Se dir¨¢ que m¨¢s vale tarde que nunca

Una melena azabache que ni el le¨®n de la Metro. Unos zapatos que no se ponen, es preciso subirse a ellos dado la altura de plataforma y tacones. Constantes cambios de vestuario para mostrar con vestidos ce?idos hasta el detalle una presencia y una figura que desafiaban ostentosamente el paso del tiempo. Un repertorio que repas¨® los momentos m¨¢s brillantes de su carrera. Una banda solvente que funcion¨® con piloto autom¨¢tico. Un entorno precioso con una torre de piedra dominando la escena. Deuda saldada. Diana Ross ya ha debutado en Espa?a y se dir¨¢ que m¨¢s vale tarde que nunca.

La gran diva compareci¨® puntual, y antes de que todo el p¨²blico ocupase su localidad ya se hab¨ªa despachado el repertorio de las Supremes. Volumen bajo para evitar que los instrumentos tapasen una voz por la que el tiempo ha dejado m¨¢s huella que en la figura de su poseedora. Abundantes popurr¨ªs para no olvidar nada en el tintero y homogeneizar con un registro sin aristas buena parte del cancionero. P¨²blico entrado en a?os disfrutando de aquello que dio br¨ªo a sus a?os mozos. S¨®lo falt¨® que ese br¨ªo no se ausentase, como ocurri¨®, de una interpretaci¨®n que funcion¨® m¨¢s como postal que como instant¨¢nea. Diana Ross paseando su historia.

Estuvo brillante en las piezas m¨¢s lentas, ¨¦sas que no exig¨ªan temperamento f¨ªsico. I'm still waiting, It's my house, o ya en el tramo jazz¨ªstico un satinado Fine & mellow, fueron los mejores instantes de la velada. Los dem¨¢s, cerca de hora y media, quedaron a efectos de inventario como terreno para que el p¨²blico la llamase "guapa" y reconstruyese con ayuda de su memoria aquello que dejaba huecos en el escenario. Una incursi¨®n en el mundo de las discotecas como ¨²ltimo regalo, versi¨®n de I will survive, y mostrando profundo escote en uve por la espalda enfil¨® camerinos sonriendo con profesionalidad y agitando la melena con coqueter¨ªa. Se dir¨¢ que m¨¢s vale tarde que nunca. Fue Diana Ross en su breve paso por Espa?a.