"La polio no se me notaba. Ahora ando con bastones"

En 1997 la vida de Alicia Mart¨ªn Ray, madrile?a de 43 a?os, dio un vuelco. Afectada por la polio desde que ten¨ªa 22 meses, llevaba una vida "absolutamente normal". Pero entonces empez¨® a sufrir "una debilidad muscular impresionante". Todo su esfuerzo -cinco a?os de operaciones, miles de largos en la piscina para fortalecerse- se fueron al traste. "Ten¨ªa un cuerpazo; una espalda de nadadora. Nunca hab¨ªa querido que se me notara la polio. Andaba sin ayuda", recuerda. Ahora, en cambio, "camino con bastones, no tengo estabilidad y necesitar¨ªa una silla de ruedas".

?stas son las secuelas del s¨ªndrome pospolio, un s¨²bito empeoramiento que experiment¨® justo cuando decidi¨® tener un hijo. "Imag¨ªnate lo que es cuidar un ni?o cuando te faltan las fuerzas. Adem¨¢s, mi madre tambi¨¦n se puso mala y no me pudo ayudar", recuerda.

Pero si eso fue malo, peor es la falta de ayuda. "Cuando voy a urgencias, los m¨¦dicos j¨®venes no tienen ni idea de lo que es. Hay traumat¨®logos que me dicen: 'Con los que se han muerto, hay que ver t¨² lo bien que has quedado". Por eso ella tiene claro lo que reclama: "Necesitamos unidades de polio. Que los traumat¨®logos y los neur¨®logos se junten y estudien lo que nos pasa. Ahora, uno te pone un tratamiento, y el otro va y te lo quita".