Violencia

No s¨¦ cu¨¢ntas horas de televisi¨®n semanalmente ven nuestros hijos, pero seguro que son muchas; y lo peor es que la mayor¨ªa de ellas contienen una buena dosis de violencia. Esa violencia se ha instalado ya en nuestros colegios con el acoso a los m¨¢s d¨¦biles por parte de grupos violentos, y con la agresi¨®n cada vez m¨¢s frecuente a profesores por parte de alumnos o de padres. Tambi¨¦n los actos de violencia dom¨¦stica est¨¢n a la orden del d¨ªa; y aunque los pol¨ªticos hagan leyes para atajarla, no creo que por su parte den demasiado buen ejemplo, ya que la crispaci¨®n rige las relaciones entre los distintos partidos, los cuales no buscan el bien com¨²n, sino el conseguir o perpetuarse en el poder, para lo que continuamente est¨¢n machac¨¢ndose unos a otros.

Me parece evidente que la visceralidad cada vez est¨¢ m¨¢s presente en las relaciones humanas. Basta asomarse a cualquier foro de discusi¨®n de los peri¨®dicos digitales para comprobar la agresividad rayana en el insulto de muchos de los que participan en los mismos. ?Causas de tanta violencia? No lo s¨¦, pero me parece que cuando educamos a nuestros hijos sin sentido del l¨ªmite y les hacemos esclavos del capricho, y si adem¨¢s hay crisis de valores religiosos y morales, lo que rige nuestros actos ya no son la verdad y el bien, sino la propia subjetividad: "lo que me parece", "lo que siento", "lo que me gusta" o "lo que me apetece". ?Podr¨¢ extra?ar que con ese predominio de la visceralidad sobre la racionalidad haya tanta violencia en nuestra sociedad.