiza a 157,6 euros, lo que supone un incremento del 1.234%. Entra en el Ibex 35 y su capitalizaci¨®n burs¨¢til llega a superar la de bancos como el SCH o el BBVA, o multinacionales como Repsol o Endesa. Poco despu¨¦s se fusiona con el portal norteamericano Lycos. Es su ¨²ltima gran actuaci¨®n... Tres a?os despu¨¦s, Telef¨®nica presenta una operaci¨®n de compra de acciones de Terra a tan s¨®lo 5,25 euros por acci¨®n. El pasado d¨ªa 15, ¨²ltimo d¨ªa de cotizaci¨®n, Terra cerraba a 3,04 euros. En medio, varias asociaciones de accionistas perjudicados han iniciado procesos penales con acusaciones de manipulaci¨®n de la acci¨®n y de que Telef¨®nica arrebat¨® el negocio natural de Terra al dejarla sin la comercializaci¨®n de las l¨ªneas ADSL.
El segundo caso es norteamericano: Bernard Ebbers, fundador y consejero delegado de WorldCom, segunda mayor corporaci¨®n telef¨®nica de EE UU (que en julio de 2002 protagoniz¨® la quiebra m¨¢s grande de la historia empresarial de ese pa¨ªs) ha sido condenado a 25 a?os de c¨¢rcel por un masivo fraude contable que gener¨® un agujero de 11.000 millones de d¨®lares. Los fiscales ped¨ªan 85 a?os para el antiguo empresario que convirti¨® una peque?a operadora telef¨®nica de Mississippi en una sociedad valorada en 180.000 millones de d¨®lares, por nueve delitos criminales de fraude financiero, conspiraci¨®n y falsedad documental. Hay una persona que une las diferentes peripecias de Terra y WorldCom: Juan Villalonga, el anterior presidente de Telef¨®nica. Fue el protagonista del pelotazo y posterior decadencia de la primera, y elabor¨® un acuerdo de colaboraci¨®n con Ebbers - que lleg¨® a ser nombrado consejero de Telef¨®nica- a tres bandas: Telef¨®nica, WorldCom y British Telecom, que nunca se sustanci¨®. Fue un artificio propagand¨ªstico m¨¢s.
Los esc¨¢ndalos de la Am¨¦rica corporativa, que coincidieron con el estallido de la burbuja tecnol¨®gica de los noventa, tienen su concreci¨®n judicial a partir de ahora. La justicia ya ha condenado, entre otros, a Dennis Kozlowski (Tyco), al director financiero de Enron, Andrew Fastow, o al fundador de la operadora de cable Adelphia, John Rigas y a su hijo (15 y 20 a?os de c¨¢rcel). Pero falta la madre de todos los juicios: el de Ken Lay y Jeffrey Skilling, presidente y consejero delegado de Enron. Enron fue el paradigma de esos esc¨¢ndalos, la empresa m¨¢s alabada, el mayor contribuyente neto a la campa?a del Partido Republicano y, espec¨ªficamente, a la del presidente George Bush. A Enron y WorldCom se las denomin¨® "las Torres Gemelas del capitalismo americano".
En casi todos estos fraudes hubo cuatro niveles de enga?o: el primero, el de las propias empresas, que utilizaron la contabilidad creativa para mentir a sus accionistas; el segundo, el de los ejecutivos, que usaron la informaci¨®n confidencial para enriquecerse. El tercer nivel fue el de los bancos de negocios, que rompieron las murallas chinas que deben separar su negocio del asesoramiento independiente, e hicieron de juez y parte. El cuarto nivel, los controladores externos, como las auditoras, que o no detectaron los fraudes o fueron c¨®mplices.
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