Bodrios confederales
Ni la Espa?a men¨¦ndezpelayista ni la del victimismo cr¨®nico. Espa?a federal, s¨ª; pero la del borrador que se trae entre manos el tripartito es m¨¢s bien confederal. El de CiU es independentista si se tiene en cuenta que, seg¨²n Mas, servir¨¢ s¨®lo para una generaci¨®n.
Como el tira y afloja persiste, es posible que cuando salga este art¨ªculo, el nacionalismo de unos y de otros se haya avenido a aceptar recortes. En su redacci¨®n original ambos ser¨ªan tumbados por el Congreso con harta raz¨®n. Pero el hecho ya est¨¢ consumado, quiero decir que ya sabemos qu¨¦ Espa?a desea Maragall. Que tenga que resignarse a un bot¨ªn menor no cambia para nada el esp¨ªritu de la cosa. M¨¢xime, cuando tambi¨¦n se nos advierte de la provisionalidad de la nueva situaci¨®n. De CiU nada nos sorprende. Sabemos, porque se les ha deslizado m¨¢s de una vez, que la uni¨®n con Espa?a les resulta una cruz de la que hay que desprenderse cuando los da?os colaterales no constituyan un riesgo excesivo. La ret¨®rica de Maragall, en cambio, hoy me resulta tan "huera, chirle y ebene" como los versos del poeta satirizado por Quevedo.
Estr¨²jense los sesos para llegar a una f¨®rmula de financiaci¨®n auton¨®mica aceptable. Aunque CiU pide el concierto vasco-navarro y llegados a eso hay poco que discutir. Pero los pol¨ªticos catalanes nos hacen n¨²meros que los m¨¢s no entienden; aunque s¨ª entendemos la conclusi¨®n: sufren un expolio de no te menees, la solidaridad tiene un l¨ªmite y ya est¨¢ bien de alimentar a gente que se pasa el d¨ªa tumbada a la sombra y trasegando vinitos en el bar. Falso y mostrenco argumento que resulta obscenamente insultante en boca de un pol¨ªtico que se dice de izquierdas: Maragall.
D¨¢ndole el visto bueno a la teor¨ªa del expolio, a Zapatero pueden no valerle sus buenas intenciones ni sus buenas obras. En este punto, Rajoy no tendr¨¢ que inventar, que es lo suyo. El pueblo piensa que lejos de ser expoliada, Catalu?a sale ganando. Quiero ser m¨¢s concreto y echo una ojeada al etiquetaje de algunos productos catalanes que tengo a mano: Libros, medicamentos, vino, colonia, perfume, enjuagues bucales, pasta dentr¨ªfica, jab¨®n, tranquilizantes, pomadas, alimentaci¨®n infantil, m¨¢quina de escribir, insecticida, filtros, agua mineral, tapones de cera, un coche familiar, electrodom¨¦sticos... En fin, no har¨¦ todo el balance. Eso sin hablar de los bienes inmateriales derivados del mercado espa?ol. Entre ellos, los capitales andaluces que, en lugar de ser invertidos en Andaluc¨ªa, se fugan a Catalu?a. Si Maragall fuera Ernest Lluch, otra tonada ser¨ªa y, de hecho, lo fue. Pero Lluch era un buen economista, ten¨ªa talento y estaba muy bien informado. Muy catal¨¢n, tambi¨¦n era espa?ol, un espa?ol con sentido de Estado. Peligroso.
Pero ah¨ª est¨¢ Pujol en la brecha, como otro que todos nos sabemos. Ah¨ª queda su advertencia: El Estatuto valenciano es de m¨ªnimos porque as¨ª lo han querido PSOE y PP, con el fin de imponerles el mismo rasero al resto de las autonom¨ªas. ?No se ha enterado este se?or de que quede como quede el Estatuto catal¨¢n en su redacci¨®n definitiva ser¨¢ reclamado por el resto de las autonom¨ªas, sean de los populares, sean de los socialistas? Claro que Rajoy puede plantarse, imponer la disciplina de partido y haciendo un frente com¨²n con sus autonom¨ªas, lanzar una ofensiva contra el antiespa?olismo socialista. Por su parte, Pujol y su obediente disc¨ªpulo Artur Mas son puro anacronismo. Hablan del peligro de que se diluya la conciencia de pa¨ªs, sobre todo ahora, cuando la inmigraci¨®n "puede afectar a nuestra coherencia y a nuestra identidad". Cierto; y adem¨¢s pueden poner una bomba en el Metro, no te fastidia este nacionalismo peque?o burgu¨¦s. Marx y Engels ya ve¨ªan claro el peligro de tal ret¨®rica, aunque por razones t¨¢cticas apoyaran alguna vez su odiado nacionalismo. Engels incluso escribi¨® contra los escoceses rebeldes, por temor a que la conciencia de clase quedara absorbida por la de patria o naci¨®n; cosa que termin¨® ocurriendo. ?Ha sido el nacionalismo la ruina del marxismo? ?Al menos en parte?
Esta historia del Estatut tiene trazas de acabar mal tal vez para unos y para otros. ?Puede CiU darle finalmente el visto bueno a un texto que sea aceptado por nacionalistas espa?oles como Guerra, Bono y Rodr¨ªguez Ibarra? Pues de ser as¨ª, para ese viaje no se necesitaban alforjas. Hoy por hoy, el Estatut del PSC les parece inaceptablemente modesto. ?Qui¨¦n quiere realmente el Estatut? El pueblo catal¨¢n no lo pide, como tampoco el valenciano est¨¢ interesado en el Estatut de Camps y Pla. Incluso la prensa catalana ha detectado se?ales de cansancio. El Estatut del tripartito lo desea ardientemente Maragall, para encubrir, no s¨¦ ante qui¨¦nes (si es cierto que Carod se encuentra muy bien como est¨¢ y no quiere riesgos, como apunta Jordi Barbeta en La Vanguardia) la mediocridad de su gobierno. Y as¨ª Maragall se escuda en la promesa de Zapatero, quien, por cierto, puso dos condiciones expl¨ªcitas: consenso amplio y respeto a la Constituci¨®n. Recordemos que un Estatuto siempre es un texto subordinado a aqu¨¦lla, con lo que se desautoriza el federalismo dual, o sea, de naturaleza confederal.
Simpat¨ªa cero. Nada m¨¢s irritante y desolador que las lecturas de las primeras redacciones del Estatuto, la de CiU y la del PSC. Que se hayan modificado a la baja no es un cambio de intenci¨®n y de deseo, sino de necesidad. Recordemos algunos puntos.
Financiaci¨®n tendente al cupo vasco-navarro, bas¨¢ndose en el xen¨®fobo y "puerco y descomunal abuso2 de una historia m¨¢s hist¨®rica que otras. Administraci¨®n ¨²nica e independencia fiscal (Expulsi¨®n del Estado del territorio auton¨®mico). Control total de puertos y aeropuertos (claro que Narbona se ha negado a tal inmenso disparate). ?ltima instancia judicial (la doctrina la imparto yo, fuera el Tribunal Supremo). Agencia Tributaria no consorciada ni gaitas. Competencias ¨ªntegras y excluyentes (confederalismo). Ampliaci¨®n de competencias (habr¨ªa que inventarlas, pues apenas quedan). Bilateralidad (en vista de lo anterior y de lo que ya tienen, no sabemos para qu¨¦). Un largo etc¨¦tera. Federalismo, s¨ª. Anacr¨®nicos bodrios confederales, no.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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