La hechizante est¨¦tica industrial de Carsen
Fiel a sus principios de combinar ¨®peras populares al aire libre con otras casi olvidadas en teatro convencional, el Festival de Bregenz ha abierto su edici¨®n de 2005 con una doble inauguraci¨®n. El pasado mi¨¦rcoles, en la Festspielhaus, David Pountney impuso un ritmo colorista y casi fren¨¦tico a la ¨®pera c¨®mica danesa Maskerade, de Nielsen, un t¨ªtulo poco frecuentado fuera de su pa¨ªs. Era la apuesta erudita. Al d¨ªa siguiente en el escenario al aire libre del lago de Constanza, donde caben 7.000 espectadores, Robert Carsen situ¨® la acci¨®n de El trovador, de Verdi, en una imponente planta industrial. Era la apuesta popular. Las dos ¨®peras han tenido una c¨¢lida acogida.
El festival austriaco se la juega cada dos a?os con el espect¨¢culo l¨ªrico que monta en el lago. Las 50 representaciones, repartidas en dos veranos consecutivos, suponen una oferta de 350.000 localidades. La ocupaci¨®n suele ser total, pero si en alguna edici¨®n no se acertara ser¨ªa una ruina para el festival. De ah¨ª que se ponga atenci¨®n por encima de todo en la espectacularidad. Las im¨¢genes que se presentan en el escenario flotante del lago en que confluyen Austria, Suiza y Alemania, suelen dar la vuelta al mundo. Varios recordar¨¢n, por poner un ejemplo, la de la muerte pasando las p¨¢ginas de un gigantesco libro, en Un ballo in maschera, de Verdi hace seis a?os. La escenograf¨ªa de este a?o no impresiona menos. La planta petrol¨ªfera, con sus tuber¨ªas, chimeneas, dep¨®sitos y barriles que caen hasta el lago, es un monumento a la arqueolog¨ªa industrial, de la misma manera que, en otro sentido, lo son las fotograf¨ªas de Hilla y Bernd Becher que actualmente se exponen en la Fundaci¨®n Telef¨®nica de Madrid. Al margen del impacto visual, lo sorprendente es lo bien que encaja la propuesta teatral en el desarrollo de la ¨®pera, tanto por la iconograf¨ªa popular de las f¨¢bricas como por los conflictos de clase y poder generados, directa o indirectamente, por la situaci¨®n social y rivalidad de los dos hermanos en la obra. El tema de la emigraci¨®n est¨¢ siempre latente en la dramaturgia y los conflictos asociados se muestran ya en la primera intervenci¨®n de la z¨ªngara Azucena, con el coro golpeando desde el barro de los residuos la verja de separaci¨®n que les separa de la industria como met¨¢fora del progreso. El fuego es otro elemento est¨¦tico clave. En su lado efectista y como s¨ªmbolo visual de las pasiones. Y tambi¨¦n el agua, en contraste dial¨¦ctico, tiene su presencia en la puesta en escena del canadiense Robert Carsen, con la huida de Leonora a toda pastilla en una embarcaci¨®n lago adentro. Lo m¨¢s importante, en cualquier caso, es el sentido popular, inmediato, hechizante, actualizado, que Verdi recupera a trav¨¦s de unas im¨¢genes tan poderosas como sugerentes e imaginativas.
Conocimiento verdiano
En lo musical, Fabio Luisi dirige con chispa, br¨ªo, nitidez y mucho conocimiento verdiano a una s¨®lida Sinf¨®nica de Viena. De los papeles vocales destacan los femeninos, tanto la Leonora de Sondra Radvanovsky como la Azucena de Larissa Diadkova. Las voces que vienen del Este son cada d¨ªa m¨¢s frecuentes. No est¨¢ mal Zeljko Lucic como Conde de Luna y cumple Alfredo Portilla como Manrico. La amplificaci¨®n puede, no obstante, relativizar estas opiniones.
La apuesta culta tuvo tambi¨¦n este a?o su dosis de fortuna. Porque si bien es cierto que se considera en muchos sectores a Maskerade, de Nielsen, la ¨®pera nacional danesa por antonomasia, tambi¨¦n es verdad que, dentro de los compositores escandinavos, Nielsen es menos conocido fuera de su pa¨ªs que el finland¨¦s Sibelius o el noruego Grieg, pongamos por caso, y eso puede generar cierta desconfianza. La salv¨® con rotundidad David Pountney con una direcci¨®n esc¨¦nica magistral, divertida, colorista, de un ritmo trepidante, transmitiendo ese toque entre comedia elegante y opereta cercana al musical que la obra posee, con un sutil equilibrio entre la m¨²sica popular y la culta, tan caracter¨ªstico del cambio de siglo (la ¨®pera se estren¨® en 1906). El reparto vocal fue homog¨¦neo y la direcci¨®n de Ulf Schirmer, al frente de la Sinf¨®nica de Viena, vibrante. Estupendos se manifestaron asimismo el Coro de C¨¢mara de Mosc¨² o el grupo de danza del propio festival.
Babelia
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